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Banda de venezolanos
Ilustración para graficar este artículo sobre una banda de venezolanos que atemoriza en zonas de la carretera Guayaquil-Santa Elena.Miguel Rodríguez

Terror en vía a la costa: banda de venezolanos roba, ata y abandona a sus víctimas

Haciendas y fincas se han convertido en blanco de la organización extranjera que opera con facilidad

Una pesadilla. Hace unas tres semanas le arrebataron la tranquilidad a Milton, quien ahora aprovecha cada momento para agradecer por seguir con vida, aunque vivir con cierto temor no sea saludable. Él decidió hablar con EXPRESO bajo la condición de que se mantenga su identidad en reserva.

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Él es un técnico agropecuario que acudió con su equipo de trabajo a una hacienda ubicada a unos 15 minutos de Cerecita, en la carretera Guayaquil-Santa Elena. En su planificación de ese día domingo tenía previsto retornar a la urbe porteña cerca de las 17:00, pero un grupo de delincuentes interceptó el vehículo en el que se dirigían y los sometieron. Ahí empezó el calvario de más de cinco horas.

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Entre los paisajes de la vía a la costa hay comunidades que producen un sinnúmero de alimentos, también hay caseríos que sirven de refugio de fin de semana para quienes buscan paz luego de jornadas extenuantes en la ciudad.

La paz de toda una vida ahora interrumpida por una estela de violencia

Sin embargo, esa paz también ha atraído la vista de hampones, violentos, con armas automáticas, que tienen cierto nivel de organización, extranjeros, según los testimonios de sus víctimas, que conoció Diario EXPRESO. 

Los técnicos llegaron temprano a la hacienda, donde se producen frutas. Ahí realizaron su trabajo. Tomaron muestras del suelo, realizaron fotografías y videos para el análisis, con equipos tecnológicos sofisticados. Los dueños de la propiedad quedaron a gusto con el trabajo y esperaban que en un par de semanas recibieran un informe, algo que no sucedería porque ellos y sus visitantes ya eran acechados por la banda de extranjeros

Tras salir de la hacienda, el viaje de retorno de los técnicos transcurría sin inconvenientes. Viajaban en un carro tipo SUV. Uno de los ocupantes vio que se acercaba un vehículo por la parte de atrás. Creyeron que era una de las personas de la hacienda tratando de alcanzarlos como si se hubiesen olvidado algo.

Sí era un carro de ese lugar, pero lo que los técnicos ignoraban era que los dueños de la propiedad ya habían sido asaltados. Ingresaron de forma violenta, blandiendo sus armas automáticas y golpeando a sus víctimas. Los embarcaron y emprendieron la búsqueda de quienes habían estado de visita.

El carro de los trabajadores bajó la marcha. Los delincuentes aprovecharon aquello y los interceptaron. Con armas en mano y apuntando a las cabezas de sus víctimas, los criminales sometieron a los técnicos. Se dividieron para tomar el control del carro de los trabajadores. Y así, los antisociales tomaron rumbo desconocido para las víctimas. Solo sentían que los carros subían y bajaban largos trechos de caminos empedrados. 

Una imagen que no olvidarán las víctimas

Después de casi media hora de trayecto, los vehículos se estacionaron en la cima de una loma, en medio de maleza y árboles. Con amenazas de dispararles, insultos y golpes, los dejaron en ese sitio. A una de las personas le dieron un golpe en la cabeza. En cuestión de segundos, su rostro estaba lleno de sangre. En medio del ajetreo, uno de los técnicos logró ver ciertas características de sus captores. Logró distinguir que uno de los delincuentes tenía una dentadura de color dorado, como si usara carillas color oro o carillas metálicas. También pudo ver un tatuaje con forma de araña.

Los testimonios de las víctimas coincidieron en que la banda estaba integrada por ciudadanos de origen venezolano, por su acento y modismos al hablar.

El escape entre la penumbra

Imagen relacionada con caso de asalto en vía a la costa
Imagen relacionada con caso de asalto en vía a la costa.Miguel Rodríguez

En ese sitio los dejaron amarrados. Uno de los técnicos pudo desamarrarse y liberar al resto. La odisea continuaba, ya que la penumbra los rodeaba y no tenían ninguna fuente de luz. En ese momento, su principal objetivo era buscar ayuda en algún caserío cercano.

Después de dos horas de abrirse paso entre matorrales, el grupo de asaltados escuchó lo que parecía ser un chivo. El sonido los guio hasta una casa donde los auxiliaron. Tomaron agua y limpiaron sus heridas. Finalmente, un grupo de trabajadores que salía hacia Progreso los llevó a esa localidad, en donde pudieron llamar a sus familiares.

Desde ese día trágico, Milton ha tratado de buscar su carro y sus equipos, sin éxito. En estas tres semanas, él ha conocido más casos, similares al suyo, en esa y otras zonas de la vía a la costa, y Santa Elena: el mismo modo de operar, el acento de los delincuentes, los días de los asaltos, entre otras circunstancias, y que harían base en Cerecita. Muchos de los propietarios de haciendas y fincas, incluso, creen que es hora de vender esos bienes ante la falta de seguridad.

¿Qué dicen las estadísticas oficiales? De acuerdo con los datos de emergencias atendidas por el ECU-911, entre el 1 de enero y el 25 de agosto de este año, constan 160 registros de robos en general, entre esos, 29 robos de carros, en el distrito Progreso. En el mismo periodo del año pasado, se enlistan 95 registros, de esos, 23 robos de carros.

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Por otra parte, hay hechos violentos que no son denunciados por temor o falta de confianza en el sistema de justicia. Eso propicia que se genere un subregistro, es decir, cifras que no son parte de las estadísticas oficiales. Un trabajador de una camaronera de una zona de Chanduy prefirió no denunciar el robo de su camioneta 4x4, que se registró hace unos meses. Esperó a que lo llamaran para acordar el pago del rescate del automotor. Este tipo de casos también se multiplican en el área costera.

Por esta nota, esta pendiente el contacto con un jefe policial a cargo de los controles de la carretera Guayaquil-Santa Elena.

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