La tierra es plana
En el año 2020 la Conferencia Internacional de la Tierra Plana fletará un crucero con el fin de llegar hasta los confines de nuestro planeta. Según esta organización, la tierra es una especie de plato más o menos plano en cuyo centro se encuentra el polo norte, rodeado por una pared de hielo, más allá de la cual solo hay un abismo. Lo absurdo de la visión de la tierra plana se sitúa en la cúspide de las llamadas teorías conspirativas o negacionistas, entre las que habría que ubicar, por ejemplo, a las de quienes piensan que el hombre no pisó la luna, las de quienes quieren prohibir la enseñanza del evolucionismo en las escuelas, las de los que aseguran que los dinosaurios nunca existieron, las de quienes proclaman que Hitler nunca ordenó la muerte de los judíos o, recientemente, la de que el cambio climático es una falacia.
La afirmación de que la tierra es plana solo tendrá efecto en los viajeros de ese crucero que gastarán su dinero en un ridículo viaje de exploración y en quienes sonreiremos ante tal alarde de ignorancia, mientras otras son peligrosas por los alcances y efectos que pueden tener en amplios sectores de la población mundial y sobre el propio futuro de nuestro planeta.
En ese último caso está el movimiento antivacunas que desarrolla una campaña para rechazar la inmunización infantil basada en datos falsos, teorías conspirativas entre las farmacéuticas y los Estados y algunos mitos, y que ha conseguido, por ejemplo, que en ciertos barrios de la ciudad de San Francisco los niveles de vacunación sean inferiores a los de ciertos países de África subsahariana. También los negacionistas del cambio climático (elevado a política de Estado en países como Estados Unidos o Brasil) que se cierran a entender que al ritmo que va, nuestro planeta se está encaminando hacia un desastre global que, al parecer, se presentará mucho antes de lo esperado.
El escepticismo ha sido llevado al extremo de negar la historia, desconocer los aportes de la ciencia y los avances de la civilización. Es el auge de la extrema derecha, de la globalización reaccionaria y, sobre todo, de la ignorancia y la mala fe.