Todavia hay esperanza bajo los escombros
La tierra sigue temblando en Manta mientras cientos de socorristas continúan removiendo escombros tratando de sacar cuerpos. Entre la madrugada y la mañana de ayer siete personas fueron rescatadas con vida entre los cascotes de los edificios Felipe Nav
La tierra sigue temblando en Manta mientras cientos de socorristas continúan removiendo escombros tratando de sacar cuerpos. Entre la madrugada y la mañana de ayer siete personas fueron rescatadas con vida entre los cascotes de los edificios Felipe Navarrete y Hotel Miami en Tarqui. Entre los rescatados estaban Katty Rezabala (21), Líder Pincay, otras dos mujeres, un niño y dos jóvenes.
Los sobrevivientes fueron llevados hasta el Hospital Rafael Rodríguez Zambrano. Los socorristas y los canes continúan tratando de salvar la vida de quienes aparentemente se encuentran enterrados en lo que quedó del Hotel Miami.
“No paro de llorar, Dios, y te pido que me des tu hombro y me toques con tus manos y quiero escuchar que esto ya pasó. Qué dura lección que nos ha dado el Todopoderoso. Ahora sí hay una señal de que hay más vida entre los escombros”, indicaba entre lágrimas Soledad Macías, familiar de uno de los sobrevivientes.
Pero otros expresaban rabia e impotencia, con lamentos por la lentitud en la llegada de los socorristas. “El rescate ha sido muy lento y se han perdido vidas valiosas. Nosotros los familiares hemos estado aquí desde el sábado por la noche”, reclamó Pedro Merro, cerca del mercado municipal de Manta. Su prima desapareció al colapsar la estructura de tres pisos junto al mar en esta ciudad.
Bajo un sol abrasador, el olor de los cuerpos en descomposición se vuelve más fuerte a medida que pasan los días. Un centenar de cuerpos fueron retirados de los escombros. Pero el número exacto de desaparecidos se desconoce.
Luis Felipe Navarro, propietario de un edificio en ruinas cerca del mercado, está convencido de que hay personas vivas entre el amasijo de hormigón y acero. “He recibido mensajes a mi teléfono. Me dicen que hay diez en una especie de cavidad. Pero los equipos de rescate no me escuchan”.
“Es difícil recorrer la ciudad, ver tanta gente tirada en las veredas y terrenos baldíos con lo poco que alcanzaron a recoger, niños pidiendo agua a sus padres y estos llorando de impotencia al no poderles dar porque aún la ayuda no les ha llegado. Se me estremece la piel por todo esto”, comenta a este Diario en un mar de lágrimas Ricardo Lorenty, un joven que lo perdió todo, pero que agradece a Dios que sus padres y su seres queridos estén con vida.
En cada rincón de la urbe se aprecian casas caídas y edificios cuarteados o a punto de desplomarse. Johanna Guerrero, habitante del sector Interbarrial, al sureste de Manta, reclama por ayuda indicando que hasta el sector no han llegado los socorristas. Allí también hay casas y postes caídos. HLV/Agencias