Una tradición llena de significado y conexión con la tierra y la historia
En Chimborazo los peregrinos realizan sacrificios al Tayta y toman un poco de su alpha (tierra) para colocarlo en sus chacras
Cada primer jueves de Cuaresma, la familia Daquilema Yambay, se dirige al Tayta Alajahuan. Ellos se reúnen en Riobamba, dónde inician el peregrinaje junto a familiares y amigos, al son de tambores y cantos, llevan a cuestas la comida, bebida y ofrendas para el Apu(deidad).
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Leer másEl famoso cerro, es una de las huacas de la Gran Nación Puruhá y está ubicado en el límite entre los cantones de Riobamba y Colta.
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En este punto energético, año tras año la descendencia Puruhá se reúne para participar en una variedad de rituales de abundancia y energía durante la fiesta del Pawkar Raymi, que coincide con las celebraciones del carnaval. Grupos llegan de diferentes partes del país y el extranjero para cumplir la tradición.
Como parte de estos rituales, siguiendo uno de los mandatos de la cosmovisión andina, los peregrinos realizan sacrificios al Tayta y toman un poco de su alpha (tierra) para colocarlo en sus chacras, corrales, sembradíos y viviendas. Según su creencia esto contribuirá al aumento de la producción.
María Yambay explica: “Esta es tierra sagrada, heredada de nuestros ancestros. Además, está cargada de la energía que se libera al danzar, tocar instrumentos y compartir".
A pesar de que en la época de la colonia los españoles construyeron iglesias sobre estos sitios energéticos, la creencia ha perdurado de generación en generación en la provincia de Chimborazo. Estos lugares llenos de cultura y espiritualidad ahora son custodiados con recelo para evitar su destrucción, en San Juan se conocía uno, aunque fue removido para dar paso a sembríos. El más identificado y que congrega una masiva asistencia es Alajahuan.
El intercambio en este lugar se realiza mediante lana de animales y cabelleras de mujeres, a menudo atadas con cintas. Además, en Alajahuan también se lleva a cabo el atallpa pukllay (juego con gallos).
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Leer másLos danzantes llevan gallos en un palo y, después de un juego realizado con los ojos vendados, depositan la sangre del gallo rojo en las entrañas del cerro sagrado y lo cubren. Este sacrificio no tiene un lugar específico, sino que se realiza en el sitio elegido por la familia para el ritual, porque en Alajahuan, la piedra sagrada fue removida y en su lugar colocaron una cruz.
En la actualidad para preservar este ritual, dentro de las familias y comunidades se escoge un priostes de gallos. Será el encargado de recoger los gallos de casa en casa, a más de los que él brinde, para el juego del próximo año.
Durante la peregrinación, varios símbolos y personajes son esenciales. Las warmitukushkas (hombres vestidos de mujeres) representan la dualidad. El prioste lleva la bandera, que golpea el suelo al ritmo de tambores, guitarras y rondines.
También hay personas vestidas de militares, quienes se cree que fueron adoptados en la época de las haciendas. En esos tiempos, los indígenas encontraban en sus rituales la única forma de protestar contra el abuso.
Alberto Tuaza, catedrático universitario e investigador, explicó: “Esta es una forma de ridiculizar a la autoridad que se ejercía en ese tiempo, cuando no existían derechos. A pesar de la continuidad y evolución de la cultura, esta tradición se ha mantenido en el imaginario de la fiesta”.
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