La tregua en Alepo estalla en pedazos
Poco después de la suspensión de un acuerdo concluido por iniciativa de Rusia y Turquía, que preveía la evacuación ayer de civiles y combatientes antigubernamentales de la segunda ciudad de Siria, el frente se puso nuevamente al rojo vivo en los últi
‘Todo el mundo se esconde y tiene miedo”, confía Mohamad al Jatib, un militante de uno de los últimos barrios insurgentes en Alepo de nuevo inmersos en el infierno de los bombardeos del gobierno sirio.
Poco después de la suspensión de un acuerdo concluido por iniciativa de Rusia y Turquía, que preveía la evacuación ayer de civiles y combatientes antigubernamentales de la segunda ciudad de Siria, el frente se puso nuevamente al rojo vivo en los últimos 5km2 aún bajo control rebelde.
La gente, aterrada, corría en todas las direcciones en el devastado este de Alepo, buscando refugio, en tanto algunos trataban de esconderse bajo los portales de los edificios, constató un corresponsal, que vio a un tanque de las fuerzas gubernamentales disparando contra el puñado de barrios.
Los sublevados, por su parte, lanzaron cohetes contra los barrios en manos de las tropas oficiales en el oeste de la urbe.
Funcionarios rebeldes acusaron a las milicias chiíes apoyadas por Irán, un aliado de Siria, de obstruir el convenio para la evacuación hacia otras zonas de Alepo o de la provincia de Idlib. Sin embargo, el acuerdo seguía negociándose.
“La situación es horrible en estos momentos en Alepo”, escribió el militante Mohammad al Jatib, contactado a través de internet. “Los heridos y los muertos están en las calles, nadie se atreve a retirarlos”.
“El bombardeo es continuo, nadie se mueve siquiera. Es indescriptible”, agregó.
El único contacto de estos habitantes del este de la ciudad con el mundo exterior es virtual: algunos lanzan SOS a través de las redes sociales.
“El alto el fuego terminó. Todo el mundo será ejecutado cuando las fuerzas de Bashar al-Asad y sus granujas capturen nuestra zona”, tuiteó Ismail Alabdulá, un voluntario de los Cascos blancos, los socorristas de la zona rebelde.
Frente a un hospital del sector, los cadáveres yacían en el suelo puesto que nadie se ha acercado a identificarlos o retirarlos desde hace dos días.
En el interior, heridos con sus rostros demacrados, algunos amputados, duermen en el suelo por la falta de camas, muchos comparten frazadas.
Además de los bombardeos y sus esperanzas esfumadas, los residentes, entre los cuales hay numerosos niños y mujeres, están hambrientos a causa de la gran escasez que sufren desde el comienzo del sitio, impuesto al este de Alepo por el gobierno desde julio pasado.
Al trascender el acuerdo de evacuación, una muchedumbre esperó durante horas portando sus magros equipajes.
Roídos por el hambre, y ahora soportando temperaturas que bajan a cerca de 0ºC durante el día, la mayoría de la gente solo ha comido dátiles desde hace varios días.
Familias enteras pasaron la noche en las aceras, con niños apenas abrigados tiritando de frío bajo una intensa lluvia.
El hambre y la desesperación dan lugar a escenas desgarradoras. Una madre con su bebé en brazos y portando varias bolsas ve cómo se le cae un bote de leche en polvo. Se lanza al suelo para recoger el contenido, que ya se ha mezclado con el barro...