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La draga que realiza los trabajos de extracción de sedimento.ARCHIVO

La triste historia de un dragado trucho | Por Rafael Cuesta

Análisis | Recibir una obra que es casi una minucia para lo que necesitamos es demasiado tiempo y una burla

Hace 30 años dejaron de ingresar barcos de alto calado a los muelles del río Guayas. Desde que se construyó la represa Daule-Peripa ya se hablaba de la necesidad de dragar el río porque su caudal iba a disminuir, lo que provocaría la formación de bancos de sedimentos que hoy son islotes que hasta llevan nombres y han pasado a formar parte de la hidrografía.

Varios presidentes, alcaldes y prefectos han intentado dragar el río para que vuelvan los barcos. Ya ni el buque escuela Guayas ingresa por el riesgo de quedarse varado. La politiquería siempre se impuso y nunca faltaron detractores de la obra, que con razón o sin ella, se opusieron a que se realice.

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En 2018, después de tanto bregar, se optó por lo salomónico. Entregar la obra a la Armada Nacional; después de todo sus miembros son los más capacitados en la materia, pues son los que han realizado los más importantes trabajos de dragado en el país.

Se trataba de un contrato por 53 millones de dólares que firmó el entonces prefecto del Guayas, Jimmy Jairala, con la Armada. Incluso se entregó un anticipo de 13 millones de los cuales se invirtió 1 millón en obras preliminares. La draga era nueva, alquilada por los marinos a Países Bajos y el dragado debía concluirse en dos años, o sea en 2020.

Cuando asumió Carlos Luis Morales en 2019, este tumbó el contrato debido a las presiones que se produjeron dentro de su partido y de la propia Armada Nacional que cuenta con un importante número de exoficiales dedicados al negocio del dragado. Morales convocó un nuevo concurso, pero la muerte lo sorprendió antes de concluirlo, entonces llegó Susana González con “el dragado va porque va” y convocó un nuevo concurso que lo ganó una empresa china desconocida, sin mayor experiencia, por 9 millones de dólares menos que el contrato con la Armada Nacional, pero con un tiempo de tres años en lugar de dos y con la posibilidad de ajustes. La draga se demoró en llegar, el barco que la traía se averió en medio camino y Susana González no pudo verla en funcionamiento durante su gestión. Como resultado, tenemos un dragado trucho que equivale a darle paracetamol a un paciente con infección que necesita antibióticos.

Hoy conocemos que la draga en funcionamiento es de iguales características que la draga que iba a utilizar la Armada, pero la de los marinos era nueva a diferencia de la de los chinos que ya tiene sus años y ha sufrido varios daños que han motivado su paralización con las consecuentes multas que ya van por más de 750 mil dólares.

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La draga deberá extraer 6,2 millones de metros cúbicos de sedimentos del islote denominado Palmar hasta abril de 2025, pero en un año que está funcionando solo ha extraído 1,5 millones de metros cúbicos. Es decir, si mantiene este ritmo en los siguientes dos años, habrá completado 4,5 millones. Tendrá que duplicar su capacidad de extracción para concluir en el tiempo de prórroga previsto. La información exacta de los avances, multas, ajustes, reprogramaciones, etc. no consta en la página web de la Prefectura y resulta casi imposible conseguirla por las trabas burocráticas.

Este análisis intenta mostrar una realidad del quemeimportismo generalizado en las autoridades por atender asuntos de vital importancia. No existe entidad más capacitada para dragar ríos en el Ecuador que la Armada Nacional. Tiene muchos años haciéndolo y, aunque no ha sido perfecta en sus ejecuciones, es seguro que lo hubiera hecho mejor que los actuales contratistas.

La prefecta Marcela Aguiñaga heredó este contrato, pero ha sido demasiado benevolente. Las multas no son suficientes y aunque a estas alturas no sería lógico darlo por terminado, debe presionar más para que concluyan su trabajo a tiempo. Aguiñaga también debe iniciar el proceso de dragado en otros bancos de sedimentos que se han formado alrededor del río Guayas y planificar el mantenimiento para incrementar poco a poco el ingreso de embarcaciones de mayor calado. Haber esperado 30 años para recibir una obra que es casi una minucia para lo que necesitamos y merecemos es demasiado tiempo y una burla para los contribuyentes.

Con el dragado, la economía de las provincias de Guayas, Los Ríos y Manabí mejorará notablemente. El transporte fluvial se convertiría en una alternativa al transporte terrestre entre estas provincias. El turismo local y extranjero se incrementaría. Es cuestión de planificación, decisión y honestidad.

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