El triunfo visto con los ojos del alma
Raúl Treviño sufre una enfermedad visual que le impidió ver la victoria ante Alemania, pero asegura que fue “una sensación indescriptible” vivirlo en el estadio.
Sentir es más importante que ver. Puede sonar extraño. Incluso atrevido para alguien que nunca se paró a pensar en la suerte de poder disfrutar de los acontecimientos con naturalidad. Pero si lo dice alguien que entiende el fútbol como “lo más importante de las cosas menos importantes” y apenas tiene 10 % de visión a sus 37 años, ha de ser cierto. Raúl Treviño estuvo presente en el “mejor partido de la historia del Tri”, el pasado domingo, y nunca lo olvidará. Lo tiene guardado “en el corazón”.
Este fanático azteca sufre Retinitis Pigmentosa, apenas puede ver, no puede manejar y necesita una especie de muleta a modo de guía para caminar por las calles de Moscú. Allí llegó el viernes, desde Monterrey, para vivir en persona su primer Mundial. “Y me han regalado algo histórico”, dice orgulloso, pese a que en los estadios no es capaz de ver ninguna de las jugadas.
“Sentí primero que algo pasaba porque escuché el murmullo”, inicia. “Era el comienzo de la jugada”, completa Jorge Argüelles, su amigo y guía en este viaje y en los cotejos más importantes de Monterrey y México. “Creció la presión, la sentía en el cuerpo, podía saber que todo iba bien porque todos se callaron, nerviosos, y algo estaba pasando”, continúa relatando. Después, Jorge le agarró la mano, se la presionó fuerte cuando Hirving Lozano recortó dentro del área y el estadio explotó.
“Me abrazó Jorge y también una chica que tenía a mi lado, después me abrazaron muchas otras personas y al final ya no sabía con quién festejaba. Pero ese sentimiento, esa emoción que sentí, es indescriptible”. Así vivió el gol del triunfo y quizá por eso sonríe y queda con cara de incrédulo, mirando al infinito, al ser preguntado si en la televisión sí puede ver los partidos. Es amable, por ello se limita a un simple “sí, pero verlo no es lo mismo que sentirlo”.
“Lo de ayer mereció estar en el estadio, con 50.000 compatriotas en Rusia, cantando y festejando”. Tras esta afirmación, inicia su camino de nuevo, aunque se choca con una joven rusa que le pide perdón y le anima por el excelente triunfo. Continúa su marcha. Nada lo detiene, salvo “este insoportable sol” que atiza la mañana moscovita horas después de la gran gesta. Pero quiere conocer la ciudad, palparla, caminarla y en ciertos puntos detenerse para acercarse al máximo para poder ver algo.
El fanático ha encontrado en esta Copa del Mundo cariño desde el resto de hinchas mexicanos, que lo identifican por la camiseta mexicana que porta su acompañante. Son continuos los gritos de ánimo, a los que Raúl prefiere no hacer mucho caso, ya que considera que su escasez de vista no le hace “mejor hincha”. “La selección es el símbolo más importante que tenemos los mexicanos, es lo único que nos une a todos y por eso estoy aquí. No soy ni más ni menos que otros, soy uno más de los mexicanos que queremos disfrutar de nuestro equipo”, razona, dando normalidad a su historia.
Hoy tomará un tren para viajar a Rostov del Don, donde los de Juan Carlos Osorio, a quien pide desde este artículo sus disculpas por las dudas, medirán a Corea del Sur el próximo sábado en la segunda fecha del Grupo F. Allí espera volver a sentir un triunfo que les permita clasificar a los octavos de final y evitar a Brasil. “Esta vez vamos a superar lo del 86”, promete mientras se despide dando un fuerte apretón de manos, colocando su muleta por delante y reanudando su camino a la gloria.
Grito ofensivo de los hinchas
Aztecas, otra vez sancionados
Los fanáticos aztecas coparon los graderíos del estadio Luzhniki y pusieron el colorido al escenario deportivo, pero repitieron un error habitual. Cada vez que Neuer se disponía a botar cualquier saque de puerta o falta, el “eeeh put...” retumbaba pese a que ya habían sido avisados de una posible sanción de la FIFA. El organismo tardó unas horas en hacer pública una multa de $ 500.000, se convierte en el noveno desde que iniciase la fase de eliminatorias. PDR