Una UE mas firme en un mundo volatil
Las previsiones del año pasado con respecto a la creciente importancia de las rivalidades entre grandes potencias sigue resonando en nuestros oídos.
Además, el desarrollo de nuestro entorno estratégico es cada vez más impredecible. Actualmente, grandes potencias desafían abiertamente el orden internacional basado en normas y buscan promover visiones alternativas de un mundo dividido en esferas de influencia. La rivalidad geopolítica aviva tensiones y hace saltar la alarma ante una nueva «era de proliferación», que podría desencadenar un enfrentamiento militar no deseado. El cambio climático se está convirtiendo en una amenaza existencial y, por su parte, el ciberespacio y las campañas de desinformación son las nuevas armas del siglo XXI.
Ante esto, la Unión Europea ofrece una respuesta clara: la única forma de afrontar dichos desafíos es mediante un enfoque multilateral. Si permanecemos unidos, tendremos las herramientas y el peso político necesarios para conformar juntos el futuro orden mundial. Por ello, la UE, en vez de retirarse de la cooperación internacional y de las alianzas mundiales, opta por intensificar su compromiso de hacer frente a los desafíos globales junto a sus aliados. Esto se refleja en el Acuerdo de París sobre el Cambio Climático, el Plan de Acción Integral Conjunto (PAIC) de no proliferación, la Agenda 2030 para el Desarrollo Sostenible, la estrategia de la UE para conectar Europa y Asia o la reforma de la OMC.
Pese a que, en el fondo, estos acuerdos sean difíciles de alcanzar, estamos convencidos de que constituyen la mejor manera de garantizar un mundo más pacífico, próspero y seguro, especialmente cuando no cabe duda de que ningún país, por sí mismo, puede abordar los desafíos mencionados. Estoy convencida de que este es el enfoque correcto, y prueba de ello es que ahora, más que nunca, nuestros aliados reclaman la acción europea.
A cada oportunidad que se presenta, la necesidad de brindar respuestas conjuntas a problemas de interés común no solo se resalta, sino que se plasma en la práctica. Así pues, la Unión Europea invierte en una cooperación internacional y alianzas más amplias, sobre todo con la OTAN, la ONU y organizaciones regionales como la Unión Africana y ASEAN. Nuestra cooperación trilateral UE-UA-ONU ante desafíos comunes, como la migración, refleja cómo el alcance de soluciones multilaterales puede contribuir a una mayor seguridad, estabilidad y prosperidad.
Por ejemplo, tal y como señaló recientemente el informe especial del IPCC de la ONU sobre el calentamiento de la Tierra, urge la necesidad de actuar contra el cambio climático, lo que explica los incesantes esfuerzos de la UE por alcanzar un resultado exitoso en la COP 24 en Katowice. La UE quiere dar ejemplo convirtiendo sus ambiciosos compromisos para 2030 en actuaciones concretas, algo que se dejó claro en la reunión de alto nivel sobre clima y seguridad que celebró la UE el pasado junio.
En el sector de la seguridad, la Unión Europea sigue afirmando su papel de proveedor de seguridad. No solo trabaja a nivel interno al objeto de intensificar los esfuerzos conjuntos para combatir de manera efectiva el terrorismo, el odio y el extremismo violento, sino que, además, la Unión interviene sobre el terreno en dieciséis misiones de gestión de crisis donde participan alrededor de 4 000 hombres y mujeres. Desde el desarrollo de capacidades en Mali, Nigeria y la República Centroafricana, hasta el apoyo a la reforma del sector de seguridad en Irak, la lucha contra la piratería en las costas de Somalia o la prevención del resurgimiento de la violencia en Georgia, la Unión continúa fortaleciendo la seguridad internacional en su vecindad y más allá de sus fronteras inmediatas. Lo anterior se complementa con una participación constante en más de cuarenta actividades de mediación a lo largo y ancho del mundo, desde Colombia hasta Yemen y Filipinas, y está respaldado por un apoyo económico, pues la UE sigue siendo el primer donante de ayuda humanitaria y al desarrollo.
A medida que Europa asume mayores responsabilidades relativas a su propia seguridad, el debate sobre su autonomía estratégica pasa a ocupar un primer plano y no está libre de controversia. No obstante, el razonamiento de base es simple: cuando sea necesario, los europeos deben poder proteger y defender los intereses y valores europeos, así como tener capacidad de actuación. Deseamos poder cooperar con terceros países bajo nuestras propias condiciones.
A este respecto, hemos acentuado el desarrollo de capacidades militares conjuntas mediante nuestra «Cooperación Estructurada Permanente» (PESCO), aumentaremos las inversiones conjuntas por medio del Fondo Europeo de Defensa, estamos optimizando las estructuras de mando militar (MPCC) y hemos alcanzado un compromiso con miras a fortalecer nuestra gestión civil de crisis. Asimismo, estas iniciativas contribuyen al fortalecimiento del pilar europeo de la OTAN y a la defensa colectiva.
Asumir más responsabilidades también implica reforzar nuestra propia resiliencia y nuestras capacidades en sectores de suma importancia como el energético, el espacial o el de las infraestructuras, entre otros. Nosotros, los europeos, no podemos aceptar las interferencias y la desestabilización provocadas por los ataques híbridos y ciberataques; de ahí nuestro énfasis por reforzar las capacidades en materia de ciberseguridad mediante la mejora de la protección de datos y la contención de la desinformación a través del Plan de Acción contra la Desinformación, adoptado recientemente.
Asimismo, debemos mantenernos especialmente alerta con miras a preservar los logros en materia de no proliferación, como el Tratado INF o el acuerdo nuclear con Irán, pues los intereses relativos a nuestra propia seguridad son, simplemente, demasiado elevados. El punto de partida no puede ser desmantelar la arquitectura actual y empezar de cero. Los europeos trabajamos a todos los niveles para promover la universalización y la aplicación de acuerdos existentes, como pueden ser el Tratado sobre la no proliferación de las armas nucleares o el Código de Conducta de La Haya contra la Proliferación de los Misiles Balísticos. Del mismo modo, presionamos para que entre en vigor el Tratado de Prohibición Completa de los Ensayos Nucleares, que podría desempeñar un papel importante en la consecución de una desnuclearización verificable e irreversible de la República Popular Democrática de Corea.
Las responsabilidades no se limitan a cuestiones de defensa. Hoy en día, por ‘seguridad’ también se entiende la seguridad económica, concepto que incluye la importancia estratégica del euro y la necesidad de garantizar que la divisa única pueda asumir plenamente su papel en la escena internacional. Promover el papel internacional del euro forma parte del compromiso de Europa de respaldar una economía global abierta, multilateral y basada en normas. Las consecuencias extraterritoriales de las sanciones también ponen en tela de juicio la capacidad de la Unión para garantizar nuestros propios compromisos políticos. En este contexto, estamos desarrollando mecanismos que ayudarán, protegerán y animarán a los agentes económicos a emprender negocios legítimos en el extranjero.
Como europeos, no podemos permitirnos perder tiempo o ser menos innovadores que otros. Debemos modernizar nuestros planteamientos y colaborar de manera más activa con nuevos actores en la intersección de la tecnología y la política exterior y de seguridad. Esta es la razón por la que la alta representante puso en marcha el Grupo Global Tech, en el que participaron los directores generales de las principales empresas tecnológicas, con el fin de ayudar a garantizar que las normas y la ética internacionales puedan adaptarse al ingenio humano. A fin de aprovechar estas oportunidades, también debemos tomarnos en serio las implicaciones en materia de seguridad, de ahí la reciente Comunicación de la Comisión Europea sobre la inteligencia artificial.
En suma, apoyar un multilateralismo basado en normas, así como como una mayor autonomía estratégica europea no son objetivos contradictorios. Si reforzamos nuestra resiliencia frente a los nuevos riesgos, la Unión Europea desempeñará su papel en la revitalización del orden multilateral y será percibida como un actor firme en un mundo volátil.
Artículo original publicado en el periódico The Security Times