Situación. En el recinto Los Aguacates, la población convive con la contaminación que genera el relleno sanitario.

Un vertedero que olvido las medidas de control

En Milagro, los vecinos del lugar se quejan de la contaminación. Además, hay afectación a cultivos y subsuelo.

El ambiente de la casa de los Granizo-Rodríguez se llena de moscas y el aire deja la sensación de escozor en la garganta al respirar. El agua pica al contacto con el cuerpo y huele mal, “como abombada (podrida)”. Llevan dos años con esa situación, asegura Perpetua, la jefa de este hogar que se ubica a cien metros del relleno sanitario del cantón Milagro, ubicado en La Lejía, recinto Los Aguacates.

El lugar fue abierto en 2008. Cuando se eligió ese lote de 12 hectáreas, se calculaba una media de 90 toneladas diarias de desechos, dice Fernando Buenaño, exadministrador del vertedero.

Un relleno sanitario es un método para la disposición final de los desechos en el suelo, que consiste básicamente en compactarlos y cubrirlos con una capa de tierra, luego de controlar con drenajes y otras técnicas los líquidos y gases que produce, para mantener las mejores condiciones de operación y proteger el ambiente.

Paúl Onofre, vecino de los Granizo, recuerda que cuando el Municipio socializó el proyecto, los moradores de ese recinto no estaban convencidos, pero la promesa era que el lugar contaría con tecnificación. Les habían dicho que el relleno tendría geomembranas, mecheros y un colector para los líquidos lixiviados.

“Y al inicio fue así. No apestaba, no había moscas ni gallinazos que revolotean en la basura. El problema es de hace unos dos años”, asegura Norma Onofre.

En el invierno pasado, los desechos colapsaron el camino. Los camiones no llegaban hasta el lote y “la basura quedaba regada”, lamenta Andrés Casquete.

De las geomembranas (barreras geosintéticas usadas para impermeabilizar un relleno sanitario) no queda nada. No volvieron a ver que se coloque esa “especie de plástico azul”, dicen los vecinos. La basura se almacena a cielo abierto. De los recolectores de líquidos lixiviados poco se conoce, pues las aguas negras o rojizas recorren unas canaletas alrededor de las montañas de basura y van a dar a los sembríos vecinos. Contaminándolo todo.

Los lixiviados de un relleno sanitario son de las aguas residuales más tóxicas y complejas de tratar, dice el ingeniero ambiental Marcos Fioravanti. “Además de tener la carga orgánica generada por los desechos orgánicos, esos líquidos se mezclan con los metales pesados que hay en nuestra basura (pilas, baterías, electrodomésticos o desechos electrónicos). Son aguas residuales de extremo peligro”, alerta.

Coincide con él Walter Bajaña, presidente de la Asociación Ecuatoriana de Ingeniería Sanitaria y Ambiental. Ambos recomiendan que nunca debe ubicarse un relleno sanitario cerca de fuentes de agua o de manantiales.

Si se produce una contaminación cruzada entre los lixiviados y el agua, y esta es consumida, se afectaría la salud, provocando incluso cáncer gástrico.

Los vecinos en La Lejía 1 y Lejía 2 se abastecen de agua a través de pozos profundos ayudados por bombas eléctricas. Pero creen que esa agua está “demasiado” contaminada, por lo que han optado por conseguirla en otro sector. Pero temen por sus cultivos. Alrededor del botadero existen fincas en las que siembran en su mayoría banano, cacao y caña dulce. Justamente un terreno junto al relleno sanitario fue escogido por el Municipio para ser expropiarlo y abrir otro vertedero.

Por ahora no existen trabajos de remediación a corto plazo a ejecutarse en la comunidad circundante. Hay labores que tomarán al menos unos 6 meses, indicó Luis Allauca Pincay, director de Obras Públicas de Milagro.

El Municipio debe velar por la gestión

La Ley de Ambiente dice que es responsabilidad de los GAD municipales: eliminar los botaderos a cielo abierto existentes en el cantón en el plazo establecido por la autoridad ambiental, mediante cierres técnicos avalados por la autoridad ambiental competente.

Además, reportar anualmente y llevar un registro de indicadores técnicos, ambientales, sociales y financieros, de la prestación del servicio de la gestión integral de residuos y reportarlos a la autoridad ambiental, algo que según Prefectura, el cabildo de Milagro no ha cumplido.

Solo hubo informes hasta 2013

Verónica Llaguno Directora / Ambiente Prefectura

1. ¿Cuándo otorgó la Prefectura del Guayas la licencia ambiental para abrir el relleno sanitario?

En 2011 el GAD municipal de Milagro solicitó la licencia para efectuar el relleno sanitario. Se ingresó a la Prefectura y según los parámetros esta licencia fue aprobada para que hagan la construcción de ese relleno sanitario. La alcaldía debía presentar cada seis meses informes de cómo se estaba realizando el manejo del relleno.

2. ¿Cuándo fue la última vez que recibieron esos informes?

En noviembre de 2013 fue lo último que presentaron. Falta que se analicen las inspecciones correspondientes en los planes de manejo. Como institución recibimos estas auditorías, y van nuestros técnicos a verificar que esa auditoría se esté cumpliendo. Ellos (Milagro) no nos han entregado estas auditorías, por ende nuestros funcionarios no han realizado ese seguimiento.

3. Conocieron la situación actual del relleno sanitario por una denuncia este año. ¿Qué evidenciaron?

Algunas falencias: falta de presentación de las normas ambientales, la presentación de los documentos como auditorías e informes de seguimiento. Ya se abrieron 3 procesos administrativos en comisaría. Estas medidas se aplican a los funcionarios de Prefectura que no detectaron esta situación.