La vida como una eterna protesta
Dato. Espacio Abierto de Ideas está como grupo en Facebook. Allí se publica la agenda de temas.
Sentía que algo no marchaba bien. Lo sospechó desde que en la madrugada llegaron personas a tocar la puerta de su casa. Cuando amaneció, constató sus dudas. Su padre acababa de morir en un accidente de tránsito. Se rompió por dentro.
Tenía 9 años y una vida para asimilar la pérdida. Pero no pudo. No del todo. Pasó de estudiar en uno de los institutos más caros de Guayaquil a jugar en la tierra, en una escuela fiscal de Ingenio San Carlos, adonde tuvo que mudarse con su madre y su hermano para poder arrendar una casa de la ciudadela Simón Bolívar, donde vive actualmente, solo.
Giovanni Burneo nació en 1985 y conoció la diferencia de clases sociales desde muy niño. Por eso ahora se dedica por entero al activismo social.
Protesta en redes sociales, en las calles, a través de grafitis que pinta en terrenos baldíos... Lo hace en las canciones que toca con su banda, Los Apuestos, y hasta en su piel, con todos los tatuajes que le pintan los poros, algunos de los cuales simbolizan su hastío por la sociedad inoperante, como el que tiene en el brazo de un hombre horrorizado siendo espectador de un mundo roto. Roto como él.
Como no le basta aquello, también levanta su voz en el denominado Espacio Abierto de Ideas, un encuentro itinerante de acción social que acaba de inaugurarse en Guayaquil, del que es uno de los mentalizadores.
“Darte cuenta a muy temprana edad de que otros no te ‘paran bola’ porque te ves diferente te cambia la actitud ante la vida”, confiesa.
Su historia es dura. A los 15 años, cuando su madre emigró a Italia, se rompió de nuevo; pero esta vez no pudo darse cuenta, pues ocurrió de forma gradual, imperceptible.
Ya a esa edad era un rockero sin ley, aficionado a la música con contenido social. Vinieron las drogas, todas las que pueda imaginar. Consumió lo que pudo. Algunas veces lo hizo frente a la tumba de su padre.
No es algo que le enorgullezca. Por ese bache existencial no terminó cuatro carreras en la universidad y ahora sus dos hijos viven en otra ciudad.
“Cuando llegas a tener altos niveles de adicción, te dan ganas de sacarte la piel y lavarte los huesos”, confiesa seis años después de su recuperación.
Pudo salir de ese mundo gracias a su hermano, Piero, que lo encerró dos veces en la clínica de rehabilitación donde afirma haber conocido el verdadero infierno.
Esa experiencia le limpió los vicios, pero no pudo borrarle la herencia que le dejó el punk. “Esto no es moda, sino convicción. En mi raíz hay protesta”.
Esa es la verdad que carga en sus hombros. Está convencido de que debe hacer algo para su sociedad. Se resiste a simplemente quedarse con los brazos cruzados.
En Espacio Abierto de Ideas se debaten temas de actualidad, con el fin de analizar escenarios y posturas ante las diferentes situaciones coyunturales, como las elecciones y la administración pública.
Giovanni no puede entender cómo hay gente que se calla ante lo injusto. Las mentes dormidas le escaldan la piel.
“Todos somos políticos. Todos podemos hacer política. Tener responsabilidad social es un deber. Yo protesto por cosas que todos saben. Estoy aquí para eso, para recordarle a la gente lo que está mal. Me toca hacer el trabajo sucio”, sentencia.