Violencia, una espiral que gira a lo rural
En Los Ríos, en el 2018 hubo 14 homicidios más que en el 2017. Más muertes violentas en el campo que en la ciudad.
La percepción ciudadana es que la violencia va en aumento en el país. Las estadísticas nacionales no la revelan, pues la tasa de homicidios del 2016 es la misma que la del 2017: 5,8 muertes violentas por cada 100.000 habitantes.
Esa tasa es la segunda más baja de Latinoamérica en 2017, expresó la semana pasada la ministra del Interior, María Paula Romo, durante su comparecencia en la Asamblea. La del 2018 aún no la tienen.
De hecho, la tasa de homicidios estaba en una curva descendente desde el 2010 hasta el año pasado, en que comenzó, primero, a estancarse y después de ello hacia un leve ascenso.
Pero en esas cifras no están incluidos los hechos de violencia de enero del 2019 que encendieron las alarmas en el nivel más alto. Entre el 13 y el 26 de este mes -- catorce días -- se registraron casos de violencia extrema que espeluznaron a los ecuatorianos, entre ellos la masiva violación de una joven en una discoteca en Quito; el femicidio de otra mujer embarazada en Ibarra, y el apuñalamiento de una joven en Sauces.
Los tres hechos violentos fueron cometidos por personas cercanas a las víctimas, en lo que la Policía y los políticos han comenzado a llamar violencia social, para distinguirla de la criminal, que es la cometida por quienes tienen un interés económico, como fue el asalto a un banco en Quito en el que fue asesinado el esposo de la asambleísta Rina Campain, el viernes pasado.
A nivel nacional no hay cifras consolidadas de la violencia social y de la violencia criminal en lo referente a heridos que dejan estos actos, pero sí los hay en asesinatos, pues las estadísticas indican que son más los homicidios cometidos por violencia social (58 %) que los registrados por violencia criminal.
Pero también hay otra tendencia: que los homicidios aumentan en las zonas rurales. Un ejemplo es Los Ríos, en donde en el 2018 se registraron 14 muertes violentas más que en el 2017. En enero de este año, cuatro más que en enero del 2018.
El comandante de la Policía de esa provincia, coronel Thelmo Erazo, dijo a este Diario que el incremento se registró en la zona rural, por lo que la entidad está planificando estrategias para extender su presencia en una extensa área donde hay 120 recintos. Los recursos que tienen no alcanzan pero, dice, tratarán de llegar con lo que se pueda.
El aumento de la violencia, según sociólogos consultados por este Diario, no solo es en Ecuador, sino a nivel mundial por los mismos factores. Y los crímenes horrendos, dice, son los grandes síntomas de lo que se está tejiendo todos los días en las sociedades.
Carlos Tutivén, catedrático de la Universidad Casa Grande, indica que entre las causas de la violencia están, entre otras, la hiperconectividad, las frustraciones por las desigualdades económicas, el crecimiento del individualismo y la turbación constante.
Pablo Pazmiño Matamoros, profesor de la Universidad de Esmeraldas, agrega otra causa: una educación de los niños en la que están ausentes los valores, por una mala interpretación de la norma del no maltrato físico por no corregir a los niños con el premio y el castigo.
El detalle
Las estadísticas
La Policía y el Ministerio del Interior no han difundido, hasta hora, las cifras de homicidios registradas hasta diciembre del 2018 ni tampoco la tasa del año. Las últimas cifras presentadas, en la Asamblea, la semana pasada, fueron el comparativo entre enero y noviembre del 2017 con igual período del año pasado.
Georeferenciación
La Policía Nacional, a través de departamentos de georreferenciación del delito, teje las estrategias de protección ciudadana a nivel nacional. Pero no todas las zonas y subzonales tienen áreas de georreferenciación que permitan tener una información inmediata para conocer la situación de violencia en las zonas rurales y urbanas.
La operatividad
La Policía tiene unos 53.000 miembros a nivel nacional, el doble de lo que tenía hace 20 años, pero aun así se habla de necesidades para cubrir las zonas rurales. En los últimos años, la atención policial ha estado centrada en Guayaquil, que aún sigue siendo la ciudad más violenta del país.