La violencia y el feminismo ante su espejo
ANÁLISIS. El debate sobre la violencia machista y el discurso feminista está servido.
'Un violador en tu camino', canción feminista que se viralizó en redes
Leer másCara: amigo, date cuenta
“Y la culpa no era mía ni de dónde estaba ni cómo vestía”. El grito (con representación performática incluida) se regó por toda la región y se globalizó en cuestión de días. La primera representación pública de la coreografía del grupo chileno Las Tesis tuvo lugar en Valparaíso el pasado 20 de noviembre. Antes de que terminara ese mes, miles de mujeres la habían repetido ya en las calles de Santiago, Bogotá, México, Guayaquil, Madrid, Barcelona, París, Estambul, Sidney… Aun los que se quejan en las redes (porque no les gusta la estética general de las manifestaciones feministas, porque no comparten la beligerancia del discurso, porque se sienten aludidos por la frase “el violador eres tú”, o simplemente se incomodan y no saben explicar el motivo) no podrán dejar de admitir que se trata de un fenómeno impresionante.
En las redes sociales, la reacción antifeminista suele ser rabiosa y sustituye fácilmente los argumentos (o disfraza la falta de ellos) con el rechazo visceral. “Esto de los ‘challenge’ de hacer cosas estúpidas creo que se nos está yendo de las manos”, comentaba en estos días un ‘influencer’ libertario que, en otras cuestiones, suele ser argumentativo y racional. “Las mujeres que cantan el violador eres tú, son las mismas que perrean hasta el suelo los fines de semana, con reggaetón y trip”, decía otro, como si su generalización constituyera algún problema aún si fuera cierto. Esta falta de voluntad por comprender una manifestación global de semejantes dimensiones favorece muy poco al debate, si es que no trata de dinamitarlo directamente. Y habla muy mal de sus voceros. Porque la coreografía de Las Tesis tiene un impacto público innegable que se les escapa. Ya no será tan fácil acusar a una mujer violada de haber llevado minifalda.
Lo cierto es que el fenómeno de ‘Un violador en tu camino’, aunque no fuera sino por lo masivo y por su capacidad de prender en los países más disímiles con las realidades supuestamente más diversas, merece una respuesta más seria por parte de sus críticos. Por honestidad intelectual. He aquí un claro caso en el cual lo cuantitativo se convierte en cualitativo. Cuando tantos miles de mujeres alrededor del mundo sienten el impulso de gritarle “el violador eres tú” a la sociedad y al Estado (a través de todas sus instituciones) es porque algo importante está ocurriendo.
En Ecuador, por ejemplo, los asambleístas que votaron a favor de penalizar el aborto en los casos de embarazo por violación deberían tomar nota. Las reformas que negaron este año, ¿no terminarán siendo aprobadas el próximo? ¿O el siguiente? Porque hay un hecho claro: las mujeres (mujeres mucho más jóvenes que ellos y que, por tanto, los sobrevivirán, lo cual no es un dato menor) están hartas de tener miedo cuando caminan solas por las calles. Y no van a parar. Muchas de ellas expresan su desafío exhibiendo el busto o adoptando un lenguaje corporal que trata de ser tan grotesco como la realidad que denuncian. Si después de verlas gritando “el violador eres tú”, por miles y en todo el mundo, esos legisladores siguen pensando que el futuro se encuentra del lado de los muchachos de Tradición Familia y Propiedad que llevaron a la Asamblea (pelo rapado, terno y corbata, león rampante dorado en la solapa y estandarte medieval en la mano) es porque definitivamente hay algo (algo importante) que no terminan de entender de la realidad contemporánea. #AmigoDateCuenta.
Y nuestro castigo es la violencia que no ves
El patriarcado es un juez que nos juzga por nacer
Y nuestro castigo Es la violencia que ya ves.
Es femicidio impunidad para mi asesino
Es la desaparición
Es la violación
Y la culpa no era mía, ni dónde estaba, ni cómo vestía
Y la culpa no era mía, ni dónde estaba, ni cómo vestía
Y la culpa no era mía, ni dónde estaba, ni cómo vestía
Y la culpa no era mía, ni dónde estaba, ni cómo vestía
El violador eras tú
El violador eres tú‘Un violador en tu camino’
Cruz: amiga, date cuenta
El malestar que ‘Un violador en tu camino’ ha producido en un amplio sector (no exclusivamente masculino) de la sociedad, revela una incomodidad creciente con el discurso feminista que no siempre (no necesariamente) se explica por el machismo.
El feminismo es un arcoíris: un movimiento heterogéneo. Desde las tesis individualistas del feminismo liberal hasta las propuestas neomarxistas del feminismo radical, hay tantas maneras de entender la lucha por la igualdad entre los sexos como posturas políticas existen en el mapa de las ideologías. Pero es el discurso más radical el que se ha impuesto en el debate público. En la medida en que este tema gira en torno a lo que se percibe como “corrección política”, resulta muy difícil escapar de esa tendencia so pena de ser tachado como desertor (y, por tanto, machista). El resultado es paradójico: incluso las mujeres políticas más liberales terminan reproduciendo el rabiosamente antiliberal discurso del feminismo radical hegemónico, al menos en sus aspectos más importantes; y en aquellos en los que no, prefieren guardar silencio que encarar el debate. Brillantes pensadoras han desafiado esta tendencia: la académica norteamericana Camille Paglia, la filósofa alemana Svenja Flasspöhler, la psicóloga argentina Roxana Kreimer… critican el discurso feminista hegemónico desde el propio feminismo. En el Ecuador, sin embargo, ese debate es prácticamente inexistente: no hay, en la esfera pública, más feminismo que el feminismo radical.
Un violador en tu timeline
Leer másLa letra de Las Tesis recoge la postura de ese feminismo. Plantea la existencia de un patriarcado: un sistema de organización social y política que, en estricto sentido, no existe en Occidente, donde la igualdad de hombres y mujeres está garantizada por la ley (en un sistema patriarcal las mujeres no tienen existencia jurídica sino a través de sus tutores masculinos, por tanto no pueden enajenar bienes, no pueden heredar, no pueden participar en la política; ejemplos: Arabia Saudita, la Roma antigua). Acusa al “Estado opresor” de ser un “macho violador” a pesar de las progresivas conquistas que garantizan a las mujeres un espacio de participación cada vez más igualitario en ese Estado (en el Ecuador, por ejemplo, la Corte Nacional de Justicia, el Consejo Nacional Electoral, la Fiscalía de la Nación, la Asamblea Nacional, la Corte Constitucional, etc., son o han sido dirigidos por mujeres). En resumen: predica un antagonismo entre los sexos que no se compadece con la realidad.
Porque ni toda violencia sufrida por mujeres es machista (gran parte de la violencia política, por ejemplo, tiene un origen diferente y afecta también a los hombres), ni toda brecha entre los sexos perjudica a las mujeres (existe una brecha judicial, por ejemplo, según la cual los hombres reciben condenas más duras que las mujeres por idénticos delitos). Más aún: muchas de las estrategias del feminismo radical (por ejemplo, aquellas que se expresan en las etiquetas #MeToo o #YoTeCreoHermana) se han convertido en verdaderas formas de acoso antimasculino y han hecho tambalear el principio de la presunción de inocencia.
El feminismo es, con toda seguridad, la revolución más importante de nuestro tiempo: lleva más de cincuenta años cambiando el mundo para siempre y para bien. Hoy parece haber llegado a una encrucijada. La radicalización de su postura, el antagonismo entre los sexos que predica, resta adeptos en lugar de sumarlos. ¿Hasta cuándo las feministas del Ecuador van a eludir este debate? #AmigaDateCuenta.