La violencia machista le cuesta $ 1.800 millones a las empresas
Absentismo y bajas en el rendimiento afectan la productividad. 31 de cada 100 trabajadoras se ven afectadas. Compañías optan por la prevención.
Los trapos sucios no solo se lavan en casa. Según el estudio más reciente de la Cooperación Alemana, realizado en el país, la violencia machista trasciende el hogar, generando pérdidas de $ 1.800 millones anuales a las empresas privadas a nivel nacional.
Durante más de seis meses, investigadores de la entidad internacional analizaron la situación en 35 empresas ecuatorianas grandes y medianas, entrevistando a más de 12.000 trabajadores. Las cifras resultaron alarmantes.
“En este estudio, a diferencia de los que hemos realizado en Bolivia, Perú y Paraguay, añadimos un nuevo parámetro que nos permitió discernir entre los tipos de violencia.
Encontramos que la violencia psicológica afecta a más del 23 % de trabajadoras, y que estas perdían entre 10 y 12 días de trabajo al año; mientras que las que sufrían violencia física y riesgo de femicidio, poco menos del 2 %, perdían hasta 32 días laborales al año.
Curiosamente, el 82 % de los costos que pierden las empresas está en la violencia normalizada, en esta que es psicológica y que pasa desapercibida”, explicó el Dr. Arístides Vara, quien dirigió esta investigación.
Entre los resultados, se determinó que $ 1.312’811.253 se pierden en tardanzas, ausencias y presentismo (cuando el trabajador está en el sitio, pero se encuentra emocionalmente afectado y su productividad decae) de las mujeres agredidas.
La cifra aumenta con los agresores, un 34 % de los trabajadores, que generan pérdidas de $ 261’988.789.
¿Es posible combatir la violencia familiar desde las empresas? El estudio indica que sí. “Las compañías ecuatorianas aún no han explorado el enorme poder que tienen para combatir la violencia de género, realizando mínimas inversiones. En naciones como Bolivia y Perú (ver subnotas), las empresas implementaron políticas de cero tolerancia, que generan sanciones y despidos, así como capacitaciones constantes, logrando así recuperar hasta un 40 % de su productividad”, subrayó Vara.
Acepta que el cambio toma tiempo e implica que los propios directivos y los departamentos de recursos humanos revean sus propios prejuicios en cuanto a la violencia de género.
Durante el análisis, los investigadores encontraron que menos del 1 % de las compañías ecuatorianas entrevistadas contaban con políticas de prevención en temas de género. Y que aquellas que sí las tenían, se limitaban a las charlas esporádicas.
Pero eso también está empezando a cambiar. En los últimos meses, varias empresas nacionales han empezado a apostar por la prevención y por políticas internas que aseguren ambientes laborales libres de agresores.
Una de ellas es la cadena Swissotel Quito, que ha implementado un sistema de soporte inmediato, que incluye la atención urgente y el acompañamiento en la realización de denuncias.
“Hay varias consecuencias a nivel laboral para quienes han sido denunciados por agresiones. Nuestro personal de bienestar local está pendiente de las situaciones que se generan y continuaremos trabajando arduamente en esta problemática”, aseguró Sandy Benalcázar, gerente de recursos humanos de la compañía.
El grupo empresarial Endesa-Botrosa, en cambio, se ha concentrado en los talleres sobre masculinidades no violentas, dirigidos a su personal y a las comunidades aledañas a sus plantas industriales. El proyecto, denominado ‘La Ola de Conocimiento’, continuará el próximo año. “La realidad que viven las mujeres afecta el espacio laboral. Un personal motivado con un sentimiento de seguridad tiene efectos positivos para la empresa”, manifestó Ángel Jácome, director del grupo.
Mientras tanto, la Corporación Nacional de Telecomunicaciones (CNT) se encuentra trabajando en el desarrollo de la aplicación ‘Juntas’, una app de emergencia a través de la cual las mujeres agredidas pueden pedir ayuda directamente al ECU-911. Adicionalmente, en plataforma interna, se encuentra desarrollando un ‘test de violencia’ destinado a que sus colaboradores identifiquen los comportamientos violentos que generan o padecen y puedan trabajar en cambiarlos.
“Nosotros como CNT queremos contribuir a erradicar la violencia de género en nuestra sociedad”, indicó Martha Moncayo, gerente general de la compañía. “La tecnología puede jugar un papel clave en este proceso de reconstitución de la vida de las víctimas”.
La jurista y especialista en temas de género Martha Rivadeneira señaló que, además de las iniciativas privadas, las empresas también deben involucrarse con los mecanismos del Estado para combatir la violencia doméstica.
“Este análisis es fantástico porque provee al país datos reales de una afectación económica cuya causa está en la violencia de género. Es necesario que el Estado desarrolle mecanismos, junto a las empresas, que las beneficien, en cuanto a rebajas de impuestos por ejemplo, para reducir estos índices en su entorno. Finalmente, además del hogar, el sitio de trabajo es uno de los puntos vitales donde se puede cambiar el comportamiento aprendido”, estableció.
La mayoría de las empresas dan charlas, pero no tienen políticas de prevención reales.