Viven bajo la ‘sombra’ del cableado de la Aerovia
Dueños de edificios en la calle Loja han tenido problemas para alquilar debido al proyecto. Lamentan que el Municipio no socializara el trayecto de las cabinas.
La esperanza que tiene Gianfranco Segale de alquilar los dos departamentos, en el último piso de su edificio, se desvanece. La última persona que estuvo interesada en el espacio también se esfumó. No dejó rastro luego de ver el cableado de la Aerovía, que pasa encima de su terraza.
Segale siente que le mintieron. En el video del proyecto del sistema de transporte público aerosuspendido de Guayaquil, que fue difundido en 2015, se ve que la cabina circula sobre la calle Loja, no por encima de las edificaciones.
“El tema de tener una Aerovía encima de la cabeza no le gusta mucho a la gente porque le asusta”, lamentó el extranjero, con un español atropellado por el acento italiano.
Su inmueble está ubicado en la esquina de las calles Loja y Vicente Rocafuerte, —describe él— una zona atractiva para vivir: está cerca del Malecón Simón Bolívar, del hospital Luis Vernaza, de locales comerciales... Pero desde hace más de cuatro meses nadie se interesa por sus alojamientos.
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Lo atribuye a los cables que salen desde la estación Malecón para conectarse con la Julián Coronel. En este trayecto, no más de 10 edificios que están bajo la ‘sombra’ de las cuatro hileras de acero.
Por estas se deslizarán las 154 cabinas que transportarán a 40 mil pasajeros diarios, según proyecciones de la Autoridad de Tránsito Municipal (ATM). Lo que no planificaron, lamenta Segale, fue avisarle que el sistema pasaría sobre su azotea.
“Yo vivo en Italia, pero aquí siempre están mis empleados y ellos tampoco recibieron ninguna notificación sobre la Aerovía. Eso lo supimos desde los periódicos. Yo pensaba que no iba a pasar arriba de mi casa”, comentó resignado.
EXPRESO se comunicó con representantes del Departamento de Comunicación de la ATM, a cargo de la obra, para corroborar lo expuesto por Segale, pero manifestaron que toda la información sobre el proyecto ya había sido enviada a este Diario en junio pasado.
En ese mes, EXPRESO envió una lista de interrogantes a Andrés Roche, gerente general de la institución, entre las cuales se consultaba si se había socializado el proyecto con los astilleros y terminales fluviales.
La respuesta fue positiva y detallaron que dicha “socialización, obviamente, incluyó a toda la comunidad, no solo de Guayaquil y Durán, sino de todo el país”.
No obstante, Andrea Calderón, quien administra otra edificación en la misma zona, ratificó lo dicho por Segale, que ninguna autoridad se acercó al lugar para notificarles que el sistema de transporte aéreo pasaría sobre su cuadra.
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A ella, en cambio, le emociona el proyecto, porque considera que podría derivar a más gente que transite por el lugar. Sabe que cuando este entre en funcionamiento, previsto para marzo de 2020, tendrán que adaptarse al ruido, pero para ella ese no es el problema. “Hasta ahora han hecho un trabajo que, al menos a nosotros no nos ha afectado”, dijo.
Segale también espera que su situación cambie cuando la Aerovía esté en funcionamiento. “Yo espero que se arregle la zona, que hagan mejoras para que esto me compense la afectación de mi propiedad”.
Aunque nunca puso una queja sobre su malestar, reitera que le hubiese gustado que le notificaran. “Esta es una propiedad que tiene 79 años, que es de mi familia desde 1948 y el Municipio debe tomarla en mucha consideración”, reflexiona. Para él, la expropiación no era una opción.
Entre las interrogantes que envió este Diario también se pedían datos sobre las propiedades que comprometía la Aerovía y en qué zonas estaban ubicadas. En el listado enviado por la ATM, se detallaba la expropiación de “solares mínimamente necesarios. Los de la Junta de Beneficencia, de la Espol y de Vimare S.A.”.
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El arquitecto Héctor Hugo, docente de la Universidad de Guayaquil, no cree que el sistema incumpla con normativas de construcción. Sin embargo, este tipo de estructuras genera malestar en los ciudadanos por dos motivos: la ven como invasión a su privacidad y porque limita el crecimiento vertical en una zona no consolidada.
No obstante, enfatiza, aunque vista desde el piso parece que los cables ‘rozaran’ algunas edificaciones, esta es una cuestión de perspectiva que, si no hay errores en el proceso de ejecución, no acarrearía mayores inconvenientes.