Zaruma: 109 días de nostalgia y penuria
Propietarios de casas perdieron su fuente de ingresos. El pago de un arriendo mensual ahoga su economía
Para los perjudicados que dejó el socavón que se registró el pasado 15 de diciembre en el casco urbano del cantón Zaruma, en la provincia de El Oro, los días siguen siendo difíciles. Aún recuerdan con nostalgia la tragedia que, a decir de ellos, marcó un antes y un después en varios aspectos de sus vidas.
“A mis 88 años vi como el esfuerzo de mis padres desapareció en cuestión de segundos. La casa donde me crié se partió en dos y desapareció, y con ella se fueron los recuerdos de una infancia feliz y llena de amor. No quedó nada”, narró llorando Gonzalo Rodríguez, uno de los perjudicados que tuvo que evacuar su vivienda, construida junto a la de sus padres, por los daños que sufrió su estructura.
Al impacto emocional que sufrieron los perjudicados se le suma el desfase económico. Gladys González, de 53 años, dice que su hogar, donde vivió la mayor parte de su vida y donde nacieron sus hijas, fue gravemente afectado por el socavón. Y no solo eso, también perdió su fuente de ingreso, con la que cubría los estudios de sus hijas y las cuotas de un préstamo que había hecho al banco. Esto debido a que su negocio, también ubicado en la zona 0, no genera ingresos desde el día del catastro.
“Desde ese día todo va mal; mis ingresos se detuvieron y los gastos aumentaron. ¿Y las autoridades? bien, gracias”, dice indignada Gladys, quien asegura que el bono único de 250 dólares que le otorgó el Ministerio de Inclusión Económica y Social (MIES) no suple sus necesidades y mucho menos el pago de un arriendo que debe cubrir mes a mes.
Mi papá lloraba como niño chiquito por su casa, se deprimió mucho. Él quería volver, pero no alcanzó. Enfermó de COVID y murió.
La aflicción que sienten Gonzalo y Gladys sumergió en depresión a otros. Algunos murieron sin recibir la noticia que les permitiría volver al hogar que construyeron con amor y esfuerzo. María Valarezo cuenta que su padre Germán, de 83 años, no lograba recuperarse del impacto emocional que le causó el derrumbe de las tres edificaciones coloniales que colindaban a su vivienda. Narró que Germán salía todos los días, después de la emergencia que se registró en el casco urbano del cantón, hacia la zona 0 para hablar con las autoridades y así conocer como se resolverían las afectaciones estructurales que sufrió su casa y con la esperanza de que le dieran una fecha para poder habitarla. Día que nunca llegó, dice Mariela.
“Llegaba la noche y con ella la tristeza. Mi papá lloraba cual niño chiquito por su casa. Quería volver, a pesar del peligro que corría. Como nadie se lo permitía iba todos los días al antiguo barrio para ver como avanzaban los trabajos de remediación. Hasta que un día de febrero se contagió de COVID-19, días más tarde, falleció”, lamentó Mariela, quien asegura que desde la muerte de su padre su madre, Elvita Román, de 79 años, ha perdido la esperanza de volver al hogar que construyó con su difunto esposo y en donde nacieron sus 3 hijos.
Me asomé por la esquina de la calle Colón y vi como la casa donde crecí junto a mis hermanos se partió en dos y desapareció. El esfuerzo de años quedó en nada.
Jhansy López, alcalde del cantón, aseguró a EXPRESO que es consciente de las necesidades que viven algunas personas que fueron afectadas por el socavón. Por eso ha solicitado al MIES se analice la entrega de otro bono único de contingencia para contribuir a los gastos que han tenido que cubrir a causa de la emergencia.
Aunque para los perjudicados, la ayuda de las autoridades es efervescente. Dicen que esta mermó desde hace mucho tiempo, que se han olvidado de lo que pasó y de lo que prometieron. Sobre todo ahora que terminó el estado de excepción que fue declarado por el presidente Guillermo Lasso, por primera vez, el pasado 17 de diciembre.
