Mascotas: Ziva, la perra que llevó magia y felicidad a un hogar en San Francisco
El animal fue rescatado en condiciones deplorables en Sauces 7. Luego de su recuperación fue adoptada por una familia que vive en Estados Unidos.
Ziva vagaba sin rumbo cuando fue rescatada por Joyce Coffre, un domingo en la noche, en Sauces 7. Era una poodle cuyo verdadero color de pelaje era imposible de determinar debido a la suciedad y al deplorable estado en que se hallaba. Joyce recuerda que fue en enero del 2019 cuando la vio y se acercó para acariciarla. Siguió su camino hasta un restaurante que está en la zona, pero al salir con dirección a su hogar, la volvió a ver. La perra, de aproximadamente 8 meses de edad, estaba hurgando en la basura. Tenía hambre. Su indefensión la inquietó porque el animal estaba en una avenida bastante transitada y podía morir atropellada.
Al ver que era un can sin dueño, la llevó a su casa. Aunque no suele hacerlo, la cargó. La rescatista asegura no saber el por qué lo hizo, simplemente debió haber seguido su camino, pero se dejó llevar por su compasión hacia los animales.
La tuvo en su casa, la bañó (su pelaje era blanco) y empezó a buscar a su amo. Incluso una persona que pensó que era su perro perdido fue a verla, pero cuando se dio cuenta de que no era su mascota se retiró. Ziva posee una particularidad que la hace distinta al resto de poodles, tiene un ojo albino.
Algo que también le llamó la atención a Coffre fue el hecho de que la perra comiera muy poco. “No lo hacía con voracidad, me di cuenta de que le dolía algo porque esos perros comen bastante. Empecé a revisarla y vi que el vientre estaba color verde o morado, era como si le hubiesen dado una patada. Tenía un hematoma y su vagina solo pasaba húmeda”, explicó la mujer quien creyó que Ziva estaba probablemente en celo. Sin embargo, los síntomas arrojaron otra cosa. La llevó donde su veterinario de confianza, quien al hacerle un eco descubrió que la perrita estaba preñada y los fetos muertos.
“Nataly fue una adoptante muy responsable, de las que nunca voy a encontrar en la vida. Adora a esa perrita. Desde que la vio, dijo que sería para ella.
Fue operada de inmediato. Su recuperación fue sorprendente. Era una perra bastante activa y muy vital. Al no poder tenerla en su casa, que comparte con varias mascotas rescatadas, Joyce la dejó en un hogar temporal que le brindó una amiga, hasta encontrar quien se hiciera definitivamente cargo de ella.
Así comenzó el proceso de adopción. En una página de internet empezaron a buscarle un hogar responsable. Algunos se interesaron, pero no eran los adecuados por el carácter activo, juguetón e incansable de la perrita. En medio de la búsqueda apareció Nataly Macías, una ecuatoriana residente en la ciudad de San Francisco, en Estados Unidos, quien se enamoró perdidamente de la perra. La quería para que fuera la compañera de su esposo, un ciudadano ruso, deportista y participante de las competencias Ironman.
“Él necesitaba un perro para salir a correr juntos. Que sea activo, fuerte, pero la señora buscaba una perra de esa raza por temas de alergias, por eso cuando la vio que era incansable, me la pidió”, recuerda Joyce, quien además admite que le costó mucho decidirse porque se la llevarían del país y no iba a poder hacerle seguimiento.
Fueron unos amigos también residentes en San Francisco los encargados de investigar las condiciones y el lugar dónde viviría Ziva. Observaron el sitio, hablaron con la adoptante interesada y luego de eso se inició el trámite de adopción.
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Leer másMucho antes de que la perrita saliera del país, sus nuevos dueños se encargaron de que se le hicieran todos los exámenes y valoraciones médicas, incluso contrataron una empresa para que entrenara a Zoe, nombre con el bautizaron a la que sería su nueva mascota.
“Nataly fue una adoptante muy responsable, de las que nunca voy a encontrar en la vida. Adora a esa perrita. Desde que la vio, dijo que sería para ella. Todos los días mostró un interés increíble. Desde allá se encargó de que la entrenaran para que aprendiera a ser obediente, a sentarse, a quedarse quieta, a recibir órdenes y Zoe aprendió, como que sabía que su vida iba a cambiar completamente”, comenta Coffre.
El día del encuentro entre Nataly y Zoe llegó. La conexión que hicieron fue increíble. En su nuevo hogar no le falta nada. Es la mimada de la casa. Se ha convertido en la compañera inseparable de su amo, con quien no solo sale a correr y a entrenar para las competencias, sino que además comparten la cama.
Aunque Joyce logró cambiarle la vida a dicho animalito, había algo que aún faltaba y era saber quiénes eran sus dueños y el por qué de su estado deplorable. “Me preocupé en hacer un rastreo por el sector donde la encontré, quería saber de dónde salió, hasta que finalmente di con la dueña. Le conté lo que había pasado, me dijo entre muchas cosas, que Ziva -el verdadero nombre- se había perdido, y que la había traído de Portoviejo. En fin, habían dos pequeños que lloraban por esa perrita, pero ya no estaba aquí. Le expliqué a una niña que su mascota estaba bien con una familia que la amaba y lo aceptó”, contó la rescatista, quien de no haberla encontrado a tiempo, con toda seguridad el animal habría muerto de infección.
La comunicación entre ella y los adoptantes es constante. Siempre le pasan fotos y vídeos de ‘la niña de la casa’, cuya historia mágica le permitió hacer feliz a una familia.