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Labores. Uno de los cursos que ha mantenido la fundación es el de corte y confección. A esto se suma el de patronaje, que capacita a confeccionar ropa con moldes.Juan Faustos / Expreso

Los 33 años de una oenegé que se dedica a capacitar

Pedido de las Hermanas de la Providencia acercó a empresario a labores de beneficencia. La Fundación Sánchez Aguilar apoya la educación y la cultura

En 1979, Carlos Sánchez Aguilar crecía como empresario. Su negocio, la Anglo Ecuatoriana, tenía su sede en un edificio esquinero, en el número 901 de las calles José Mascote y 9 de Octubre. Hasta ese lugar llegaron en algún momento de ese año “las monjitas de La Providencia” para solicitarle apoyo para que unas cuantas alumnas de la escuela Santa Ana (que administran del otro lado de la avenida) puedan seguir con sus estudios secundarios en el Colegio La Inmaculada.

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Durante diez años se hizo cargo de pagar las matrículas y pensiones a estudiantes provenientes de familias de bajos recursos, hasta que uno de sus amigos de entonces le dio la idea de que mejor crease una fundación para institucionalizar su servicio a la comunidad.

“Llevamos desde entonces, 33 años entregando becas a las mejores estudiantes. Luego ampliamos el servicio a la comunidad con capacitación por medio de cursos y talleres. Para alentar el emprendimiento y la microempresa”, asegura en estos días Claudia Pinoargote Delgado, coordinadora de Proyectos del Centro de Promoción Social y Desarrollo Integral, a cargo de la fundación, el cual ocupa cinco de los seis pisos del edificio donde se inició la Anglo Ecuatoriana.

“Llevo tres años asistiendo a los cursos de la fundación y lo que he aprendido, me ha ayudado mucho”, dice Andrea Almeida, una ama de casa que durante la pandemia puso en práctica lo que aprendió en los cursos de Enfermería. “Me tocaba salir a ayudar a las personas que necesitaban ayuda y económicamente, eso sirvió a mi familia”.

El Centro de Promoción fue creado en 2002, recuerda Claudia Pinoargote, quien asegura que desde la entrega de las primeras becas, hasta la actualidad, la fundación amplió su cobertura. En 2000 abrió el Albergue Rosa Eva Aguilar de Sánchez para las personas que dormían en cartones fuera de los hospitales, mientras sus familiares recibían tratamientos médicos, el cual está administrado por la Asociación de Voluntariado Hospitalario del Guayas (ASVOHL).

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En la cocina. Lissette Oviedo Peñafiel (der.) y Andrea Almeida Saldarriaga se preparan actualmente en los talleres de pastelería y panadería.Juan Faustos / Expreso

En mayo de 2012 inauguró el Teatro Sánchez Aguilar. “Así se cubrían otras de las aristas de apoyo a la sociedad, con la promoción de la cultural y el apoyo al talento ecuatoriano”, agrega Claudia Pinoargote.

El año: 2002La fundación abre el Centro de Promoción Social y Desarrollo Integral. Al inicio, destinado a preparar a la mujer. Hoy está abierto también para personas del sexo masculino.

En un homenaje que la Cámara de Comercio de Guayaquil ofreció en su momento al empresario Carlos Sánchez Aguilar, él dijo que “la mejor herencia que uno puede dejar a sus hijos es la educación. Gracias a ella y a la dedicación al trabajo tuve la suerte de generar recursos suficientes para reinvertir en la empresa y además saber que podía y debía retribuir a la sociedad algo, ojalá mucho, de lo que yo había recibido”.

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En el caso del Centro de Promoción, este ofrece capacitación en cinco tipos de especialidades: panadería y pastelería, corte, confección y patronaje; corte de cabello y color; y, enfermería.

“Cada curso tiene un aval académico”, dice Claudia Pinoargote, quien está vinculada a la institución hace cinco años. “Tenemos convenios con la Universidad Hemisferio, la escuela de cocina ESGA y la academia Pivot Point, de donde tenemos instructores. Nuestros alumnos de Enfermería hacen sus prácticas en el centro de especialidades geriátricas Memory”.