Los abusos sexuales no son historias lejanas
Ella, la amiga de la revelación hoy en día es una mujer ejemplar. Pero ¿cuántas otras personas abusadas viven con secuelas físicas y emocionales?
En medio de una conversación habitual entre viejas amigas, surgen diversidad de temas: historias graciosas del pasado, problemas con los hijos, sucesos de la vida cotidiana y sin siquiera pensarlo, un día surgió el tema de los abusos sexuales.
Y tal como suelen darse las conversaciones: el tema partió de "lo que le pasó a una prima". Luego, una a una fue contando historias de gente cercana hasta que, finalmente una de ellas contó lo que le sucedió a ella misma siendo niña.
En un grupo de mujeres muy cercanas, que se conocen desde hace más de 20 años y que mantienen una comunicación constante, fluida y generalmente sin tapujos, nunca se había hablado del abuso.
Procuremos que nuestros niños vivan una infancia pura y una adultez plena, libres de culpas y resentimientos, enseñándoles el valor de respetar y ser respetados en todas las formas habidas y por haber.
Abusos de la infancia y ocultamiento familiar
Ella, la amiga de la revelación hoy en día es una mujer ejemplar. Siempre quedó claro que era un ser humano excepcional. Inteligente y gentil como ella sola, que a pesar de todo decidió vivir desde el perdón y uno no puede evitar preguntarse: ¿cuánto más bondadosa pudiera haber llegado a ser si alguien no hubiera contaminado su infancia?
Esta solo es una historia de tantas que hay en todas partes. El caso de una niña, ahora convertida en mujer que fue y sigue siendo resiliente. Pero ¿qué hay del resto?, ¿cuántas otras personas abusadas (hombres y mujeres) viven con graves secuelas físicas y emocionales? Secuelas más duras aún por el hecho de padecerlas desde el silencio, desde la vergüenza.
¿Qué nos revela esto? En primer lugar, que los abusos sexuales son una realidad más cercana a nosotros de lo que creemos. Que no son cosas que suceden únicamente en el techo de al lado. Que, tratándose de mujeres, seguimos estando expuestas no solo al abuso, sino al velo de la duda acerca de nuestra propia responsabilidad en el hecho.
Nos revela también que, como padres, debemos estar muy atentos con las personas a quienes les permitimos acercarse a nuestros hijos y tristemente nos recuerda que es mejor actuar con ciertos recelos antes que lamentarnos por confiados.
Y finalmente, las historias de abuso nos lanzan un balde de agua fría acerca de nuestra responsabilidad en la crianza.
¿Cómo estamos criando a nuestros niños?
Más allá de protegerlos del peligro, ¿les estamos brindando la confianza para que cuenten lo que les pasa o siempre que hablan reciben un regaño de por medio?, ¿a las niñas les estamos enseñando a decir "no" sin temor al rechazo?, y los niños ¿están aprendiendo a aceptar que no, siempre es no?
Recordemos que todo empieza por casa
Así como no queremos que nadie en nuestra familia sea víctima de abusos, tampoco queremos criar a un abusador. Procuremos que nuestros niños vivan una infancia pura y una adultez plena, libres de culpas y resentimientos, enseñándoles el valor de respetar y ser respetados en todas las formas habidas y por haber.