El amaranto, un cereal con superpoderes
Esta diminuta semilla, protege el corazón, mejora la digestión y da energía, tanto así que ha sido incluida en la dieta de los astronautas.
Este poderoso cereal milenario se cultiva en Guatemala, México, Perú, Bolivia y Ecuador. Se lo consume más en la Sierra ecuatoriana que en la Costa. Sus beneficios nutricionales son tan poderosos que, ¡imagínese!, forma parte de la dieta de los astronautas durante sus misiones espaciales. Conózcalo y anímese a integrarlo en la mesa familiar.
La doctora Narcisa Zambrano, especialista en nutrición, señala algunas de sus bondades.
Beneficios
- Aporta proteínas, además de ácidos grasos esenciales que van a prevenir las enfermedades cardiovasculares, aumentar los niveles de colesterol bueno y disminuir los triglicéridos.
- Mucha fibra. Por la cantidad que contiene es ideal para regímenes para bajar de peso, ya que al consumirlo da la sensación de saciedad. Su nivel de fibra ayuda a prevenir el cáncer de colon y a mejorar la digestión.
- Fuente de vitaminas y minerales. Posee vitaminas A y C, y minerales como el calcio, el hierro y el fósforo, los cuales protegen el sistema inmunológico, fortalecen los huesos y contribuyen al buen funcionamiento del organismo.
- Sin gluten. Se convierte en el alimento ideal para personas celíacas.
Cómo consumirlo
- Cocinado en sopas, tostado, como canguil o como harina para tortas y coladas, el amaranto se puede preparar de diversas maneras. . O consumir lo en forma de barras energéticas o chispas.
- Desayuno energético. Su consistencia, similar a la de la avena, lo hace ideal para incluirlo en el desayuno. A un tercio de taza de chispas de amaranto, agréguele yogur (o leche), frutas picadas y 10 almendras. Esto equivale a 335 calorías, lo que necesita una persona para estar activa durante el día.
- Palomitas de amaranto. Les encantará a sus niños o como aperitivo para visitas inesperadas. Coloque una cazuela de fondo grueso al fuego, sin aceite. Cuando esté caliente (no demasiado) añada una o dos cucharadas de semillas, que deben saltar sin chamuscarse. Tapar y, fuera del fuego, se agita hasta que se abran las semillas como canguil.