Aldea Cristo Rey
Menores. Los niños de la Aldea se divierten en una actividad recreativa.Vanessa López

AMAS y su misión: brindar un hogar a niños

La fundación nació hace 46 años y ofrece un hogar a niños desamparados. Actualmente hay 50 menos en la Aldea Cristo Rey

En el año 1978, la muerte repentina de ‘Guillermito’, de 12 años de edad, marcó para siempre la vida de Piedad García de Burbano, su mamá. Desconsolada, esta guayaquileña halló refugio en el santuario de Schoenstatt, situado el norte de la urbe. “Todas las tardes iba a rezar. Ese era el único sitio donde sentía paz y la presencia de su hijo”, cuenta a EXPRESO su nieta, Rosana Amador.

Guiada por esa tranquilidad que le transmitía el santuario, Piedad decidió fundar un sitio de niños desamparados, cerca de ahí, para brindarles el amor y la protección que sentía, había quedado pendiente de entregar a su hijo. Así nació la Aldea Cristo Rey, donde actualmente viven 50 niños que han perdido el lecho de su familia natural, ya sea por el fallecimiento de sus padres, por abandono, disturbios o familias en riesgo. Un sitio donde han crecido más de 100 personas.

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La Aldea, que está situada en la avenida Juan Tanca Marengo, kilómetro 4, 5 y avenida del Santuario de Schoenstatt, cuenta con ocho viviendas que acogen a los menores y a sus ‘Tías’ (cuidadoras) quienes cumplen con un rol de madres y asisten a los menores, desde la preparación de la comida, hasta las tareas escolares. Este hogar es financiado gracias a la gestión para recaudar fondos que realiza la Asociación Mariana de Ayuda Social (AMAS).

“El trabajo de AMAS es 100% para la Aldea y el bienestar de los niños. Intentamos darle un ambiente lo más parecido a una familia. En la Aldea, le brindamos casa, alimentación, educación, asistencia de salud, vestimenta y sobre todo mucho cariño”, destaca Rosana quien es la presidenta de AMAS.

Aldea Cristo Rey
Los voluntarios visitan a los niños para brindarles momentos de recreatividad.Cortesía

Los voluntarios de la fundación, además de conseguir los recursos económicos, constantemente realizan actividades recreativas con los niños como la celebración de sus cumpleaños, paseos, cines y parrilladas.

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El trabajo que realiza la asociación para recaudar los fondos va desde un almuerzo anual de mujeres en el Tenis Club, donde reúnen, gracias a donaciones y rifas entre las asistentes, gran parte del presupuesto de todo el año, para la Aldea. También realizan actividades sociales como desfiles de modas y venta de papeles navideños. Además, los pequeños cuentan con becas económicas que les entregan, a través de AMAS, personas caritativas que los apadrinan en secreto.

Amador enfatiza que los menores no están en procesos de adopción, ya que muchos de ellos mantienen contacto y visitas con sus familiares naturales y están en proceso de reinserción familiar, aunque la gran mayoría crece en el sitio.

Detalla también que la fundación recibe a niños de no más de 6 años de edad y que para su aceptación en el hogar, los responsables de la Aldea realizan una evaluación caso por caso, que va desde analizar el nivel socioeconómico de la familia del niño y la vulnerabilidad en la que él se encuentra para comprobar si en realidad necesita la acogida.

Quienes deseen colaborar económicamente con la Aldea, destaca la presidenta de AMAS, deben ponerse en contacto con la fundación o realizar directamente sus donaciones desde el botón de pagos, que se indica en la página web.

“Mi abuela falleció en 2017, pero su trabajo continúa. Lo más lindo es ver cómo los niños crecen felices, estudian y se convierten profesionales y personas de bien”, añade Amador.

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