El amo de casa
Adiós al estigma de los hombres al mando de las tareas del hogar y el cuidado de los niños.
La casa impecable, la comida lista, la ropa doblada y las tareas de los niños terminadas. Un hogar limpio y bien cuidado generalmente diría mucho sobre la madre de la casa, pero en este caso, el padre es quien se lleva el crédito.
Un despido, el teletrabajo o la necesidad de apoyo al éxito laboral de sus parejas son motivos por los cuales en algunos hogares el hombre es quien se queda en casa asumiendo la mayor parte de la responsabilidad de las tareas domésticas y crianza de los hijos.
Esta nueva situación, puede traer muchas críticas y conflictos si no se tiene claro la importancia de la equidad en las actividades de casa. Y es que aunque las tareas del hogar no tienen género, en la práctica no se las inculca como un hábito, sino como un castigo, señalándolas como algo denigrante y atribuido principalmente a la mujer.
“Dentro de la esfera de los roles de género hay la predominación de que sea mamá quien lleve en orden el hogar y eduque a los hijos, mientras que papá tiene el papel de proveedor”, explica la psicóloga Norka Vera.
Sin embargo, con la reinserción de la mujer en el mercado laboral se rompe este paradigma histórico.
“Cuando de pronto es el hombre el que se queda en la casa y no va a trabajar, aparecen problemas para adaptarse a un rol al que no estaba configurado por su crianza y sistema de creencias”, expresa la especialista.
Es fundamental comprender que el hombre no “ayuda” en casa, porque esa expresión continúa señalando que la mujer es la encargada, sino que ambos tienen la responsabilidad de hacerlo, recalca Vera.
Afortunadamente, las nuevas generaciones tienen otra realidad y manera de ver el mundo. “No podemos seguir pensando como nuestros padres en los 60, porque todo ha cambiado. Aunque hay mucho conservadurismo también hay mucha gente que está decidida a romper ese molde”, enfatiza el docente e investigador de la Universidad Casa Grande, Eduardo Muñoa.
Conectados con sus hijos
Por un lado, las tareas domésticas y por otro, la crianza. Cuando papá se queda en casa, va a dejar y recoger a los hijos, supervisa las tareas y prepara su comida, logra mejorar su conexión emocional con ellos. No obstante, a pesar de estos beneficios, siempre habrá quienes lo tomen como motivo de burla.
Comentarios como “la esposa lo mantiene, es un fracasado, es un mandarina, no hace nada por la vida y por eso se queda en casa”, son frecuentes de escuchar, debido a que existe la visión de que el que se queda en casa es inferior al que sale a trabajar.
Ante ello, la psicóloga aconseja que “nuestra autoestima no puede estar condicionada ante la opinión de los demás, porque ahí es donde vienen problemas como la depresión y baja autoestima”.
Por su parte, el catedrático señala que “los prejuicios tienen un valor en tanto la víctima les de importancia, el comentario negativo será tan fuerte según cuanto se le quiera prestar atención”.
Ante esto se recomienda
- Tener presente que está formando una familia
- Reforzar su autoestima para no permitir resultar afectado
- No ceder a la presión de las opiniones ajenas
- Valorar los pensamientos propios y defenderlos
Dividiendo las tareas
Cuando las tareas no están repartidas, uno de los dos es quien se lleva la mayor carga y esto hace que existan rencillas a futuro. Una buena distribución permite que el tiempo alcance para las responsabilidades en casa, pero también para las actividades propias.
El hecho de que todavía estemos pensando (o debatiendo) sobre igualdad de género frente a lo doméstico es un indicador anti civilizatorio por así decirlo. En una relación de convivencia justamente esto de compartir labores es lo normal, lo natural
“Lo ideal es sentarse con su pareja y planificar: tú vas a encargarte de la limpieza sábados y domingos, yo martes y jueves. Tener un plan flexible que permita no estar tan consumidos en sus roles de padre y madre y tienen tiempo para sí mismos”, menciona la psicóloga.
Educar con el ejemplo
Los niños desde la infancia son el producto de lo que ven en casa. “Cuando nuestros hijos formen su hogar, dirán “recuerdo que mi mamá me decía que yo tenía que servir a mis hermanos y a mi papá, entonces yo debo ser igual con mi marido” y allí comienza a formarse el círculo de la desigualdad”, detalla Vera.
“Este modelo de padre que acompaña y es parte de las estructuras de vida de los hijos es síntoma de que el mundo está cambiando. Hay una relación mucho más sana con la paternidad, sobre todo en las figuras más jóvenes”, puntualiza Muñoa.
Si lo que desea es formar una familia saludable, es necesario que revise su sistema de creencias sobre qué es lo correcto y qué es lo incorrecto, para así construir y enseñarles lo que es vivir en un ambiente sano y equitativo que se preocupa por cada miembro del hogar.