Andrea González: "Ser político no puede ser una mala palabra"
La excandidata a la Vicepresidencia es fan de hacer huertos, de escuchar el grupo Swing Original Monks y de bailar salsa.
La cita es un miércoles soleado en un ambiente rodeado de jardines. A la hora acordada, ahí está Andrea González Nader. Conoce ‘al ojo’ los nombres de las plantas que encuentra a su paso. “Esta es conocida como ginger”, dice al sostener una hoja cuya flor es rojo rubí.
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Han pasado diez meses desde que su nombre apareció en titulares de medios de comunicación como la nueva aspirante a vicepresidenta del movimiento Construye. Tras el asesinato del candidato Fernando Villavicencio, de quien Andrea era binomio, las miradas se voltearon a ella como una opcionada a reemplazarlo. Sin embargo, el partido designó al periodista Christian Zurita.
Finalizadas las elecciones, la guayaquileña no ha dejado de hacer lo que más le apasiona: alzar su voz en temas que tienen que ver con la conservación del medio ambiente, como los cerros de la vía a la costa y el bosque seco tropical ecuatoriano, donde hay especies en peligro de extinción.
Pero sus días no solo giran en torno al activismo ambiental. En diálogo con SEMANA nos cuenta su lado más personal. Es mamá, fan de escuchar a los ecuatorianos Swing Original Monks, de practicar yoga, y confiesa ser también de ‘buen diente’. Al margen de los tiempos que corren en el país, también habla sobre su expectativa ante el futuro de los jóvenes y las mujeres en la política
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Andrea es de poner las cartas sobre la mesa en pro del planeta. Esa cualidad la ha ayudado a plantear a los demás que ante el calentamiento global, la conservación de los ecosistemas no admite esperas y que hay que actuar ya. Ese activismo también lo refleja puertas adentro. Desde casa, junto a sus hijos, pone en marcha prácticas sostenibles como el tener huertos.
“Como soy bien nerd, me encantan todas la enciclopedias de plantas y lo mismo les enseño a ellos. Que sepan lo que pueden cosechar y cultivar. Tratamos de sembrar todo lo que se pueda... Tenemos naranjillas, tomates, cilantro, albahaca”, comenta y añade: “En casa es una actividad linda para hacer con los más chicos y es algo que también se puede realizar en comunidad”.
Para ella, nada mejor que sembrar árboles nativos. “Durante mis años de trabajo en fundaciones, sembré muchos de esos, algunos junto a mi hija, y ahora los vemos crecer alrededor del país”.
Esa crianza respetuosa con el entorno es su reto como madre. “Mis hijos me aterrizan mucho, y mis hijos de cuatro patas también. Y si es de recargar energía, nos vamos al mar... Para todo mal, el mar. Y para todo bien también”.
Andrea Gonzáles lleva la política en las venas
Dice que el activismo político está en sus venas. “Mis padres han sido apasionados por la política, pero también tengo mucho de mi tía abuela. Ella es Susana González Muñoz, una de las primeras congresistas del país, quien me hizo entender el rol de una mujer multifacética”.
De ahí viene su fuerza en los escenarios actuales. “Es durísimo el nivel de vulnerabilidad que tienes como mujer y madre en países con olas de violencia. Y a eso se suma lo que se le exige a una candidata en relación a un candidato. Les dejan pasar más errores a ellos. Por ejemplo, el tema infidelidad es algo no aceptado para una candidatura de mujer, y lamentablemente aplaudido en el caso de un político hombre”.
Con todo lo que salió a luz en los casos Purga y Metástasis, voltea la mirada a los jóvenes con la esperanza de mejores tiempos. “Ser político no puede ser mala palabra. Hoy debe primar el tema moral. No puede ser que en un debate presidencial tengas que sacarle a un candidato tres carpetas de toda la corrupción que lleva a cuestas. No podemos permitir que los corruptos sigan siendo parte de la política”, advierte.
De esta forma busca sembrar conciencia en pro de pensar lo que se está dejando a las próximas generaciones.
Cara a cara
Por ser joven, madre y estar divorciada, ¿sintió en algún momento prejuicio?
Ya no es tan raro. ¡Somos tan emprendedoras las mujeres en este país! Sin embargo, aún no hay una sociedad contenedora del tema. Como el resto, también he salido a buscar trabajo y recuerdo que alguna vez me preguntaron: “¿pero sí tiene con quien dejar al bebé?”, “¿sí tiene a la abuela o una tía que se lo cuide?”. La verdad es que cuando escucho casos así, siento que son cosas que te hacen más resiliente y tolerante.
¿Cómo ha sido su andar después del asesinato de Fernando Villavicencio?
Siento que todavía no me he permitido expresar el dolor de perder a un amigo en un segundo y de esa manera. Fue una de las experiencias más duras, aunque jamás voy a comparar mi dolor con el de su familia. Las hijas de él, que son la mitad de Fernando, me transmiten mucha fuerza, paciencia y energía para hacer esto más llevadero.
De las huellas que él dejó, ¿qué deberían rescatar los ecuatorianos?
Creo que todo ecuatoriano debería leer ‘Arroz Verde’. Este libro resume mucho de los casos que investigó Fernando y ayuda a entender el ambiente político que se vive actualmente.
¿Hoy Andrea camina sin miedo?
Jamás he tenido enemigos, no me he llevado mal con nadie. Pero ahora me cuido mucho más.
Datos curiosos sobre Andrea González
- Cómo se desconecta: Con el yoga, pero también estoy haciendo ejercicios de resistencia. Ya estoy calentando para los trolls.
- Comida: Tengo un mapa de toda la comida del Ecuador… Soy flaca, pero como por dos (risas). Me encanta la tonga, el chontacuro, el raspado de maní… ¡Ese es el elíxir de los dioses! No cocino, pero como maravillosamente y creo que nuestros platos tienen gran posibilidad de posicionarse en el exterior debido a nuestras regiones.
- Música: Amo Swing Original Monks. También me gusta la música electrónica. Soy de la época de cuando recién iniciaron los raves con el Chongón Parade. Y me encanta bailar salsa, pero la vieja.
- Un libro que está en el velador: Estoy leyendo ‘La bendita maldición del cholo’, que relata cómo el conocimiento ancestral no se ha sabido destacar de una manera sostenible.
- Mujer a la que admira: No quiero que suene a respuesta trillada, pero a mi madre. Ella ha sabido trasmutar el miedo en valentía, más aún en estos últimos meses.
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