El animero va en busca de las almas peregrinas
Un personaje mítico recorre nueve noches por estos días de octubre de 2022 varios pueblos de Chimborazo
Desde esta semana de octubre de 2022 se podrá ver por las oscuras calles de varios pueblos de la provincia de Chimborazo a un peculiar personaje, encargado de acarrear las almas penitentes.
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Leer másEl animero, figura mítica vestida de blanco, durante nueve noches previas al Día de los Difuntos realiza su recorrido portando una calavera, una campana, un látigo y un rosario. Y con su penitencia y lastimero canto, “reza una novena por las benditas almas del purgatorio”.
Esta tradición, de cientos de años, se mantiene latente en Penipe, Cubijíes, Quimiag, Punín, Bayushig, Matus y Yaruquíes, con pequeñas variaciones fruto del sincretismo entre la religión católica y las creencias de los pueblos originarios. Para los puruwaes, asentados en estos territorios cuando llegaron los españoles, la muerte no es el fin de la vida, sino una transición a otro espacio o tiempo, donde se viven experiencias similares a las que evidenciaron en vida. El espíritu retornaba en otra dimensión y se comunicaba a través de los sueños con sus seres queridos.
Para ser animero se requiere vocación. En algunos pueblos se es una responsabilidad que pasa entre generaciones, mientras que en otros las penitencias se cumplen por una cierta cantidad de años y se traslada la posta al siguiente. Según cuentan quienes ostentan esta denominación, se necesita mucha valentía y fe, pues revelan que mientras oran, convocan a quienes partieron de este mundo y que por cuentas pendientes no abandonan el mundo terrenal.
De acuerdo con Ángel Ruiz, animero de Penipe, las almas, tanto las buenas como las malas, van junto a él en su recorrido. Incluso, el látigo que lleva es para protección por si un ser sobrenatural intenta robarle alguna.
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Leer másEn 2020 el animero oficial de Cubijíes fue Michell Lara, quien aun en medio de los temores y precauciones que generó la pandemia de COVID-19 recorrió las calles de esta parroquia rural de Riobamba. Es uno más en la larga lista de personas que en cada una de estas comunidades chimboracenses asumen el oficio de representar a ese ser sombrío que genera respeto y temor al mismo tiempo.
La tradición manda que nadie se les acerque, y si algún devoto quiere entregar una limosna debe acercarse por la espalda, después del repique de la campana, que realiza una vez finalizado el canto del famoso estribillo en cada esquina: “Despierten almas dormidas, de ese profundo sueño, a rezar un padrenuestro y un avemaría por las benditas almas del purgatorio, por amor de Dios”.
En la actualidad este lúgubre rito, que se encuentra dentro de la lista del patrimonio cultural inmaterial de la provincia, se ha convertido en atracción turística. Por estos días, decenas de fieles y curiosos asisten a estos pueblos para mirar de cerca su paso, y uno que otro arriesgado quiere comprobar la energía del otro mundo.
Tras recorrer las calles del poblado el animero, acompañado de varios fieles, llega hasta el cementerio y se acuesta sobre una tumba, donde repite su canto. El ritual concluye cuando recorre las esquinas del camposanto. Esta es otra de las ceremonias que se viven en la época de difuntos en Ecuador, en una mezcla de la fe católica y cristiana con la cosmovisión indígena ancestral.
Significado
- La Real Academia Española define al animero como “hombre que pedía limosna para sufragio de las ánimas del purgatorio”. La figura en Chimborazo mantiene una similiud.
Rito indígena
- Según los historiadores este ritual se ejecutaba mucho antes de la colonización. Los indígenas lo cumplían en memoria de sus seres queridos. Pero con la llegada de los españoles, se ajustaron al calendario católico.
Ayamarcha
- Las tradiciones del Día de los Difuntos o Finados se remontan al siglo XVI, cuando los indígenas recordaban a los muertos con algunas prácticas sociales y religiosas, en las ceremonias llamadas Ayamarcha.