Aura Fernández Zambrano: “Deseo que todos puedan descubrir a su ángel”
Su vínculo con los querubines inició a los tres años. Anhela ver cristalizada la construcción del centro gerontológico para sus viejitos del alma.
Tiene 59 años y luce fantástica, no solo por el color melón de su mejillas, sino por la paz interna que emana de su ser. Nos referimos a Aura Fernández Zambrano, madre de dos hijos, María Fernanda y Mike Paredes Fernández. Desde hace 38 años reside en Estados Unidos, pero todos los años retorna a su país para asistir a ‘Un chocolate para el alma’, reunión que tiene como objetivo recolectar fondos en beneficio de la Fundación Amigos de los Ángeles y compartir testimonios con personas que han tenido experiencias con estos seres especiales.
Su primer matrimonio terminó en divorcio, y sus bendiciones han sido sus hijos. Y su segundo esposo, aunque no habla bien español, la apoya y acompaña en los quehaceres de su Fundación, con sede en su ciudad natal, Portoviejo, provincia de Manabí. “Es una experiencia completamente diferente, quizás con mucha madurez. A esta altura de mi vida estaba buscando un compañero y creo que lo encontré. Me siento en paz, me alegra que le encante Ecuador”.
¿Cómo empezó su experiencia con los ángeles?
Desde muy niña hasta hoy, ellos me han ayudado a crecer. Creo que esto se da porque soy una persona que me gusta estar bien conmigo misma, lo cual me ayuda a mantener esa relación bonita con Dios y los ángeles. Les hablo como lo estoy haciendo contigo. La sensación es la misma desde que sentí sus presencias tan certeras cuando tenía tres años aproximadamente, pensaba que tenía un amigo invisible.
¿Cómo supo que era un ángel?
Cuando mi mamá empezó a enseñarme la oración del Ángel Guardián, yo empecé a visualizarlo así, porque lo que mi madre decía de ellos es lo que sentía cuando estaban conmigo.
¿Siempre han sido una fantasía animada?
No. Han aparecido en todas las facetas de mi vida. Te cuento, por ejemplo, que cuando fallecían niños que yo conocía, se me venía a la mente que ellos eran angelitos y así les veía su carita. Incluso, podía tocarles el rostro con la ternura que puede inspirar a cualquier persona un ángel. Con el pasar de los años quise sentirlos de otra manera, visualmente. Y así, empecé a comprar muchas imágenes y figuras de estos seres celestiales. Como puedes ver, ¡están por todos lados!
Y ahora, como una mujer madura, ¿qué sensación vive?
Estoy consciente de que todo lo que nos mueve en este planeta es Dios, pero también soy una convencida de que no venimos solos a este mundo. Dios nos ama tanto que nos envía ángeles guardianes, que muchos no reconocen, lo cual no significa que no estén cerca.
¿Cómo se los puede reconocer?
Hay gente que los percibe como una voz interior. Otras notan la presencia de alguien. En mi caso, los siento cuando antes de tomar una decisión, me dan la información que necesito. No podría decirte cómo sucede, pero pasa y sé que son ellos.
Entonces, es un don. ¿Qué cambios experimentó al darse cuenta de que no se trataba de una fantasía?
Entre el nacimiento de mis hijos y el divorcio, pasaron cosas muy rápidamente, pero cerrados esos círculos empecé a tomar conciencia de mis experiencias con los ángeles. Me dediqué a hilvanar todo y decidí hacer realidad la promesa que le hacía a Dios cuando me visitaban esos seres celestiales: ayudar a los pobres, especialmente a los más viejitos, a quienes observaba vivir en abandono, durante el ir y venir a mi casa, mientras realizaba prácticas en el Hospital de Portoviejo.
¿Así apareció la Fundación?
Empecé junto a mi hermana Norma, a quien le pedí que se sume a esta obra, en el año 2001, con 400 dólares que me obsequiaron. Sin embargo, las necesidades eran mayores. A veces regalaba el dinero de mi transporte para que alguien pudiera comer. Mi mamá me retaba y me decía que estaba loca, que no podía cambiar el mundo; mas yo le insistía: “por favor ayúdeme, deme más comida y ropa para llevar a la gente necesitada”. Sentí que esas promesas las tenía que cumplir, y ese sentimiento me mantiene, sigo apoyando a la Fundación y multiplicando la ayuda que muchas personas nos dan.
Su vida gira alrededor de los ángeles, están por todas partes.
Cuando empecé a comprar angelitos, no quería que esta relación se transforme solo individualmente, como un fanatismo; entonces comencé a conversar con ellos, les propuse que me usen y conviertan en un instrumento de Dios. Quisiera que todos pudiesen descubrir a su ángel, es un primer paso para sentirse amado por Dios, y esa es la mejor parte de tener fe.
Detalles
- A la entrada de Portoviejo un monumento en forma de ángel daba la bienvenida a la ciudad, pero luego del terremoto de abril, la escultura se resquebrajó, y la Alcaldía de esa ciudad decidió removerlo. La Fundación pidió que se lo donen. Hoy, ese ángel está situado a la entrada del centro del adulto mayor Angeluz.
- La Fundación empezó entregando 13 viviendas equipadas para personas con discapacidad y adultos mayores. Además, 90 sillas de ruedas.
- El 16 de abril entregaron 30 casas en Riochico para personas damnificadas, y gracias al apoyo de la Fundación Hogar de Cristo regalaron colchones y víveres.
- Gracias a ‘Chocolate para el alma’ adquirieron un terreno de 1 hectárea junto al río Portoviejo, valorado en $ 80.000, donde se construirá Angeluz, centro para el adulto mayor.
Personal
- Fundadora de la organización Amigos de los Ángeles.
- Edad: 59 años.
- Esposo: Robert Dorrin.
- Hijos: María Fernanda (36) y Mike Paredes Fernández (29).
- Estudios: Secretaria ejecutiva, en la Universidad Laica de Portoviejo.
Cuando mi mamá empezó a enseñarme la oración del Ángel Guardián, yo empecé a visualizarlo así, porque lo que mi madre decía de ellos es lo que sentía cuando estaban conmigo.