Carlos Molina: “Un paso adelante”
Con sus diseños coloridos, sexys y de líneas arquitectónicas, el creativo ecuatoriano ha conquistado el mercado mundial del calzado.
El triunfo y el reconocimiento internacional no han cambiado a este gran diseñador que sigue siendo el mismo hombre que emigró a los Estados Unidos, hace más de 3 décadas, donde encontró más que el éxito, el amor.
Dice de sí mismo “soy afable y abierto”, pero la verdad aquello no le hace justicia, pues Carlos es de las personas que tiene un “ángel” y, por tanto, brilla por doquier. Quizá por ello, su ruta hacia el éxito no fue tortuosa, como en la gran mayoría de casos. Todo lo contrario, considera que, sino la fortuna estuvo de su lado, fueron sus acciones las que devinieron en los resultados de una gran trayectoria. De cualquier forma, él convive con el sabor del éxito con una marca de zapatos que ha dado la vuelta al mundo en los más icónicos desfiles de moda e, incluso, en cintas cinematográficas.
¿Cómo lo logró?
Nacido en Manta hace poco más de 50 años, recuerda, sin vergüenza, los dos pares de zapatos que tenía cuando niño: Uno de charol para las fiestas de octubre y otro para ir a la escuela. Pero para jugar con sus amigos o cualquier otro evento, debía andar descalzo; una de las razones por las que su madre trabajó sin descansos en una fábrica de botones para suplir las necesidades de sus hijos. “Éramos pobres pero felices, aunque nos faltaba mi madre porque siempre trabajaba. Se sacrificó por sus hijos”. Un hecho que podría haber marcado los pasos del diseñador de zapatos más renombrado y famoso del país.
Y es que en su historia nada es fortuito. El destino le condujo a ser el aprendiz de un importante diseñador de zapatos -Franco Sarto, de Bellini, cuando empezaba su tránsito en La Gran Manzana-, hace 33 años. Fue con él con quien descubrió todo el engranaje de la industria del calzado en un periplo que duró 7 años, luego del cual creó su propia marca fabricada en España.
Después del 9/11 se dio un desplome en el mercado y Carlos tuvo que cerrar sus tiendas, pero continuó colaborando con colecciones cápsula para varias marcas de renombre mundial como Vera Wang, Óscar de la Renta, Silvia Tcherassi o Fergie; inclusive, con firmas de comercialización masiva como Steve Madden o B.B.: “Cuando lancé mi primera colección en 1999 mi nombre como empresario en los círculos del calzado ya era conocido y con una buena reputación como diseñador también. Mis diseños diferentes, coloridos y de excelente calidad llamaron la atención mundial. De pronto teníamos 3 tiendas en Nueva York y estaba en todas las revistas de moda y eventos internacionales. Siempre con un paso adelante marcando tendencias”.
En 3 décadas, Carlos Molina ha desarrollado alrededor de 400 colecciones, al crear modelos para celebridades, diferentes marcas y la suya propia. Actualmente se enfoca en varias líneas que se comercializan online (una que se fabrica en China hace 15 años, más accesible, y otra elaborada en España 25 años atrás, para una clientela más exigente). “Lo que busco es que mis diseños estén al alcance de todas las mujeres y que les encanten. Tengo una tienda en Manhattan con un socio que fue uno de mis primeros clientes y tenemos varios proyectos para seguir creciendo”.
Motivado y con más energía que nunca dice que haber nacido ecuatoriano lo ha llevado con mucho orgullo a través de 30 años. “Creo que ahora somos más respetados por los logros que seguimos teniendo no solo en la moda, sino también en los deportes, la música y el arte”.
El amor lo mueve todo
A los 19 años trabajaba en un hotel manteño y, excelente dibujante, soñaba con ser arquitecto. Fue cuando conoció a una ‘gringuita’, Dianalynn Bodero Duzdevich, con quien hubo una conexión inmediata. Ella vivía en la Gran Manzana y Carlos apostó por el amor. De eso han pasado 33 años y la pareja celebra la vida en complicidad, al trabajar juntos y liderar una familia con 4 hijos que han crecido en los Estados Unidos: Freddy, Chainelle, Bryanna y Massimo, de 21, es el más pequeño. Todos fueron formados para tomar su propio camino en un hogar bien llevado y armónico: “Mi esposa es el timón de la familia y de las empresas. Me ha apoyado siempre y somos muy felices. Como equipo tratamos de avanzar. Ellos son mi inspiración y motivo para seguir firme”.
El empresario vive con plenitud el tiempo y la fortuna, y confiesa que jamás ha sentido la envidia que el éxito muchas veces trae ni discriminación alguna por su origen latino. En Ecuador apoya a varias entidades sociales, como el Patronato del Niño en Manta, durante 14 años consecutivos. Además, ha desarrollado proyectos inmobiliarios en su natal Manabí, a donde va tantas veces como puede.
Cara a cara
- ¿Cuántos pares de zapatos tiene?
No más de 50. Siempre regalo a los amigos y familia muchos, incluso con etiqueta.
- ¿Cómo mira su trayectoria hasta hoy?
Casi no vi crecer a mis hijas por viajar tanto, pero frené la locura con mi hijo Massimo. He logrado crecer mi nombre como diseñador y como persona manteniendo una buena reputación en el mundo del calzado.
- ¿Cómo definiría la última colección?
Durante la pandemia lancé mis dos primeras colecciones para hombres, las que más alegrías me han causado como diseñador autónomo. ¡Estoy superemocionado!
- ¿Qué ha sido lo más duro en el camino?
No veo nada duro… Simplemente me exijo más para ser mejor cada día y responder con mejores productos a todos los clientes fieles que, por dos generaciones, me siguen y se emocionan con lo que ofrezco.
- ¿Qué viene luego?
Una línea de calzado deportivo para hombre, otra para niños; carteras… Seguirán los accesorios, perfumes, ropa deportiva.. ¡Me siento más joven y positivo que hace 25 años!
- ¿Debilidades?
¡Me encanta comer! Cada vez que quiero a entrar a dieta me vence el olor a viche con arroz (risas).
- ¿Lujos que le hacen feliz?
Tener mi oficina y taller en casa… me desempeño más rápido y mejor. Además, me hace muy feliz cuando mis hijos están en casa… ¡Quisiera que el día no termine!