De casas embrujadas a la realidad: esto es lo que el miedo provoca en tu cuerpo
El cerebro juega un papel crucial al momento de indicar si la situación por la que se está atravesando es peligrosa o no
Las películas de terror, casas embrujadas y los sustos entre amigos son actividades comunes en esta época del año que, en general, parecen inofensivas. Sin embargo, el miedo que provocan puede activar el sistema de lucha o huida del cuerpo, lo que desencadena la liberación de sustancias químicas y diversas respuestas fisiológicas.
"La respuesta de miedo de nuestro cuerpo es una herramienta fantástica para la supervivencia en situaciones peligrosas. Se activa rápidamente, nos llena de energía, agudiza nuestro enfoque, fortalece nuestros músculos y nos prepara para enfrentar lo que se nos venga encima", explica Kenneth Carter, psicólogo clínico en Oxford College. Este mecanismo de supervivencia ha estado con el ser humano desde el inicio de la humanidad y se la utilizaba para huir de depredadores.
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Leer másAunque este sistema fue útil para escapar de los inminentes peligros, y sigue siendo útil hoy en día, no siempre es positiva. Si se activa con demasiada frecuencia debido al estrés constante o a sustos frecuentes, puede desgastar el cuerpo. Carter advierte que esto puede generar problemas de salud, como hipertensión, problemas cardíacos o digestivos, y un desequilibrio del sistema inmunológico.
Reacciones en el cerebro y el cuerpo
La respuesta de lucha o huida del cuerpo siempre comienza en la amígdala, una parte del sistema límbico del cerebro encargada de reconocer amenazas y procesar emociones. Cuando se percibe una amenaza, la amígdala envía una señal al hipotálamo, que instruye al sistema nervioso y al endocrino a liberar hormonas y neurotransmisores, como el cortisol, la dopamina, la noradrenalina y la adrenalina.
"Los neurotransmisores son liberados por las neuronas del sistema nervioso, mientras que las hormonas provienen de las glándulas suprarrenales, ubicadas encima de los riñones", explica Marc Dingman, científico de la Universidad Estatal de Pensilvania. Estas sustancias trabajan en conjunto para acelerar la respiración y hacer que el corazón bombee sangre rica en oxígeno hacia los músculos y órganos vitales, preparando al cuerpo para reaccionar ante la amenaza.
Durante este estado de alerta, los músculos se tensan, las pupilas se dilatan para mejorar la visión y la mente se enfoca solo en la amenaza. Además, la liberación de adrenalina reduce el dolor, lo que permite al cuerpo soportar más esfuerzo del habitual. Aparte de las hormonas del estrés, el cuerpo también libera dopamina, lo que aumenta la alerta y puede explicar por qué algunas personas experimentan sensaciones de placer en situaciones inducidas por el miedo.
Amenazas reales y percibidas
La respuesta biológica inmediata al miedo es la misma, ya sea ante un peligro real o uno percibido. Holly Blake, profesora de la Universidad de Nottingham, explica que el cerebro reconoce rápidamente la diferencia entre una amenaza real y una falsa. Denise Millstine, médica de la Clínica Mayo, añade que la respuesta de sobresalto tiene dos fases: la primera es automática e involuntaria, y la segunda, gestionada por la corteza prefrontal, que evalúa si el peligro es real o no
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Leer másA veces, el cerebro no tiene recuerdos previos para comparar o no sabe diferenciar entre lo real y lo falso. Esto sucede, por ejemplo, al ver una película de terror. Debido a que el cerebro evolucionó antes de la invención del cine, a veces interpreta lo que ve en pantalla como algo real.
En estas situaciones, es posible que el cuerpo no active completamente su respuesta de lucha o huida, pero aun así se liberan pequeñas cantidades de hormonas del estrés, lo que genera efectos como corazón acelerado, manos sudorosas y nerviosismo. Aunque muchas personas disfrutan de estas experiencias, los sustos frecuentes pueden ser estresantes, incluso para quienes creen que les gusta.
Si las hormonas del estrés se liberan con demasiada frecuencia, pueden desgastar el cuerpo y causar problemas de salud. Las personas con afecciones cardíacas o dolor crónico de espalda deben ser especialmente cautelosas, ya que los sustos podrían empeorar sus síntomas. Además, la exposición constante a estos sustos puede desensibilizar al cerebro, reduciendo su capacidad para reaccionar ante peligros reales.
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