Una compra inteligente para evitar el desperdicio de comida
Hay ciertos productos que aún se pueden aprovechar para que no terminen en la basura. También conviene elegir los alimentos que duren un poco más
El pan medio duro en la alacena, el pimiento un tanto arrugado al fondo de la nevera o el yogur que se tira de manera preventiva porque ya pasó la fecha de consumo preferente: estos son apenas algunos ejemplos de todo lo que puede terminar en el tacho de la basura.
En Alemania, por ejemplo, se tiran en promedio 75 kilos de alimentos per cápita al año, y se estima que la mitad de ellos podría ser evitable, de acuerdo con un cálculo de la Central de Consumidores de Berlín.
Aquí ayuda sobre todo controlar lo que tenemos aún en casa y hacer una lista antes de salir de compras. “El 70 por ciento de las compras son espontáneas”, afirma Gertraud Huisinga, de la Central de Consumidores de Bremen. Por eso cree que es importante atenerse a la lista de la compra.
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Leer másSi no, hay opciones. El pan que sobra puede congelarse repartido en porciones y ser descongelado a medida que se necesite, señala la Central de Consumidores de Berlín.
A la hora de solucionar este problema, también puede ser de ayuda el tipo de pan. Cuanto mayor es la cantidad de trigo en un pan, más rápido se echa a perder, según indica la Central de Consumidores de Bremen.
En cambio, el que tiene un porcentaje elevado de centeno, harina integral o grano partido se mantiene fresco durante más tiempo.
¿Y qué sucede cuando se pasó la fecha de consumo preferente o de vencimiento de los lácteos? En estos casos, las centrales de consumidores recomiendan siempre hacer primero la prueba con los propios sentidos, ya que muchas veces estos productos se pueden seguir ingiriendo aún pasados días y hasta semanas de esta fecha impresa.
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Leer más“Esto se debe a que la llamada vida de anaquel o fecha de consumo preferente de un producto es una promesa de calidad y no una fecha de cuándo tirarlo”, explica Huisinga.
Además, tiene otro consejo para la prueba “ver-oler-saborear”: “No sacudir la botella de yogur antes de abrirlo, ya que en ese caso no es tan fácil distinguir si se formó una capa de moho arriba”. Por eso, aconseja abrirlo con cuidado y evaluar su estado. Mientras tanto, en el caso de la verdura, si está marchita se puede usar en un guiso o en alguna receta creativa en base a restos.
Pero lo más importante es hacer una compra inteligente. Desde el inicio de la pandemia, muchas personas prefieren hacer compras grandes en vez de salir varias veces a la semana a escoger cantidades más pequeñas. Esto, entre otras cosas, es bueno para el medio ambiente, ya que significa que no se sube al auto cada dos por tres por un pedacito de queso o un poco de verdura. Pero justamente por eso también es importante fijarse en cuánto dura el producto y cuánto tiempo puede ser almacenado.
Johanna Prinz, autora de un libro sobre cómo comprar, llevar adelante la casa y vivir cuidando el medio ambiente, editado en Alemania, aconseja comprar el queso en trozos, ya que dura más que el queso en lonchas o fetas.
Si se compran conservas, almacenarlas a una temperatura máxima de 19 grados y guardar las más nuevas detrás de las más viejas, así se usan primero las que se vencen antes.
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Leer másPero si a pesar de todas estas precauciones algún producto se pasa un poco sin que esto implique un riesgo para la salud, vale la pena echar mano de un poco de creatividad y flexibilidad. Un par de ejemplos: las bananas maduras sirven para hacer un budín de banana. La fruta demasiado madura puede ser transformada en una mermelada y los restos de verdura pueden ir a sopas o tortillas.
Mientras tanto, hay que evitar los típicos errores de almacenamiento. Los tomates, por ejemplo, son sensibles al frío. En la nevera pierden gusto y se pudren rápido, de acuerdo con Johanna Prinz. Por eso aconseja guardarlos en lo posible en un lugar aireado y fresco en la alacena. Las cebollas y el ajo también se echan a perder fácilmente. Por eso no deben ser almacenados en recipientes herméticos.