
Las consecuencias de comerse y morderse las uñas: un hábito con riesgos reales
Morderse las uñas puede causar daños físicos, psicológicos y sociales, afectando la salud y la autoestima
Morderse las uñas, conocido médicamente como onicofagia, es un hábito común que afecta a personas de todas las edades, especialmente en momentos de estrés o ansiedad. Aunque puede parecer inofensivo, esta práctica tiene consecuencias físicas, psicológicas y sociales que vale la pena conocer.
Impactos en la salud física
Morderse las uñas puede causar daños significativos en las manos y la boca. La acción repetitiva de morder debilita la estructura de la uña, lo que puede llevar a deformidades, uñas quebradizas o crecimiento irregular. Además, la piel alrededor de la uña, conocida como cutícula, puede inflamarse o infectarse, provocando dolorosas infecciones alrededor de la piel como la paroniquia. Estas infecciones bacterianas o fúngicas requieren, en algunos casos, tratamiento médico.
Otro riesgo importante es la exposición a gérmenes. Las manos están en contacto constante con superficies, y las uñas pueden acumular bacterias como Staphylococcus aureus o virus como los del resfriado/gripe común. Al morderlas, estas bacterias pueden ingresar a la boca, aumentando el riesgo de infecciones gastrointestinales o respiratorias. Asimismo, morderse las uñas puede dañar los dientes, causando desgaste del esmalte, fracturas o desalineación dental, según estudios odontológicos.
Efectos psicológicos y sociales
La onicofagia está frecuentemente asociada con el estrés, la ansiedad o el aburrimiento, y puede convertirse en un comportamiento compulsivo difícil de controlar. Aunque morderse las uñas puede ofrecer un alivio momentáneo, no aborda las causas subyacentes de estas emociones, llevando a un ciclo de dependencia. En algunos casos, este hábito se relaciona con trastornos como el trastorno obsesivo-compulsivo (TOC) o el trastorno de ansiedad generalizada, aunque no siempre es un indicador directo de estas condiciones.
Socialmente, las uñas mordidas pueden afectar la autoestima, ya que las manos son una parte visible del cuerpo. Las personas que se muerden las uñas a menudo sienten vergüenza por su apariencia, lo que puede llevarlas a evitar situaciones donde sus manos estén expuestas, como saludar o gesticular. En entornos profesionales, unas uñas descuidadas pueden ser percibidas como falta de higiene, aunque esto no siempre sea cierto.
Cómo abordar el hábito
Romper con la onicofagia requiere paciencia y estrategias prácticas. Mantener las uñas cortas y limadas reduce la tentación de morderlas. Aplicar esmaltes de sabor amargo o usar guantes en momentos de estrés puede ayudar a crear conciencia del hábito. Técnicas de manejo del estrés, como la meditación, el ejercicio o la terapia son útiles para abordar las causas emocionales. En casos severos, consultar a un dermatólogo o psicólogo puede ser necesario para tratar infecciones o comportamientos compulsivos.
Morderse las uñas es más que un simple tic nervioso; es un hábito con consecuencias reales para la salud física, emocional y social. Reconocer sus riesgos es el primer paso para controlarlo. Con estrategias adecuadas y, si es necesario, apoyo profesional, es posible superar la onicofagia y mejorar tanto la apariencia de las manos como el bienestar general.
Para más contenido de calidad SUSCRÍBETE A EXPRESO