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La COVID-19 y sus secuelas psicológicas

Aunque los síntomas clínicos de la enfermedad hayan sido superados, posteriormente algunas personas podrían presentar un quebranto en su salud mental.

Fatiga durante la mayor parte del día e insomnio por las noches son las dos principales molestias que acompañan a Augusto Rojas desde que se contagió con el coronavirus, aunque ya superó la enfermedad hace más de ocho meses.

Es que, como menciona la psicóloga Annabelle Arcos, algunos pacientes post-COVID mantienen ciertas alteraciones en su salud psicológica, por lo cual es de suma importancia concienciar a tiempo para lograr una mejoría.

“Las consecuencias no son las mismas entre quienes fueron pacientes leves manejados con tratamiento médico en casa y quienes estuvieron graves en el hospital”, comenta. Entre las secuelas emocionales del primer grupo se encuentran la fatiga crónica, desesperación, irritabilidad, ansiedad, depresión y falta de energía.

También podría haber mayor temor de contagiarse nuevamente al salir del hogar o socializar con otras personas. “Quienes han vivido varios días o semanas con la enfermedad, saben el real peligro de la misma y por eso les da miedo volver a pasar por algo así. Quedarse en casa les da una sensación de protección”.

Por otro lado, quienes estuvieron internados en el hospital, podrían sufrir de estrés postraumático al haber tenido una experiencia cercana a la muerte. Y en el caso de quienes perdieron la consciencia por varios días, la ansiedad se incrementaría por no tener recuerdos de ese tiempo. “En esos casos es vital que haya un acompañamiento en el área neurológica y psiquiátrica”, recalca la psicóloga Arcos.

Qué hacer

Para disminuir las secuelas emocionales o psicológicas es importante concentrarse en los puntos positivos de la pandemia. “Toda crisis puede significar un crecimiento. Parar el frenesí de la vida diaria y conectarse con sus emociones es de enorme beneficio tener una actitud de agradecimiento hacia la vida”.

Concéntrese en llevar a cabo actividades que le generen tranquilidad y ayuden a reducir la ansiedad, como la meditación, el yoga, pintar o practicar algún deporte. Si tiene miedo de salir a espacios con aglomeraciones de personas, poco a poco, puede intentar ir a lugares abiertos o cercanos a su casa para sentir mayor seguridad. 

Atento a sus seres queridos

Si cuenta con algún amigo o familiar que se haya curado del coronavirus, analice su comportamiento. Es normal que las primeras semanas tenga algunos de los cambios emocionales mencionados, pero si continúan a largo plazo y le impiden continuar con su vida personal o laboral, debe pedir ayuda profesional.

Dato curioso

Un estudio de la Universidad de Oxford, publicado en la revista The Lancet Psychiatry, analizó a más de 236.000 pacientes de COVID-19 (en su mayoría de Estados Unidos) y encontró que al 34 % se le había diagnosticado una afección psiquiátrica o neurológica en los seis meses posteriores a la infección con el coronavirus.

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¿Ya está vacunado?

Aunque la vacunación ayuda a disminuir el riesgo de contagio o gravedad de la enfermedad, Arcos acentúa que existe el riesgo de que algunas personas tengan una sensación errónea de seguridad total. “Las medidas de protección deben continuar. Los adolescentes y adultos jóvenes suelen ser quienes se sienten más invencibles al virus, pero no es así. Tanto el salir en exceso como el aislamiento total son negativos. Lo ideal es encontrar un punto medio”.

El doctor Víctor Álvarez, presidente del Colegio de Médicos de Pichincha, recalca que entre las medidas de cuidado que se deben considerar los primeros días luego de la vacunación son: mantenerse hidratado, no tocar el área vacunada y tomar paracetamol (de un gramo) en caso de presentar algún síntoma como dolor, fiebre, escalofríos u otros.

Al hablar de los mitos alrededor de la inoculación, el experto menciona que no hay ningún alimento cuyo consumo se prohíba. Sí están permitidas las relaciones sexuales y hacer ejercicio, siempre y cuando no hayan síntomas que puedan generar molestias. Tampoco hay contraindicación alguna sobre el consumo moderado de alcohol, pero está comprobado que su exceso disminuye la actividad inmunológica. Se recomienda no consumirlo 24 horas antes ni 72 horas después de recibir la vacuna.