Mascarillas: protección, creatividad y un emprendimiento en tiempos de crisis
Marlene, Nandy, Dolores, María y Mónica ofrecen en Ecuador tapa bocas diferentes y elegantes
El sonido que genera la máquina indica que hay producción, Marlene de Gallardo es quien está detrás del pedal que la activa. Pero, esta no es cualquier herramienta de trabajo; se la trajo desde Venezuela. Ella es una de las migrantes que llegó a Guayaquil hace un año.
Marlene es licenciada en educación especial y tiene el arte de hacer diseños y coser, desde que está en el Puerto Principal labora remendando prendas o haciendo una nueva. Con la emergencia sanitaria las obras de los tejidos bajaron, entonces se puso a hacer mascarillas.
Pero pensó que estas deberían ser diferentes y expresar la belleza y coquetería que caracteriza a una dama. Entonces empezó a ponerles adornos, “primero las hice para la familia y amigos y luego empecé a venderlas a un dólar, esto ha gustado a mis clientes y me está generando ingresos económicos”, cuenta Marlene.
Se trajo la máquina desde Maracay, del estado Aragua, en Venezuela, a cinco días de camino en bus de Guayaquil; la empacó en un bolso que ella misma lo elaboró y le puso ruedas. Esta herramienta que ha estado con ella por más de ocho años, ahora le ha permitido trabajar en tiempo de COVID, en su vivienda ubicada en la ciudadela Guangala, al sur del Puerto Principal. Marlene también elabora mascarillas elegantes para los caballeros, en especial para quienes utilizan ternos. “La idea es que la mascarilla combine con la corbata”, indica.
Pero ella no es el único ejemplo, en las calles 6 de Marzo y Franciscos Marcos el local de las gigantografías que hay allí se ha dedicado a hacer visores con personajes. “A los niños les gusta mucho estos diseños y además aquí las hacemos al por mayor y con ello también apoyamos a quienes se han quedado sin trabajo y se han dedicado a hacer ventas de una variedad de productos y los visores son una buena opción”, dice Nandy Lobo, ejecutiva de ventas del negocio.
En el bordado ancestral ecuatoriano también hay iniciativas. Dolores Maigua, de Otavalo, elabora mascarillas que luego las borda a mano. Ella aprendió el arte de bordar de su madre a los 9 años de edad. Las creaciones las han comprado clientes de Estados Unidos y España, relata Dolores.
Cada prenda se hace en una hora y por unidad se las vende a cinco dólares.
En esta misma tendencia está María Chachalo, ella es de la comunidad de Zuleta, de la provincia de Imbabura.
María borda desde los 8 años de edad, aprendió de su mamá Avelina Alvear.
Las últimas dos iniciativas se promocionan por redes sociales, así estas cuatro mujeres con su creatividad muestran que en las crisis nacen oportunidades para seguir adelante.
EN EL ORO
Las mascarillas han llegado también a las ventas por catálogo. En Santa Rosa, provincia de El Oro, Mónica Cobos, un diseñadora de modas con más de 20 años de experiencia ha lanzado su colección 'Pandemials', en la que emplea a mujeres emprendedoras del cantón tanto en la fabricación de tapabocas y turbantes, como en su venta por comisión.
Cobos sufre de diabetes, condición que la obliga a permanecer en casa para mantenerse alejada de un posible contagio por coronavirus, sin embargo, su creatividad le ha permitido seguir laborando y convertir a los accesorios de bioseguridad en su nuevo sustento.
La diseñadora también realiza los accesorios bajo pedido y gusto de las clientas.
Estamos ante una nueva normalidad que pronto empezaremos a llamar normalidad. La protección ya no es más una opción o un accesorio, es un estilo de vida.