Amparo Garzón: El total de la totalidad
El cosmos del que es dueña y soberana abarca más que el talento visto y aplaudido en 45 años de ejercicio artístico, y 250 exhibiciones en el mundo
Una de las voces más sonoras y admiradas del arte a nivel latinoamericano empezó con una niña -tercera de cinco hermanos- tímida y reservada que ganaba todos los concursos colegiales de pintura. Pronto aprendió a observar y a adaptarse fácilmente a su entorno, expresando, a través de los colores y formas, una comunicación más fluida y de autoconocimiento.
Su obra destaca una evolución constante que denota no solo talento, sino estudios e investigación en ciencias alternas. El resultado es una prolífera producción artística que ha recorrido el mundo en diversos escenarios. El abordaje entre pintura y escultura ha sido vasto entre diversas vertientes aplicadas: “Empecé en la escuela del informalismo, allí aprendí muchas formas y recursos. Luego incursioné en el realismo mágico, una escuela de la pintura metafísica y el surrealismo donde profundicé y me especialicé en simbolismo colectivo de una corriente de Karl Jung”.
Ecuador en su corazón
Con un título de Bellas Artes y una maestría en pintura de caballete, llegó a Quito en sus veintes a propósito de una exhibición artística; la visita se extendió más de lo previsto, pues en la capital conoció a su esposo y compañero de vida, Roberto Preciado -quien se convertiría luego en curador y galerista- y donde, además, nació su única hija, Natalia Preciado, también una dotada del arte.
Al despuntar, obtuvo una visa de residencia por habilidades excepcionales en Estados Unidos, donde expandió sus horizontes con una prolífera carrera que continúa en firme. Su obra ha sido expuesta en exhibiciones individuales y grupales en museos, ferias y centros culturales de Europa, Latinoamérica, China y Estados Unidos. “He escrito y coescrito libros, incluso de negocios, en lo que se refiere a Healing Art y sus aportes”.
En Miami, por más de dos décadas, creó Spirit del Art, la galería dirigida por Roberto, la misma que se expandió a Puerto Rico y ahora a Nueva York, donde residen actualmente. En la Gran Manzana continúa desarrollando su oficio y otras ciencias, consustanciales al autoconocimiento. “La galería está ubicada en Chelsea, y desde ahí apoyamos a otros artistas latinoamericanos”, dice.
Sus aportes en Healing Art
Observadora de los observadores de su obra (generalmente pasa desapercibida en sus exhibiciones con el propósito de estudiar las reacciones del público frente a su obra) poco a poco empezó a relacionarse con la corriente del Healing Art, -aún sin traducción al español-, una escuela que se va imponiendo en el mundo del arte por su poder curativo: “En un momento de mi carrera me di cuenta cómo mi obra podía mover emociones y llevar a sentir, a través de la memoria, el niño interno que todos tenemos. Somos pocos los pioneros en este campo que entra en espacios públicos y de salud como terapia física, mental y espiritual. Pero debemos trabajar la ciencia y el arte a la par, investigando continuamente, como ratones de biblioteca. Es una nueva forma de ver la vida, apoyada con el pensamiento sistémico. En Guayaquil tengo una escultura en el Parque Lineal del estero Salado, basada en los caminos de reflexión hacia un movimiento terapéutico. Tiene que ver con los bordes sistémicos y energéticos del cuerpo humano. Es una obra que invita a la reflexión”.
Su yo hacia fuera
La artista ejerce un paralelismo con el reiki, regresiones a vidas pasadas y entre vidas, constelaciones familiares y es hipnóloga clínica y holística; ciencias que le apasionan como la psicología, ruta que hubiese adoptado si el arte no sería su vida: “En el proceso de estudiar Healing Art quise entender y develar la magia del poder de la energía que se da en el proceso creativo. Entonces estudié la neurociencia contemplativa y emocional; luego me especialicé, entre otras ciencias, en constelaciones familiares con base al pensamiento sistémico”.
Como artista, su obra se extiende utilizando recursos como colorterapia, colografía y psicología, valiéndose de la neurociencia. Hace poco, realizó una instalación en Quito denominada ‘Todo crece bajo el árbol, incluido tú’, con pinturas en óleo sobre lienzo y una colección de Healing Art, que incluyen dibujos en tinta con hojilla de oro, utilizando el recurso simbólico del realismo mágico y la profundidad de las constelaciones: todos somos uno y uno somos todos. La exhibición fue organizada por su esposo Roberto Preciado, Ximena Aulestia y Soledad Holguín.
- Cara a cara
¿Se siente realizada?
Sí, vivo en el presente, aquí y ahora. Cuando estoy en otro lado, regreso. Dentro de los recursos que la vida nos ha dado, hago meditación. Está comprobado que esta hace cambios a nivel cerebral y espiritual.
¿Quiere algo más en la vida?
No, lo tengo todo, me siento muy agradecida y feliz con quien soy y con lo que he vivido hasta hoy.
¿Su hija, cómo es?
Natalia es espectacular e interesante, nació en Quito en el 89 y estudió Bellas Artes, Filosofía, Historia y Sociología del Arte en las mejores escuelas de Miami, Nueva York y Francia. Vive ahora en Berlín, trabaja para varias galerías y escribe para artistas de diferentes partes del mundo. Ahora me ha hecho abuela y soy absolutamente feliz con mi nieta Odette, a quien le dediqué mi último libro que lo presenté en Quito.
¿Quién es Amparo Garzón?
Soy una mujer tranquila, serena, me gusta la soledad, pero he aprendido a escuchar a otros y escucharme a mí misma. Fascinada de ser abuela, esposa de Roberto y aportar a otros. Me gusta quien soy yo.