Diario de una madre en cuarentena, día 32: Cumplir años en medio de la pandemia

Hace tres años, a esta hora, 11 de la mañana, estaba recién bañada, cambiada y por tomar un desayuno tardío. Era el domingo de pascua y hacía 3 días que me habían dado de alta luego de un mes de reposo total en mi casa. Mi chicharrón mayor quiso llegar antes de tiempo y logramos llegar a la semana 38.

Ese mismo día mi esposo acaba de decirme que no tenía ganas de ir a trabajar (sí, en aquella época trabajaba los domingos), cuando le comenté que había notado pérdida de tapón mucoso, lo mismo que nos había pasado cuatro semanas atrás. Así que terminamos de desayunar, armamos una maleta para dejarle al vigilante del edificio y pensamos qué cosas necesitaríamos llevar a la clínica.

Él tomó su mochila de siempre y guardó su computadora “para trabajar mientras vemos qué pasa”, luego guardó un libro que estaba leyendo y yo le pedí que llevara el que estaba en mi mesa de noche. También llevamos la carpeta en la que teníamos, ordenados temporalmente, todos los estudios y ecografías que me habían hecho durante esas 38 semanas. Y el kit.

Habíamos decidido guardar células madre del cordón del bebé y la única cosa sensata que llevamos a la clínica el 16 de abril de hace tres años, ese domingo de Pascua, fue la caja que contenía el kit para el procedimiento de conservación. Consejo para padres primerizos: no van a leer ni a trabajar cuando nazca su hijo.

Alrededor de la una y media de la tarde decidimos ir a emergencia. Llamamos a mis suegros para comentarles que iríamos y que dejaríamos la maleta con el vigilante pero que, como faltaban 2 semanas, seguro nos mandaban a casa de nuevo.

Mientras me decían que mi hijo nacería mediante una cesárea de emergencia, mi mamá decidía manejar casi 10 hs hasta el aeropuerto más cercano y tomar dos aviones que la dejaron, al día siguiente, en la misma ciudad donde nació su primer nieto. Llegó sólo con su cartera, sin maleta ni ropa para cambiarse.

Mis suegros, por otro lado, tuvieron que coordinar la entrega de una torta que había hecho mi suegra. Así es que en la puerta de la clínica se encontraron con la persona que enviaron a recoger el pastel de cumpleaños de un primito que cumple hoy también. Ellos llegaron con la torta y la maleta.

Lucas salió con 3,240 kilos, gritando y orinando a la pediatra. Fue la voz de su papá diciéndole “¡hola, compadre!, te estábamos esperando…” lo que me calmó y me hizo entender que ya había pasado el susto y que, de ahí en más, todo iría bien. Y así es.

Ser madre es una decisión que tomé el día que supe que estaba embarazada. Yo elegí ese camino y me siento muy feliz y agradecida por haber sido mamá de esta manera, eligiéndolo.

Hoy mi chicharrón mayor, mi cuero, mi carne, mi sangre, cumple 3 años y sí, es extraño celebrar en cuarentena. Primero porque pareciera que uno es desubicado al mostrarse feliz, pero ¿qué más puedo darle a mi hijo que un día lleno de felicidad y consentimiento, con una torta de Mickey Mouse, canguil y papitas?

Volverán, estoy segura, esas fiestas con familiares y amigos de todos lados que viajan para estar con nosotros. Volverán esos encuentros, esas fotos multitudinarias, los regalos, los asados, los picnic.

Pero hoy, en tiempos difíciles debido al coronavirus, ese enemigo invisible, decido quedarme con algo que nunca se fue. Cuando pienso en todas las llamadas recibidas, en los mensajes, videos, en los que se conectarán al festejo virtual, no dejo de pensar en lo afortunados que somos. Porque esto sí es estar juntos.

¿Cómo vive la cuarentena por el coronavirus una madre de dos niños pequeños en Guayaquil, una ciudad que recién conoce y en la que la pandemia del Covid-19 causa estragos? Conócelo aquí, en 'Diario de una madre en cuarentena', escrito por Cecilia Tecchi.