Contaminación dolor
Contaminación. Los gases emitidos por los vehículos pueden ocasionar enfemedades cerebrales.Canva

El enemigo invisible: cómo la contaminación afecta la salud cerebral

La exposición a contaminantes ha aumentado los infartos cerebrales

La contaminación ambiental no solo ensucia el aire que respiramos, también puede poner en riesgo nuestro cerebro. Estudios recientes han confirmado una fuerte relación entre la exposición a contaminantes y el aumento de infartos cerebrales, una conexión que empieza a encender alarmas en el ámbito médico. “Según un artículo publicado en The Lancet Neurology, cerca del 30% de los casos de ictus a nivel mundial podrían estar relacionados con la contaminación atmosférica”, señala el doctor Gregory Celis, especialista en farmaceútica. Esta estadística cobra especial relevancia en ciudades densamente pobladas y con altos niveles de contaminación, como ocurre en muchas urbes latinoamericanas.

Los contaminantes más peligrosos para la salud cerebral son las partículas en suspensión PM2.5 y PM10, así como gases tóxicos como el dióxido de nitrógeno, el ozono troposférico y el monóxido de carbono. “Estos elementos pueden desencadenar procesos inflamatorios que afectan no solo los pulmones, sino también el sistema cardiovascular y, en consecuencia, el cerebro”, explica Celis. La fuente principal de estos contaminantes son los combustibles fósiles, el tráfico vehicular y la actividad industrial. Para reducir la exposición, se recomienda evitar zonas altamente contaminadas, usar mascarillas con filtros especiales y monitorear la calidad del aire antes de realizar actividades al aire libre.

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Las poblaciones vulnerables las más afectadas

La preocupación aumenta cuando se consideran las poblaciones vulnerables, como niños y adultos mayores. En los primeros, la exposición a agentes neurotóxicos puede interferir en su desarrollo cognitivo; en los segundos, la contaminación agrava enfermedades crónicas preexistentes como hipertensión y diabetes, lo que incrementa la posibilidad de sufrir un ictus. “La edad y las condiciones previas hacen que el impacto sea aún más agresivo”, sostiene el especialista.

La solución, según los expertos, no puede recaer solo en los ciudadanos. Se requiere una acción firme por parte de las autoridades. “Es indispensable implementar políticas públicas que promuevan la movilidad sostenible, regule las emisiones industriales y fomenten el uso de energías limpias”, añade el vocero. También es fundamental mejorar el diseño urbano para priorizar zonas verdes y promover una mayor concienciación ciudadana sobre los riesgos de la contaminación.

El rol del sector privado en la problemática 

Fotografía del 12 de julio de 2023, muestra una vista de la planta de tratamiento de aguas residuales Seine-Valenton del SIAAP (Sindicato Interdepartamental para el Saneamiento de la Aglomeración Parisina), ubicada en Valenton, al sureste de París.

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En este contexto, el rol del sector privado también es clave. “Desde la industria farmacéutica, se puede aportar con investigación y producción de medicamentos que ayudan a prevenir y tratar enfermedades neurológicas y cardiovasculares”, afirma Celis. 

A pesar de los avances, aún queda mucho por investigar. “Necesitamos estudios longitudinales que midan los efectos a largo plazo de la contaminación en el cerebro, así como biomarcadores que alerten sobre daños tempranos”, propone el médico. Estas investigaciones permitirían diseñar políticas más específicas y proteger a la población desde una mirada integral, donde el medio ambiente y la salud pública caminen de la mano.

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