shutterstock_1827876731
Los docentes que se preocupan por sus alumnos dejan huellas positivas en sus vidas.Shutterstock

La escuela como sostén emocional

El trato amoroso por parte de los maestros puede cambiar la vida de niños y adolescentes con conflictos afectivos dentro y fuera de su hogar

Durante la pandemia, una de las profesiones que más desafíos presentó, aparte del área de la salud, fue la docencia. Los maestros, los alumnos y sus familias tuvieron que rápida y obligatoriamente adaptarse a las nuevas modalidades de estudio, que pasaron de la enseñanza en aulas al aprendizaje tras una pantalla.

Esta transición no solo tuvo dificultades en asuntos académicos, sino que niños y jóvenes dejaron de convivir con sus amigos, compañeros y profesores en un espacio que para muchos de ellos era su único lugar seguro.

Y es que la escuela, ahora con la reanudación de clases, es donde pasan gran parte de su tiempo, siendo un sitio que tiene el potencial de servir como un lugar de apoyo para niños y jóvenes que no tienen en casa una figura amorosa que los guíe en sus diferentes etapas de desarrollo.

Ante esto, Carina Kaplan, doctora en Educación de la Universidad de Buenos Aires, se plantea la pregunta: “¿Cómo hacer para que la experiencia educativa sea segura para todos y que la escuela sea un lugar de sostén que deje huellas pero no cicatrices?”. Su contundente respuesta es: “reforzando la afectividad por parte de sus maestros”.

Más que dictar clases

En su charla ‘El giro afectivo en el campo de la investigación en ciencias sociales’, durante un congreso organizado por la Universidad Casa Grande, la investigadora destacó la importancia de que los profesores no se limiten a solo impartir las clases, sino que se involucren en el sentir de los estudiantes.

“La escuela tiene que ser un lugar que fortalezca a los niños y nunca los minimice. Hay muchas formas de microviolencias y microrracismos al interior de la vida cotidiana escolar que producen dolor social y requieren de la atención de los educadores”, explica la docente universitaria.

El maestro que dice a su alumno: “Sí me importa lo que te pasa, cuentas conmigo, tú eres capaz”, puede cambiar la vida de ese niño que se siente desprotegido tanto frente a problemas familiares como en las relaciones con sus pares (compañeros de la misma edad).

“(El maestro) puede ser ese soporte en aquellas familias que están muy desorganizadas o donde imperan las relaciones de violencia. Por ello, la dimensión emocional y afectiva tiene que estar presente en el proceso de enseñanza y aprendizaje”, sostiene Kaplan.

Cuidarse a sí mismo y a los demás

En su alocución, la experta expuso que entre los jóvenes, luego de la pandemia, se incrementaron los síntomas de depresión, hasta el punto de autolesionarse; y que los profesores más atentos podían notar estas señales e intervenir.

“Los jóvenes vivieron dos años de ausencia en los que no tuvieron a ese alguien con quien compartir sus preocupaciones, así sea en 15 minutos de recreo”.

Por este motivo, la catedrática recalca la importancia de cambiar las prácticas pedagógicas y reorientarlas con una mirada más amorosa que enseñe a cómo tratar a los demás y cómo cuidarse a sí mismos, ya que a amar se aprende en casa, pero también en las aulas. “No puede ser más importante la matemática que enseñar a ser sensible con los otros”.

Sobre la especialista

06-carina-kaplan
Carina Kaplan, Doctora en EducaciónINTERNET

  • Autora del libro ‘Afectividad en la escuela’ (agosto 2022).

  • Profesora de la cátedra de Sociología de la Educación en la Universidad de Buenos Aires (UBA) y en la Universidad Nacional de La Plata (UNLP).

  • Investigadora del Consejo Nacional de Investigaciones Científicas y Técnicas (Conicet).