Estefi Wright: “Ser mamá hizo de mí una mejor versión”
Espontánea, alegre y muy conectada con sus hijos. Así es la diseñadora de joyas desde la intimidad de su hogar.
La historia personal de Estefi Wright (39) nos revela sobre su valentía de volver a empezar, pero también la fuerza para “renacer”, como dice ella, y llegar más lejos de lo que había pensado.
Aun contra el reloj, su día a día lo balancea entre cumplir su rol de mamá y ser la jefa de su propio emprendimiento de joyas.
Desde su hogar, donde recibió al staff de SEMANA, contó detalles de estos roles que la impulsan a ser una mejor versión de sí misma en todo ámbito.
Sus hijos, su preciada joya
Algunos llenos del color, y otros en oro y plata. Así son los accesorios con los que conquista el gusto de sus clientas.
Dice que las vueltas de la vida la llevaron a hacer de su nombre una marca. Estefi estudió Commercial Arts en Estados Unidos, y a su regreso al Ecuador empezó a forjar su carrera como diseñadora gráfica. Así estuvo varios años. Sin embargo, en un viaje a Bogotá descubrió su pasión por la joyería y se apuntó a estudiarla.
Aquello fue en el 2009. No tuvo miedo de reinventarse y así empezó a hacer su camino en este rubro. Recuerda que las ferias para emprendedoras fueron su plataforma para darse a conocer en Samborondón y Guayaquil. Era imparable.
Dos años después llegó su primer hijo, Fernando. Así se fue conjugando su rol de madre y jefa de sí misma. “Los tiempos que tenía más libre los dedicaba a crear. En casa tenía un cuarto con una mesita donde funcionaba mi taller y eso me permitía estar cerca de mi bebé”, cuenta.
Tres años después consiguió abrir su primer punto de venta y con aquel lanzamiento llegó también su segundo hijo, Valentino.
“Desde la maternidad, y tal vez a muchas mamás les pase, es que empecé a estar más motivada por salir adelante. Ellos son mi motor para no detenerme”, confiesa sobre sus hijos.
Dice que en ellos también ve reflejada la vena artística de la familia Fontaine. “Me recuerdan lo talentoso que era mi abuelo con sus manos. Las profesoras se sorprenden de sus dibujos, pinturas o manualidades”, expresa orgullosa de sus pequeños. Y agrega: “Ellos son mi mejor joya”.
Su comunidad con mamás
El ser madre la llevó a crear diseños inspirados en sus hijos. Lleva consigo siempre cadenas y pulseras bañadas en oro con las iniciales F y V.
Esto hizo que otras mamás se identificaran con Estefi, y como respuesta lanzó una línea de personalizados en la que ha creado joyas muy simbólicas, sobre todo para quienes son madres.
“La joyería para mí tiene un valor muy sentimental. Esta puede lograr que lleves un recuerdo contigo siempre. He conocido casos de mujeres que han perdido a sus bebés en el embarazo, entonces les he creado dijes de ángeles o alas”, explica.
Así ha ido formando una comunidad que la impulsa a seguir investigando más tendencias. “Ya no solo se puede llevar un dije con las iniciales o la forma del niño y la niña. Hoy en día, los mismos dibujos de nuestros hijos los podemos grabar con láser sobre una medalla. He notado cómo les gusta llevar esos detalles cerca del corazón”.
Saber conectar
La meditación es el hilo conductor de su vida. Es algo que le inculcó su mamá, Chantal Fontaine, cuando era adolescente y ahora ella traspasa ese aprendizaje a sus hijos.
“Creo que uno de los mayores desafíos de ser mamá de varones es saber conectar. De hecho, decidí no tener más el taller en casa, para evitar caer en lo ‘workaholic’ (adicción al trabajo)”, asevera. Y sobre la forma de conectar, dice que lo logra con los juegos, los viajes a la playa y lo que aprendió de Chantal. “Todas las noches, antes de dormir, cantamos mantras, rezamos y hacemos meditación guiada”.
Asimismo, les enseña sobre el agradecimiento. “A veces los niños no se dan cuenta de las cosas esenciales. Entonces, creo que es la etapa ideal para inculcarles que agradezcan por todo”, enfatiza y a la vez nos muestra a una Estefi más madura: “El ser mamá no cambió mi personalidad; más bien sacó una versión mejorada de mí”.
El divorcio también influyó en cómo se ha reinventado. “Fue súper duro. Pero en esos momentos tienes dos opciones: o te haces más fuerte o te quedas sufriendo. Así que lo viví como un renacer”, concluye.