Estrés y cortisol: ¡Cuidado! El doble riesgo para tu salud
Ambos generan graves consecuencias para la salud física y mental
El estrés es una respuesta natural del cuerpo ante situaciones desafiantes. Sin embargo, cuando se vuelve crónico, puede generar problemas serios. Un estudio publicado en la revista Psychosomatic Medicine dice que niveles altos de cortisol, la hormona del estrés, están relacionados con un mayor riesgo de enfermedades cardiovasculares. El cortisol elevado puede contribuir a la inflamación y a la resistencia a la insulina, por lo tanto se aumenta la probabilidad de desarrollar diabetes tipo 2.
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Además, el estrés puede afectar la salud mental, lo que conduce a los trastornos de ansiedad y depresión. El cortisol también influye en el sistema inmunológico, debilita la respuesta del organismo a infecciones y enfermedades.
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Leer másLa doctora Cristina Orquera, médico general, afirma que una de las formas más efectivas para reducir los niveles de tensión es practicar ejercicio físico de manera regular.
Cómo relajarte
Las técnicas de meditación y mindfulness son herramientas valiosas para calmar la mente. Dedicar unos minutos al día a la meditación o a ejercicios de respiración profunda puede ayudar a reducir la ansiedad y a promover una sensación de bienestar.
Otra manera de manejar el estrés es prestar atención a la calidad de nuestra alimentación y sueño. Consumir una dieta equilibrada rica en frutas, verduras y grasas saludables contribuye a mantener un estado emocional estable. Asimismo, establecer una rutina de sueño regular es necesario; un descanso adecuado permite que el cuerpo se recupere y regule los niveles de cortisol.
Fomentar conexiones sociales significativas y dedicar tiempo a actividades recreativas también juega un papel importante en el manejo del estrés, ya que el apoyo emocional y disfrutar de los momentos contribuyen a aliviar la presión diaria.
Señales de alerta
- Físicos. Dolores de cabeza, tensión muscular o dolor, fatiga, problemas digestivos (náuseas o diarrea) y cambios en el apetito (aumento o disminución).
- Emocionales. Ansiedad o nerviosismo, Irritabilidad o frustración, sensación de abrumo, depresión o tristeza y dificultad para concentrarse.
- Comportamientos. Aislamiento social, cambios en los patrones de sueño (insomnio o hipersomnia) y consumo excesivo de alcohol, cafeína o tabaco,
- Cognitivo. Dificultad para tomar decisiones, pensamientos negativos o pesimistas y falta de memoria o concentración.
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