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¿Por qué nos gusta sentir miedo?Freepik

La respuesta biológica y psicológica detrás del miedo: esto dicen los expertos

Adrenalina, dopamina y cortisol juegan un papel importante en las reacciones ante experiencias que provocan miedo

La famosa canción de la banda The Eagles, Hotel California, está inspirada en una leyenda de ese hotel ubicado en Todos Santos, Baja California Sur. El mito cuenta que una mujer llamada Mercedes se aparece en el bar e invita a los huéspedes a tomar unos tragos. Sea verdad o no, el turismo de hoteles con pasados espeluznantes sigue en alza, sobre todo en estas fechas. Pero, ¿qué hace que el ser humano busque conscientemente asustarse?

La respuesta biológica al miedo es compleja, involucra neurotransmisores y hormonas que activan diversas áreas del cerebro, desde la amígdala hasta el lóbulo frontal, según el Dr. Elias Aboujaoude, profesor de psiquiatría en Stanford. Esta reacción activa emociones desagradables, como el estrés, y placenteras, como el alivio. El ser humano ha evolucionado para responder a las amenazas preparando al cuerpo para pelear o huir: dilata las pupilas para mejorar la visión, ensancha los bronquios para captar más oxígeno y desvía la sangre hacia órganos y músculos esqueléticos esenciales.

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Cuando el miedo se vuelve divertido

Este efecto físico puede resultar estimulante, y psicológicamente se experimenta satisfacción o incluso triunfo al superar el temor. Aboujaoude explica que el miedo se vuelve emocionante cuando se sabe que el peligro es ficticio. “Ciertas experiencias nos dan la ilusión de que podemos dominar y superar situaciones amenazantes. Enfrentarlas se siente como una victoria, y puede ser positivo ante aquello que tememos”. Para algunas personas, exponerse a situaciones aterradoras puede desensibilizarlas a sus efectos, aunque también tiene un lado negativo.

Algunos pueden experimentar más placer con estas experiencias y llegar a buscar el peligro de manera irresponsable. Por ejemplo, una persona cautelosa podría esquiar con precaución, consciente de los riesgos, mientras que alguien en busca de adrenalina podría exceder la velocidad que sabe segura. La clave está en evaluar el peligro adecuadamente.

Las experiencias de miedo suelen atraer a adolescentes y jóvenes adultos, quienes se están enfrentando a su mortalidad y a explorar sus límites. “Este grupo de edad realmente empieza a comprender lo que temen y cuán valientes pueden ser”, dice Tok Thompson, profesor de antropología. Enfrentar el miedo es un paso hacia la adultez en diversas culturas y, a menudo, es una experiencia social.

¿Qué nos asusta?

Algunos temores son ‘pre-programados’ evolutivamente, según Alice Flaherty, profesora de neurología y psiquiatría en Harvard. El ser humano aprendió a evitar estímulos aterradores, lo que ayudó a su supervivencia y a transmitir estos instintos. “Los niños no necesitan aprender a temer a ruidos fuertes, arañas, serpientes, sangre y objetos que se acercan rápidamente”, explica Flaherty. Estos son miedos innatos. Sin embargo, la mayoría de los miedos se adquieren a través de experiencias: desde el miedo a los perros tras una mordida hasta el temor a las abejas tras una alergia.

La investigación también muestra que no es necesario que estos estímulos sean reales para provocar miedo; un mayor realismo aumenta la intensidad. “Una serpiente real debería dar más miedo que una simulación en realidad virtual, que sería más aterradora que una fotografía borrosa”, menciona Aboujaoude.

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