Fanny Eugenia Moscoso, una vida dedicada al arte
La pintora y actual presidenta de la Estampería Quiteña hace un recuento de su trayectoria en este ámbito y habla sobre su reciente exposición.
Los cuatro elementos de la naturaleza son el hilo conductor de la larga trayectoria pictórica de Fanny Eugenia Moscoso.
La artista recibe a SEMANA en la sala de su apartamento en la González Suárez, al norte de Quito. Imponentes cuadros cubren las paredes; paisajes y retratos elaborados por amigos cercanos y otros elaborados por ella, obras que nunca quiso vender.
Rodrigo Pacheco, del bosque a la mesa
Leer másUn abstracto que recoge la erupción del Guagua Pichincha, un lienzo gigante en el que convergen el turquesa y amarillo formando una silueta semejante a la de una mariposa, piezas que pintó en momentos de gran emoción.
“El abstracto no es un estilo, es una creación propia. No puedes volverlo a crear ni tú mismo. No puedes hacer un boceto de un abstracto. Está dentro de ti, es algo que te consume por completo”, reflexiona.
La creadora recientemente presentó la muestra ‘Entropía del cosmos a los Andes’ en la galería Sara Palacios.
La muestra fue un reto, pues le exigía plasmar en pequeños formatos lo que habitualmente trabajaba en grandes lienzos. “Fue un giro de 180 grados trabajar en un formato muy distinto al que acostumbraba, pero finalmente también era una competencia conmigo misma, y creo que hay que continuar superándose a uno mismo”.
Los cambios radicales, sin embargo, no la asustan, y fue justo uno de estos lo que la llevó al arte.
- Una pasión inesperada
“Si a los 18 años me decían que iba a dedicar mi vida al arte, no lo habría creído”, señala.
Y es que al poco tiempo de graduarse de la secundaria, contrajo matrimonio y se dedicó a su familia e hijos. No fue hasta que ellos ingresaron a la escuela que Moscoso consideró la opción de empezar a pintar.
Hasta ese momento, había tomado un par de cursos, pero decidió entrar a los talleres de la Casa de la Cultura Ecuatoriana. Y una vez ahí, se quedó.
“Tuve un excelente maestro, Nilo Yépez. Él me obligaba a superarme, a exponer y finalmente, después de cuatro años, me convenció de entrar a la Universidad Central del Ecuador (UCE) a estudiar Arte. Yo tenía 34 años, no creía que era posible”, rememora.
Su estadía en la UCE eventualmente la llevó a Madrid, al Círculo de Bellas Artes, y luego a Londres, al Headerlay School of Art, donde además de especializarse en artes plásticas, conoció a John, su segundo esposo.
“La vida ha sido muy buena conmigo. Por eso no pinto cuando estoy triste, porque el arte es un reflejo puro de mi alegría y mi gratitud”.
Tras veinte años dedicada a la pintura, no obstante, la vida de Moscoso dio un nuevo giro.
La llamada de Paula Barragán fue el detonante. Apenas unos años antes, en 1998, un grupo de grabadores jóvenes con la ayuda del maestro Nicolás Svistonoff, grabador de origen ruso afincado en Ecuador, fundaron La Fundación Estampería Quiteña, institución sin fines de lucro que tiene el objetivo de crear y promover el arte del grabado. Ella la convenció de sumarse a los artistas.
“Estaba aterrada. El grabado es un arte exacto, no como el abstracto, pero me arriesgué y me enamoré. Es una técnica bella que se hace en grupo, no es un arte que se elabora en solitario, debes trabajar con otros”.
Actualmente, Moscoso preside la institución, que alista una muestra internacional el próximo 15 de abril.
“Ha sido muy duro mantener a flote a la Estampería Quiteña. Quienes estamos ahí seguimos por amor al arte, porque creemos en lo que hacemos, y porque creemos en el valor que tienen nuestros artistas”, explica.
Las Mariscalas: la historia sobre las tablas
Leer másSostiene que la fortaleza de los talleres y la gestión internacional que han mantenido en las últimas décadas han cimentado la reputación de la entidad, especialmente en Europa. Pese a ello, lamenta que la falta de promoción en el país ha creado trabas para la cimentación del espacio en el imaginario local.
“Falta difusión del arte nacional y faltan políticas públicas que lo incentiven. La generación de públicos es la gran deuda que tiene el Estado con los artistas, porque no se fomenta de una manera consciente el arte en los niños y jóvenes”.
- El futuro
Por ahora, la artista divide su tiempo entre su familia, la Estampería y una fundación que tiene para personas con discapacidad.
No obstante, afirma que mínimo dos días a la semana los dedica a pintar. “Con el paso de los años he ido aminorando el ritmo, dando prioridad a mis otra ocupaciones, pero cuando me levanto con ganas de pintar, aún siento la misma emoción de la primera vez que tomé un pincel”.