"Fasinarm sobrevive gracias al apoyo de la comunidad"
Laura María Noboa de González, directora general de la fundación, explica cuál es la situación que atraviesan y los logros que han alcanzado
En sus 56 años de servicio, Fasinarm no había pasado por una crisis tan grave como la que inició tras la pandemia de COVID-19. La fundación guayaquileña, que atiende a chicos con discapacidad intelectual (en su mayoría con síndrome de Down), apeló a la solidaridad para poder enfrentarse a lo que parecía su inminente cierre en 2020. La ayuda llegó luego de lanzar una desesperada campaña de recaudación de fondos, que se reactiva este año para poder seguir en pie.
Este 21 de marzo de 2022, cuando se conmemora el Día Internacional del Síndrome de Down, Fasinarm cumple nuevas metas, históricas para esta institución que no ha dejado de servir pese a la crisis. Laura María Noboa de González, directora general de la fundación, cuenta sobre la situación que enfrentan, sus planes y lo que están haciendo para concretarlos.
Ustedes escogieron este 21 de marzo para celebrar una ceremonia histórica y especial para la institución...
Sí, estamos graduando a la primera promoción de décimo año en la historia de Fasinarm. Es la primera promoción de educación general básica completa. Esto representa un hito para la institución porque durante muchísimos años tuvimos hasta séptimo año. Además desde mayo contaremos con Primero de bachillerato técnico con mención de Servicios Hoteleros.
Una campaña en Gofundme para salvar a Fasinarm
Leer más¿Cómo lograron cumplir esta meta cuando estuvieron a punto de cerrar?
Lo logramos gracias a la comunidad guayaquileña y del resto del país que nos apoyó cuando lanzamos la campaña de recaudación de fondos en GoFundMe. De no ser por ellos, hubiéramos tenido que cerrar en abril de 2020. Esa campaña nos permitió pasar ese año. Así de fuerte fue lo que pasamos y así de fuerte fue la respuesta de la comunidad que nos permitió sobrevivir la pandemia.
¿Cómo están ahora?
Estamos viviendo una enorme crisis económica. La pandemia comenzó hace exactamente dos años. La mayoría de los donantes no pudo seguirnos ayudando. Esa era la primera vez en que Fasinarm atravesaba por problemas financieros junto a toda la comunidad. El Ministerio de Educación siguió colaborando con las partidas docentes en 2020 y el Municipio, debido a la situación, se retrasó en los pagos, pero en 2021 ya contamos con esa ayuda. Este año los donantes se van reactivando, pero los padres de familia aún no.
¿Qué ha pasado en este último caso?
Antiguamente, hasta el 2019, el aporte de los padres de familia era entre el 20 % y el 25 % del costo de la educación de los niños en la fundación. Hoy solo es del 10 %. Entonces allí hay una disminución enorme de ingresos.
Por eso reactivaron la campaña de recaudación. ¿Cuánto aspiran conseguir?
Necesitamos 90.000 dólares para sobrevivir por los próximos dos meses hasta que llegue el dinero del Municipio de Guayaquil que nos servirá para unos meses más. Además, estamos con unos proyectos que esperamos que se reactiven pronto con unos ministerios para que nos ayuden a seguir adelante. Al mismo tiempo seguimos con el programa de recaudación de becas parciales para los alumnos. Los padres de familia siempre tienen que pagar un pequeño valor de acuerdo a su realidad económica, lo que se define tras un estudio de cada caso.
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Leer másLa educación a chicos con discapacidad resulta costosa...
Obras como estas son muy costosas porque un niño con discapacidad intelectual y con síndrome de Down requiere de muchas terapias, no solo de una docente que dicte las clases sino también terapias de lenguaje, ocupacional y física y psicología. También se da estimulación temprana para los bebés. Un niño con síndrome de Down tiene hipotonía, es decir bajo tono muscular, entonces tiene problemas de habla porque la lengua es músculo. Por eso necesita terapia de lenguaje desde que el pediatra dé su alta médica. Todas esas terapias tienen un costo mayor
¿Qué hubiera pasado con los chicos si se cerraba Fasinarm en 2020?
En abril de ese año llamé a la dirección del distrito de Educación un poco desesperada para preguntar si había alguna ayuda y qué pasaría con mis 280 alumnos si cerrábamos la fundación, si los podíamos redistribuir a colegios del distrito y si había alguna institución especializada que pueda acogerlos. Recuerdo tanto que la directora del distrito me dijo que no podía cerrar porque no había otra institución especializada en el distrito 5. Allí nació la campaña de recaudación que nos ha permitido sobrevivir hasta ahora.