Francisco García: "En un hotel boutique, el viajero se siente un familiar más"
Del don de servicio al lujo acogedor. Los García transformaron su hogar acorde a las tendencias en hoteles.
La historia del Hotel Boutique Casa García comenzó en 1988, cuando Francisco García Aguirre, ingeniero civil de profesión, construyó la propiedad en lo que hoy es el corazón de Entre Ríos, en Samborondón. “Y yo la supervisaba”, añade con simpatía su esposa, Saruka Sánchez.
Más de tres décadas después, ambos siguen profundamente vinculados al lugar, como lo demostraron durante la sesión de fotos con EXPRESIONES.
Su devoción por el hotel se refleja en cada detalle, especialmente en el pequeño santuario ubicado en el jardín, donde la Virgen de Schoenstatt, a quien consideran su “socia”, ocupa un lugar de honor.
La fachada, cubierta de hojas que parecen abrazar la estructura, anticipa la belleza de las zonas verdes cuidadosamente diseñadas, que transportan a los visitantes a un mundo de encanto y serenidad.
Actualmente, el hotel está bajo la dirección de su hijo mayor, Francisco. Su formación en administración de negocios internacionales y su experiencia en el sector hotelero le han permitido transformar el lugar con algunos detalles importantes y ligadas a los tiempos que hoy vivimos. Entre sus iniciativas destaca, por ejemplo, la implementación de prácticas ecoamigables que reducen el consumo de energía sin comprometer el carácter boutique del hotel.
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Leer másEl nido vacío
El hotel conserva la esencia de un hogar, gracias al espíritu de servicio de Saruka, quien en el pasado solía hospedar gratuitamente a familias de deportistas extranjeros. “Cuando el nido empezó a vaciarse y nuestros hijos viajaron al exterior para estudiar, transformamos poco a poco la casa”, recuerda.
Lo que comenzó como un hostal conocido como Orilla del Río evolucionó en 2009 hacia el concepto de hotel boutique hasta que, en 2022, adoptó su nombre actual.
Francisco (hijo) comparte los retos de emprender en esta creciente tendencia hotelera, impulsada a nivel mundial después de la pandemia, debido a la demanda de experiencias que conecten a los huéspedes con espacios naturales y acogedores. A pesar de los desafíos, la experiencia ha sido tan enriquecedora que los García aspiran a replicarla en otras ciudades y, quizás, incluso en el extranjero.
La entrevista
Haciendo un flashback, ¿cómo era la urbanización cuando Casa García recién comenzaba? ¿Era una zona comercial o netamente residencial?
En ese entonces era completamente residencial. Cuando empezamos, ni siquiera había semáforos en la vía Samborondón. Como familia de deportistas, solíamos recibir a otros atletas que venían a competir al país. Era algo natural para nosotros abrir las puertas de nuestra casa.
La transición de un hostal a un hotel boutique, ¿qué la motivó?
Fue una evolución natural. Mi madre siempre tuvo vocación de servicio y eso fue clave. En 2009, decidimos profesionalizar el proyecto: creamos una página web, nos sumamos a plataformas como Booking y Expedia, y redefinimos nuestro enfoque hacia algo más exclusivo. El cambio de marca en 2022 fue el siguiente paso para posicionarnos mejor.
¿Eso respondía a una nueva tendencia de emprendimiento?
Es algo que no se veía mucho en el país. El concepto hotel boutique se ha venido diferenciando de uno de cadena por su ambiente acogedor, es tipo casa con una identidad única que hace sentir al pasajero como un familiar más. En este caso, están siempre presentes mis padres: Los García, para contar anécdotas o sugerir actividades en el sector. Y eso es algo que la gente valora mucho, ya sea el que viene por negocios o el que viene por turismo.
Hoy se habla mucho de sostenibilidad. ¿Qué medidas han tomado en este sentido?
Es una prioridad para nosotros. Usamos focos ahorradores, aire acondicionado de bajo consumo y, en la ampliación que estamos construyendo, incluiremos paneles solares y sensores de movimiento. Queremos ofrecer comodidad sin dejar de ser responsables con el medio ambiente.
¿Han podido hacer alianzas con emprendedores?
Sí, de hecho creamos experiencias como catas de café ecuatoriano, cenas privadas con chefs invitados o catas de vino. Estas actividades enriquecen la estadía de nuestros huéspedes y fortalecen lazos con otros emprendedores locales.
A lo largo de los años, ¿cuáles fueron los momentos más difíciles?
Sin duda, la pandemia. Estuvimos cerrados por 10 meses y el ingreso se redujo a cero. Nos vimos obligados a reinventarnos, creando burbujas sociales para eventos pequeños y reubicando a nuestro personal en otros trabajos. Fue un gran desafío, pero también una oportunidad de aprendizaje.
Finalmente, ¿qué es lo que más disfrutan de trabajar en este rubro?
Las relaciones humanas. Hemos recibido a personas de más de 100 nacionalidades y creado amistades que perduran. Es algo que trasciende el negocio y nos llena de gratitud.