Fundación Nausan: más de mil vidas transformadas en Monte Sinaí
Una fundación nacida del compromiso de una moradora que hoy lidera proyectos culturales y comunitarios
Monte Sinaí es una de esas zonas de Guayaquil que aparece en los mapas pero rara vez en los aviones. Las calles de tierra, las casas improvisadas y la constante lucha por acceder a servicios básicos son parte del día a día de millas de personas que viven allí. Sin embargo, en medio de ese contexto difícil, hay historias que florecen. Historias como la de Jenny Sánchez.
Todo empezó con una olla y un puñado de tablas. Jenny, una moradora antigua de Monte Sinaí, veía a diario cómo muchos niños salían de la escuela sin rumbo fijo, sin un plato de comida ni un adulto que los esperara en casa. Lo que hizo fue simple pero poderoso: comenzó a cocinar para ellos. "Usaba tachos como asientos y armaba una mesa con tablas. A veces era arroz con huevo, otras una sopa, pero nunca faltó el cariño", recuerdan.
Los inicios de la fundación
Así nació el germen de lo que hoy es la Fundación Nausan "Ayuda social con amor", una organización comunitaria que ha beneficiado directamente a más de mil niños, además de mujeres y adultos mayores. El trabajo de Jenny fue creciendo con el tiempo. Se unieron otras mujeres del barrio, comenzaron a aprender repostería, a cocinar en grupo, a vender lo que hacían para generar un pequeño ingreso. Sin saberlo, estaban formando una red de sororidad y emprendimiento.
Pero como toda organización social, Nausan necesitaba estructura, legalización, asesoría técnica. Y ahí entró en escena Tamara Chacón , economista y abogada, directora de TANOVA, una consultora que ofrece gestión pro bono a organizaciones sin fines de lucro. "Jenny me contactó con mucha timidez. Apenas había terminado el colegio, tenía muchos temores. Pero tenía algo que no se aprende en la universidad: voluntad y compromiso con su comunidad", cuenta Tamara.
Un apoyo estrátegico
Desde TANOVA, Tamara le brindó asesoría legal, organizacional y de desarrollo institucional. "He ayudó en la creación de 22 fundaciones. De esas, seis están actualmente operativas, pero las historias de la Fundación Guayacán y de Nausan son profundamente humanas. Son organizaciones que nacieron de la necesidad, pero florecen por la entrega de su gente", asegura.
Hoy, la Fundación Nausan tiene una estructura consolidada: un directorio con cinco miembros, una red de veinte voluntarios activos y múltiples benefactores que apoyan sus iniciativas. Sus proyectos abarcan desde alimentación gratuita , talleres culturales y artísticos, hasta espacios comunitarios donde se ofrece acompañamiento emocional y actividades formativas.
“Lo que más me enorgullece”, dice Jenny, “es ver a las mujeres del barrio empoderadas, liderando actividades, aprendiendo a organizarse. Aquí hay futuro”.
Los proyectos más innovadores
Entre los proyectos más próximos está el desarrollo de un taller para la captación de fondos concursables, dirigido a organizaciones comunitarias que buscan financiamiento para actividades culturales y de desarrollo local. Además, se están coordinando reuniones con Misión Alianza y el Banco Diaconía para establecer alianzas que les permitan ampliar su cobertura y mejorar los servicios.
"Cuando comenzamos no teníamos nada, ni recursos ni conocimientos legales. Hoy firmamos convenios internacionales y recibimos donaciones gracias a esa asesoría. Nunca imaginé llegar tan lejos", reconocen.
En medio de las dificultades de Monte Sinaí, la ONG se ha convertido en una referencia de lo que puede lograrse cuando el amor y la organización se unen. Y es que como bien lo resume Tamara Chacón: "Lo que empieza con amor, termina transformando comunidades. Esa es la verdadera fuerza del trabajo social".
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