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Su pasión por el mar inició en ColombiaCortesía

Gabriela Muñoz y el baile de las mantas gigantes

La documentalista da un mensaje de visibilización y destaca la necesidad de conservar de estas impresionantes, sensibles y curiosas criaturas marinas.

“Desde pequeña recuerdo que era imposible sacarme del agua, me gustaba quedarme sintiendo cómo se arrugaban las puntas de mis dedos buscando pertenecer...”, así comienza el corto documental realizado por Gabriela Muñoz que lleva al espectador a sumergirse en el enorme mundo azul de las mantarrayas o mantas gigantes, imponentes animales que danzan al ritmo de la corriente.

El propósito de este precioso filme, que hace cortar la respiración por las maravillas de su fondo marino, es crear conciencia sobre la importancia de proteger la biodiversidad a través de compartir, por medio del lente, el comportamiento de esta majestuosa y traviesa especie que con su mirada y movimientos invitó a los buzos a ser por unas horas parte de su baile.

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Gabriela es la directora de esta obra de arte en la que plasmó su amor por la naturaleza y lo audiovisual, quien conversó con SEMANA para contarnos su historia y el nacimiento y realización de este proyecto.

Nacida en Barranquilla-Colombia, llegó a Ecuador cuando tenía 9 años y desde que tiene memoria su padre le inculcó el amor y respeto por la naturaleza.

“Mi papá es una persona que siempre ha tenido una cercanía especial con los animales. A él le encanta el campo y desde pequeña me llevaba a ordeñar vacas, montar caballos y más”.

Mientras que de su padre heredó la sencillez, de su mamá el orgullo latinoamericano y el carácter fuerte.

Su pasión por el mar inició en Cartagena, donde vivió una parte de su infancia.

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Aventurera, arriesgada, curiosa y con una mente y corazón artísticoCortesía

“Cuando llegué a Ecuador es una de las cosas que más me encantó de este país, esos espacios verdes que son una locura y muy conservados, tienen un montón de biodiversidad a la vuelta de la esquina. En Guayaquil estoy en un punto estratégico y con mis amigos tratamos todos los fines de semana de estar en la playa haciendo diferentes actividades, como surf, buceo y ahora apnea “.

Aventurera, arriesgada, curiosa y con una mente y corazón artístico poco a poco incursionó en la pintura, la fotografía y lo audiovisual, enamorándose cada vez más de la idea de contar historias.

“En mi familia también ha estado la carrera audiovisual toda la vida. Mi papá comenzó a trabajar en una productora desde los 14 años, yo tuve la oportunidad de hacer unas pasantías en una productora de Colombia que se llama Televideo y eso me gustó mucho”.

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Un proyecto realizado de la mano con mujeres científicas.cortesía

Su equipo

El baile de las mantas gigantes es su trabajo más íntimo y en el que invitó a participar a 3 mujeres científicas que luchan por la conservación de los océanos: Dana Bjarner, Gianna Haro y Anna Borges.

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“Además del objetivo de resaltar la biodiversidad, su fragilidad y el cómo podemos aportar, trabajar con estas profesionales maravillosas apasionadas del mundo marino ayuda a elevar la voz de las mujeres, compartiendo su visión en un mundo donde no han sido protagonistas, especialmente en campos como la ciencia”.

Por ello, la idea del filme era sentir de cerca la conexión que se experimenta al interactuar con las mantas. “Así, se visibiliza a estas criaturas que, a veces, sentimos lejanas y que por eso tal vez nos falta un poco de empatía, destacando además que precisamente ya se comprobó científicamente que en Ecuador existe la población de mantarrayas gigantes más grande del mundo”.

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Buscó apoyo internacional para financiar su idea.cortesía

La aventura

Todo comienza con Corona Studios, una plataforma internacional que reúne a diferentes creadores alrededor del mundo y escucha sus ideas para financiarlas. El proyecto de Gabriela resultó seleccionado convirtiéndose en el primero del país.

Acudieron a la Isla de la Plata, en Manabí, la directora junto a su equipo en una expedición que en un principio no parecía tan afortunada.

“Pasaron varios días y no aparecían las mantas, como director intentas que no decaiga el ambiente porque todos debemos estar motivados, pero me preocupé. Hasta que un día, finalmente, las vimos”.

Al principio solo como aletas de delfines, pero rápidamente se sumergieron para apreciarlas en todo su esplendor. “Nos emocionamos muchísimo, eran gigantes, había una de más de seis metros, intentamos nadar con calma para no ahuyentarlas. Ellas se comportaban súper juguetonas y de buen humor y así se consiguieron maravillosas tomas que normalmente son difíciles de realizar”.

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El acercamiento fue alucinantecortesía

“Por primera vez logré mirar una manta a los ojos y puedo decir que es una cosa alucinante, realmente sientes que puedes hablar con ellas, que te entienden. Nos estábamos mirando a los ojos a cierta distancia y luego se acercó tanto que su ojo era casi del tamaño de mi cara”.

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Sin duda, una sensación que está evidenciada en el audiovisual que va a inspirar a muchos a cambiar su mirada hacia el mar. Un empujón para la carrera de Gabriela, quien seguirá sorprendiendo con su trabajo que busca indagar la relación entre el ser humano y la naturaleza, tanto en documentales como en su fotografía y pinturas.

Personal

  • Edad: 24 años.
  • Tiene una marca de ropa pintada a mano que se llama Curuba.
  • Estudia multimedia y producción audiovisual en la Universidad Casa Grande.