Gigi Leone, el arte de trazar metas
Sus pasiones no son solo el flamenco y el ballet; competir en el Iroman también, donde la m de ‘man’ ya es también de mujer.
El taconeo en las tablas, las manos moviéndose naturalmente y la fuerza vibrando en todo su cuerpo. En ella no hace falta tener sangre gitana para bailar flamenco. Sabe moverse al ritmo de la guitarra, aunque la pandemia ha silenciado aquel sonido.
Ahora, mientras la vuelta a los escenarios sigue incierta y los telones siguen abajo, Gigi Leone se reinventa detrás de su computador para impartir desde lo ‘online’ otra de sus pasiones: enseñar ballet. Es así como pasan los días de esta bailarina, maestra y directora de Clap, una de las academias más prestigiosas de Guayaquil.
Sin embargo, las expresiones artísticas no son sus únicas aficiones. También es triatleta y compite en el Iroman, la prueba más exigentes del mundo. Y aunque la m de ‘man’ aluda a un hombre de hierro, hoy Gigi demuestra que es también la m de mujer.
Superando desafíos
Es capaz de nadar 4.000 metros, pedalear 180 km y correr los 42 km de una maratón. Todo seguido y sin parar, y tarda alrededor de 13 horas. Cansa solo de leerlo. “Todo empezó en el 2013 como una pequeña apuesta con mi cuñado. Él corría maratones. Y en un viaje familiar que hicimos a Nueva York, él me reta a correr 20k. Para esto yo no tenía ni zapatos para correr. Nunca había corrido”, recuerda con humor.
Sin embargo, aquel día logró hacer alrededor de 15k por las calles neoyorquinas. Es por eso que meses después cumplió otro retro: el Ironman, que por su nombre parecería excluir a las mujeres. Pero ya no.
“Lo acepté y no tenía ni bicicleta profesional. La última que tuve era la de canastitas... Así que comencé a equiparme y aprendí a entrenar natación, ciclismo y atletismo”.
Es así que en 2014 se aventuró en este desafío en Manta. “Fue una experiencia indescriptible. Me la gocé de principio a fin; pero más que todo, cuando crucé la meta. Ahí despejé dudas sobre mis capacidades. Entendí que todo lo que yo me proponía lo podía lograr. Y eso lo vieron mis hijos”.
Desde entonces no paró. Y comenzó a viajar y hacer maratones. Chicago y Berlín fueron las ciudades elegidas. “Luego de eso mi vara se empezó a poner cada vez más alta. Y me desafié a participar en el Ironman full”.
Aquella fue la prueba madre y máxima del triatlón. “Fueron 4k nadando, 180 km pedaleando en bicicleta y luego de eso la maratón”, explica. Aquello fue en 2019 en Conzumel, México.
“Mi carrera duró más de 12 horas. Y mi intención no fue de romper una marca personal, sino cumplir con las tres partes de la carrera y cruzar esa meta”, comenta y agrega que “es una prueba tan mental que, aunque tu cuerpo se agote, aún así tienes las ganas enormes de terminar lo que empezaste. Y eso es una de las enseñanzas de vida que me dejan los Ironman”.
Fuerte ante la COVID-19
Durante la pandemia logró equiparse con máquinas para entrenar desde casa. Sin embargo, no descarta los entrenamientos al aire libre para lo cual ya tiene varios grupos. “Siempre hay con quien entrenar. Cada vez hay más gente preocupada por hacer deporte porque entienden que esto es salud”, asegura.
Para eso, Gigi tiene una alimentación balanceada, ya que sus rutinas son de larga distancia. “Le dedico de 13 a 20 horas a la semana, no podría vivir sin hacer deporte. Al menos para mí es un momento para canalizar el estrés o estar conmigo misma”, expresa.
Estos años de entrenamiento le ayudaron incluso en momentos que contrajo la COVID-19. “Me dio hace mes y medio y el único síntoma fue la pérdida de olfato. Creo que el deporte me ayudó a fortalecer mis defensas. Fueron diez días y cuando me dijeron que ya tenía anticuerpos salí a correr. ¡Error! No debí (pero soy necia). Debe ser un proceso”, refiere.
Ahora se alista para las competencias de Manta y Panamá, donde se demostrará a sí misma que es una mujer de acero.
Se extrañan los aplausos
Gigi es también una mujer apasionada a su carrera de bailarina y maestra. Junto a Ana Cristina Jarrín maneja una de las mejores academias de danza. Ya son 14 años en los cuales le ha dedicado tiempo a la escuela; y aunque ya colgó sus zapatillas de punta le apasiona enseñar. Ahora desde lo online. E incluso las competencias se volvieron virtuales. Sin embargo, los aplausos en vivo y los nervios tras bastidores se extrañan. “Tengo fe de que poco a poco volveremos a los shows de antes, y así las niñas experimenten la sensación de adrenalina al estar en el escenario. El artista necesita el público. Ahí nace su energía”, concluyó.