Gustavo Moscoso: “Soy obstinado, me gusta cumplir metas”.
Próximo a lanzar su nueva tienda, el diseñador habla sobre la última colección que responde al nuevo orden mundial, surgido por la pandemia
La influencia de su entorno al crecer resultó paradigmática. El refinamiento y buen gusto se confabularon para mostrarse diáfanos, en cada detalle de su vida. Al ser cónsules tanto su padre como su abuelo, aprendió la importancia de la diplomacia, el respeto, la puntualidad y el honrar al anfitrión que lo recibe.
Su madre (de origen chileno) destiló siempre un fino toque de elegancia. En una inolvidable máquina Singer cosía los vestidos de sus hijas para los eventos familiares y sociales, en un peculiar ambiente en el que los caballos, la naturaleza y los buenos autos mimetizaron profundas memorias en el diseñador.
El prólogo, inexorablemente, devino en una temprana apología hacia la consideración estética. “Hay personas que nacemos con un lado distinto del cerebro. Mi creatividad es algo que despertó desde muy temprana edad. Creaba perfumes con hojas de flores del jardín, los mezclaba con alcohol, aceites, incluso con otros perfumes, tratando de descubrir algo nuevo. No sabía lo que me esperaba más adelante, pero destilaba toda esa creatividad que tenía como una válvula de escape para sacar lo que había en mi cabeza: mucho cuestionamiento, muchas preguntas que, a futuro, se fueron revelando”.
Volar alto
En su natal Cuenca está su hogar, su establo, los paisajes que contienen su infancia y juventud con una familia y amigos entrañables. Sin embargo, es en su amada Guayaquil donde Gustavo despegó una carrera que fue subiendo con el estruendo de propuestas vanguardistas que han dado sonoridad al diseñador a nivel local e internacional.
En las últimas dos décadas, su carrera ha dado saltos cuantitativos en lo que a la cultura del vestir se refiere, sin temor al color y a diseños avant garde, sobre todo masculinos.
“Haber cambiado la perspectiva del mercado es una de las cosas por las que más agradecido estoy. Cuando empecé en el año 2001, la estructura mental del hombre era tan fuerte que no se atrevía a ponerse una camisa color rosa. Fuimos los primeros en impulsar nuevas propuestas y el mercado respondió. Rescato la liberación hacia el color en el guardarropa y esto no ha dejado de ser retador”.
Vestir la industria de la moda ha resultado un gran desafío, así como mantenerse en el negocio de la moda y seguir avanzando con paso firme. No obstante, contar con su familia, su equipo y buenos amigos ha sido esencial para lograrlo, dice. “Los momentos en los que he querido botar la toalla han sido muchos, por falta de liquidez, perder proveedores o por el mercado difícil.
Pero en la balanza pesa más lo positivo: clientes satisfechos y que se han convertido en amigos, ser generadores de plazas de trabajo, llevar en alto el nombre del país y hacer nuestro producto en el Ecuador… Puntos que nos dan la energía y la fortaleza para seguir. Soy obstinado, me gusta cumplir metas”.
Sin ninguna formación académica en diseño, su talento es nato y lo ha sabido aprovechar al máximo. La repentina muerte de su padre le opuso resistencia cuando tuvo la oportunidad de estudiar en el exterior, y decidió quedarse en Cuenca. El momento no daba para más.
No obstante, sus logros en cuanto a diseño no han sido pocos, considerando que su firma se ha expuesto en pasarelas del más alto nivel en París y Nueva York. “Nuestro trabajo se caracteriza por la búsqueda de la perfección en el detalle, por tratar de rescatar la sastrería en su esencia, de guiar a nuestros clientes para que sean asertivos al momento de vestir y ser generadores de cambio”.
- Su última colección en nueva tienda
Con siete marcas y 20 años de trayectoria, perdió la cuenta de cuántas colecciones ha lanzado al mercado. Incluso las que no pegaron o se vendieron enorgullecen al diseñador, pues cada una, dice, tiene una historia espectacular detrás. Próximo al lanzamiento de la última, Gustavo cuenta que la propuesta responde a una nueva necesidad del hombre y la mujer de hoy. “La pandemia cambió nuestra perspectiva ante la vida, existe una evolución del ser y de lo que se necesita en la moda”.
Paralelamente anuncia un nuevo espacio que será inaugurado junto a su última colección. “¡Es momento de cambiar! Esta vez la luz invade el lugar que eleva el concepto de ‘the treasure is inside’ (el tesoro está dentro), porque queremos resaltar que no solo lo exterior cuenta sino el interior de las personas. ¡Me faltan palabras para expresar lo que significa esto!”.
- Cara a cara
Siempre en contacto con la naturaleza…
Cómo no amarla. Es mi casa, mi templo, el lugar donde encuentro paz y balance. Es por mi relación con la naturaleza que no le tengo miedo al color al momento de vestir.
¿Cómo se ve a sí mismo?
Soy extremadamente crítico conmigo mismo. Siempre siento que puedo dar más. Soy un alma en proceso de evolución, buen amigo, creativo, trabajador, intenso, divertido, exigente, con un montón de aciertos y errores.
¿De qué se arrepiente Gustavo?
¡De nada! Lo bueno y lo malo me ayudaron a ser quien soy. Orgulloso de lo vivido, con ganas de mejorar siempre. De lo único que me arrepiento es de mezclar champaña con tequila (risas).
¿Cuáles han sido los momentos más difíciles?
La muerte repentina de mi padre. Muchas veces, ser diferente significa no ser entendido y ser criticado… pero mis padres me enseñaron a tener siempre la frente en alto. La frustración laboral también me hace sentir mal. Mi ambición por llegar a un producto perfecto a veces me juega en contra. ¡Gracias a Dios hago deporte! Al día siguiente vuelvo a empezar.
¿Anhelos más profundos?
Ver crecer a mi familia, mantenernos fuertes y unidos y continuar en la formación de mi propia familia, así como de mi marca, que es como un hijo; además de tener más libertad para viajar. Los sueños son parte del motor que me permite continuar, espero que nunca me abandonen.
¿Defectos?
¡Soy impaciente! Me gusta que las cosas sean a mi velocidad. Soy intenso, malhumorado, a veces orejón (risas).