Imagine Van Gogh traspasa la frontera entre la realidad y el arte
La muestra inmersiva cuenta con 200 obras del afamado pintor neerlandés, proyectadas a gran escala.
Era 1889 y el pintor neerlandés Vincent Van Gogh se acercaba de manera frenética y desesperada a su declive final. Semanas antes se había cortado la oreja en el apartamento que compartía con el también pintor Paul Gaugin, incidente que lo había llevado a ser recluido en un sanatorio de Saint Remy de Provence, en Francia.
En el sitio, sin embargo, no había muchas opciones para el entretenimiento, por lo que al pintor le dio por salir a caminar en los jardines del sanatorio tras la puesta de sol. Ahí, mientras cumplía con el tratamiento, pintó ‘La noche estrellada’, quizás su lienzo más famoso. Los cipreses oscuros, las villas lejanas y las estrellas retratadas como bolas luminosas en el cielo se han convertido en un ícono del expresionismo.
Durante ese año y el siguiente creó 500 obras, entre ellas algunas de las más emblemáticas. Es por ello que Annabelle Mauger, cocreadora de Imagine Van Gogh, eligió ese periodo de la vida del artista como el eje de la muestra inmersiva que lleva este nombre.
200 piezas en exhibición
La exposición, que se inauguró el pasado 15 de octubre en la capital, consiste en una proyección a gran escala de 200 piezas de Van Gogh. Estas se exhiben en monitores de alta tecnología que cubren las paredes y el piso del Arena CCI, donde actualmente se lleva a cabo la exposición, que parecen absorber al visitante y adentrarlo en el lienzo.
Imagine Van Gogh se inauguró por primera vez en 2008 y desde entonces ha recorrido el mundo. No obstante, la muestra empezó de manera inesperada, explica Mauger. “En 2008 yo me encontraba trabajando para Cathedral d’Images, que patentó el concepto de la inmersión total. Habían planificado una exposición de Van Gogh, pero dos semanas antes de la fecha de apertura el director del show renunció. Los propietarios notaron que nada estaba listo. Me pidieron que me hiciera cargo, pese a que una muestra de ese nivel normalmente se realiza en seis meses, pero lo hice y fue un éxito. Ahí surgió la idea de que esta exposición envolvente no se quedara solo ahí, sino que recorriera el mundo”.
En aquel entonces contaban con tan solo una veintena de piezas, fotografiadas en París y en Ámsterdam, donde reposan muchos lienzos del artista. Sin embargo, con el paso de los años fueron sumando obras que se encontraban en colecciones privadas y en museos de Estados Unidos, Alemania, Suiza y otros. El proceso, detalla Mauger, es arduo, pues requiere que cada cuadro sea fotografiado hasta en sus más mínimos detalles, para luego ser incluido en la proyección.
“Es un proceso largo y difícil, pero muy satisfactorio porque finalmente no podrías ver una muestra así en ninguna parte del mundo. Hay obras de Van Gogh en París, Los Ángeles, Nueva York, Ámsterdam. Por el costo de los seguros y las dificultades de movilización, sería imposible verlos todos en un mismo sitio, pero Imagine Van Gogh logra que eso suceda y lo lleva a tu ciudad”.
La muestra entretiene y educa
A lo largo de los años, esta y otras muestras inmersivas han sido calificadas despectivamente por los críticos de arte como “entretenimiento más que exposición”, pero para la cofundadora de la muestra, esta es una opinión que la tiene sin cuidado. “Los críticos, los historiadores del arte, los gestores llevan años quejándose de que los jóvenes ya no van a los museos. Y no, ya no van. Esta generación está ligada a la inmediatez, a la tecnología. Los museos tradicionales les parecen callados y aburridos. Esta muestra es un éxito porque les brinda lo que quieren, pero también los introduce al arte. Yo lo llamo ‘edutenimiento’, porque sí, entretiene, pero logra educar. Si algo te engancha así, es lógico que luego quieras saber más”.
Y sin duda tiene razón. A inicios de este año, Imagine Van Gogh llegó a Buenos Aires, capital de Argentina, el primer país sudamericano que visitaron. Acudieron 350.000 personas y la muestra tuvo que extenderse. Incluso se trasladó a otras ciudades, como Rosario. En Quito, donde la exposición estará abierta durante un mes, esperan que la acogida sea multitudinaria.
Hemos visto que los lienzos tocan algo muy íntimo en la gente, y eso hace que vuelvan
Además de contar con la proyección de los cuadros, que cubren un espacio de unos mil metros cuadrados, la exposición también tiene paneles pedagógicos que ahondan en la dura vida del pintor, que se suicidó a los 37 años y murió en la absoluta pobreza. Así mismo, el recorrido por el salón es acompañado de una banda sonora que sigue a tono la presentación de piezas como ‘Los girasoles’, ‘Terraza de café por la noche’, ‘La habitación de Arles’ y ‘Noche estrellada sobre el Ródano’.
“Se trata de una muestra sensorial completa”, sostiene Gabriela Capelo, productora general de Imagine Van Gogh. “Es arte, sentimiento, emoción. Es sentirse vivo”.
Media hora de recorrido
El recorrido dura cerca de media hora, tiempo en el que el visitante parece perderse entre las enormes pantallas con los vívidos colores de la paleta del artista. Unos miran embelesados y otros aprovechan para tomarse fotografías. Mauger ríe. “Ya lo dijo Van Gogh cuando decía que quería tocar a la gente con su arte, que vean que él siente ‘profundamente’. Creo que el público sí lo toma así, pero es obvio que los jóvenes sienten de otra forma y que lo hacen en comunidad, compartiendo esa experiencia en sus redes con otros”.
Tras visitar Quito, la exposición recorrerá otros países de la región, entre los que están contemplados Colombia y Brasil. Mauger no descarta que otras muestras inmersivas del grupo lleguen al país, entre ellas Imagine Picasso (que recientemente se inauguró en Madrid) e Imagine Monet (que se encuentra en Canadá).