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¿Es posible diseñar al ser humano perfecto?Freepik

¿Ingeniería genética o supremacía racial? El debate detrás del ser humano perfecto

Guapos, rubios y blancos. Más allá de aumentar las tasas de natalidad, ¿estamos reviviendo la supremacía racial?

El pronatalismo y el transhumanismo son dos corrientes de pensamiento que, aunque distintas, pueden cruzarse en ciertos aspectos. Por ejemplo, el pronatalismo defiende el aumento de la natalidad como un valor positivo para la sociedad, ya sea por razones económicas, culturales o incluso filosóficas. Por su parte, el transhumanismo propone el uso de la tecnología para mejorar las capacidades humanas, sean estas a nivel físico, intelectual o incluso moral.

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Las motivaciones detrás del afán de figuras como Elon Musk, fundador de SpaceX, por repoblar el planeta se vuelven cuestionables cuando su enfoque apunta a ‘mejorar la raza’ mediante la manipulación genética en laboratorios. El Mgtr. Carlos Tutivén, de la Facultad de Comunicación de la Universidad Casa Grande, señala que una posible disminución de la población no representa una amenaza para la presencia humana en la Tierra.

“Lo que realmente pone en riesgo nuestra supervivencia no es la baja natalidad, sino la crisis ambiental, donde los ecosistemas alcanzan un nivel de inestabilidad tal que dificulta la reproducción de la biosfera. Una guerra mundial, por supuesto, también sería devastadora”, comenta.

Productos de laboratorio

“¿Qué busca el transhumanismo? Evitar el sufrimiento a toda costa”, argumenta Tutivén, pero advierte que el sufrimiento es un gran maestro. “Al principio, te presentan las mejoras como algo lógico. ¿Quién no querría tener un hijo sin Alzheimer, sin diabetes o sin propensión al cáncer? En teoría, esto podría manipularse, pero hay consecuencias”, señala. “En el laboratorio no se logra la misma riqueza biológica que en la naturaleza; la complejidad orgánica no puede ser replicada artificialmente”.

Esta propuesta tiene un marcado sesgo racista, similar al que se promovió durante la Segunda Guerra Mundial. En esencia, se trata de eugenesia: la idea de mejorar la raza, lo que inevitablemente implica la existencia de razas ‘superiores’ e ‘inferiores’, generando así un conflicto ético y social. El concepto de raza es ampliamente debatido. Hoy en día, se considera más preciso hablar de etnias, ya que este término no solo abarca factores biológicos, sino también las dimensiones socioculturales en las que se desarrollan los distintos pueblos.

“La antropología demuestra que no existen razas puras. En los más de 125.000 años de historia de la humanidad, siempre ha habido mestizaje e hibridación. Los fenotipos predominan según la región, el clima y el ambiente. En África, la piel es más oscura, mientras que en el norte de Europa es más clara, lo que responde a una adaptación natural. Si en una región el sol es intenso, el cuerpo desarrolla más melanina; en cambio, en zonas con menor exposición solar, como Noruega, este desarrollo es menor”, explica.

Si se mide la superioridad en términos de fuerza física, algunos fenotipos pueden destacar por su mayor contextura muscular y ósea. Pero si el criterio es el coeficiente intelectual, la sensibilidad estética o cualquier otra capacidad humana, la percepción cambia. “Entonces, lo que hay que preguntarse es desde dónde se genera esa jerarquía de superioridad, y se verá que siempre es ideológica”, concluye Tutivén.

El papel de la cultura en la evolución

Los antropólogos debaten que el talento para el violín, la escritura o cualquier otra habilidad humana, aunque con el tiempo pueda inscribirse en la genética, no surge exclusivamente de ella, sino del entorno y las relaciones sociales.

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Por ejemplo, un niño con una inclinación natural hacia la música -una predisposición que podría estar presente en su carga genética- tendrá dificultades para desarrollar ese talento si crece en un ambiente disfuncional donde predominan ritmos básicos en lugar de la música clásica.

Del mismo modo, alguien sin una habilidad innata podría desarrollarla gracias a la estimulación de su entorno: la familia, el barrio, la ciudad, el país y la cultura influyen en la formación de capacidades que, en principio, podrían haber sido inexistentes, débiles o latentes.

“El ser humano evoluciona a partir de su práctica, motivación e interés, pero también de la presión social. A veces, incluso los talentos más prometedores pueden verse truncados por factores externos”, explica Tutivén. “Todo es un entramado de interacciones e interdependencias, y no existe una única causa que actúe por sí sola. Es como una semilla de flor: sin sol, sin tierra fértil y sin cuidados, ¿qué flor podría crecer?”.

La búsqueda de un ser humano ‘mejorado’ abre un dilema ético profundo. Más allá de la genética, la historia demuestra que el talento, la inteligencia y la creatividad emergen de la interacción con el entorno. Reducir la evolución humana a un laboratorio ignora la riqueza de la diversidad, la experiencia y la cultura. ¿Hasta dónde estamos dispuestos a llegar en nombre del progreso?

Según la página web www.worldometers.info/ la población mundial actual sobrepasa los 8 mil millones de personas. Se proyecta que alcanzará los 9 mil millones en 2037 y los 10 mil millones en 2060.El Dato

Elon Musk y su polémica paternidad

Elon Musk, no solo es conocido por sus ambiciones tecnológicas, sino también por la cantidad de hijos que ha tenido con distintas mujeres. Aunque no hay evidencia de que hayan sido concebidos en un laboratorio, al menos una de sus hijas nació mediante reproducción asistida. “Mi sexo asignado al nacer fue un producto comprado y pagado. Así que cuando era femenina de pequeña y luego resulté ser transgénero, iba en contra del producto que se vendió. Esa expectativa de masculinidad contra la que tuve que rebelarme toda mi vida fue una transacción monetaria”, expresó su hija, Vivian Jenna Wilson, en la red social Threads el pasado 9 de este mes.

El impacto de la tecnología

"La capacidad siempre es práctica", dice el Mgtr. Carlos Tutiven. Además, destaca que la tecnología está afectando nuestra manera de aprender y recordar. Cuando dejamos de practicar una habilidad, las neuronas se desactivan, lo que ocurre con el uso excesivo de los celulares. Un ejemplo claro es la escritura: muchas personas han perdido destreza porque delegan esa tarea a herramientas como la inteligencia artificial.

El ser humano se construye a través de hábitos, pero al depender de la tecnología, estamos perdiendo capacidades como la memoria, la escucha y hasta la percepción sensorial. Antes, recordábamos números de teléfono; hoy, ni el propio. Las aplicaciones como Facebook nos recuerda los cumpleaños, y cada día nos volvemos más dependientes de las máquinas.

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