Irene González, plenitud en todo sentido
Empresaria y chef, la guayaquileña sobresale en un demandante sector en el que ha sabido crecer y triunfar.
La fascinación por los olores, sabores y colores de los alimentos los heredó de su abuela, Aída Andretta de Alcívar. Desde pequeña, verla disfrutar de su cocina la marcó. Razón suficiente para, años después, emprender en el área de la gastronomía al importar productos italianos que distribuía en diferentes sectores.
El paso inmediato fue tener su propio restaurante, Il Buco, que inauguró hace 14 años con un sello distintivo que ha dado batalla para mantenerse firme contra viento y marea. Acogedor y sin pretensiones, tal como su dueña; y que complementa con el ingrediente principal: la buena energía.
“Mi carta es la típica carta de una trattoria de familia en Italia, donde se prioriza la calidad de los ingredientes y se mantiene la tradición de las recetas clásicas. No vine a inventar el agua tibia, pero he demostrado que puedo ponerme el delantal y atender a los comensales, dando ejemplo a nuestros colaboradores. Me retroalimento de mis clientes, escucho y aprendo todos los días de ellos”.
El éxito de su espacio gastronómico la catapultó a formar parte del jurado en el popular programa ‘MasterChef’, una experiencia que la sacó de su zona de confort (como suele hacerlo en su vida) y que llevó a la pantalla su motivador desempeño diario en el restaurante que lidera. “La oportunidad que se me dio en ese espacio fue increíble para mi crecimiento como empresaria gastronómica”.
“Agradezco a la vida los momentos más críticos porque me enseñaron, me hicieron más sabia, más paciente, más segura, más yo”.
Pese a los triunfos, el camino no ha sido fácil. Irene ha debido superar situaciones y adversidades que se relacionan todas a las crisis que ha atravesado el Ecuador en diferentes momentos. “Aspiraría a un país más seguro, más empático con los emprendedores y empresarios, porque la estabilidad nos permite crecer y dar más empleos, lo que genera más activos para beneficio local. Sin embargo, yo me he caracterizado por ser caballito de carrera y mirar el vaso siempre medio lleno y no medio vacío. Así se ha logrado afianzar la marca y hemos expandido productos en supermercados y autoservicios, gracias a la ayuda e ingenio de mi hijo mayor (Juan Fernando Dassum), que ahora lidera la empresa. Estoy orgullosa de su trabajo, constancia y logros”.
Líder por naturaleza, la seguridad a la hora de tomar decisiones le viene por definición, aunque a veces se equivoca, anota. “Pero sin caídas no existirían logros ni experiencia”. En ese sentido, la pandemia ha sido un gran aprendizaje y la capacidad de liderazgo es fundamental. “¡Potencialicé mi actitud ante la adversidad! Armé un equipo de trabajo que se ha esforzado para salir adelante. Esto nos incentivó para ser más dinámicos. Fue duro, tuve que tomar decisiones muy drásticas para mantener la empresa y aguantar el tsunami. No hay que confiarse, hay que actuar”.
Más allá de los logros, la chef se ha granjeado el respeto en el sector, con grandes amistades profesionales en el camino. Surgir y trabajar sola, con una actitud positiva, ayuda a ganarse un puesto en el medio, dice. “Soy competitiva conmigo misma más que con mis colegas y aplaudo los logros y esfuerzos de los demás”.
Enamorada y feliz
Orgullosa madre de Juan Fernando (29), Leonardo (26) y Gabriella (18), la empresaria comenta que goza de una cercana relación con ellos: “He sido una madre muy presente en la vida de mis hijos. Siempre los he dejado ser ellos, libres e independientes de pensamiento. Somos muy afines, nos une viajar juntos, un buen vino, la comida y las gratas conversaciones”.
Divorciada después de 23 años de unión, la chef reconoce que volvería a vivirlo todo de nuevo. No se arrepiente de nada pues, aunque haya acabado el matrimonio, fue feliz en su momento, sin dramas en lo personal ni económico. “He sido autosuficiente siempre en la vida, cosa que aconsejo siempre a mis hijos y amigas, porque eso ayuda mucho a poderte independizar y empezar un camino sin pareja”.
Hoy por hoy está feliz y enamorada, con una relación estable desde hace más de dos años. Irene cuenta que es un hombre que respeta su trabajo, espacio y familia y, sobre todo, que tiene una excelente relación con sus hijos. No considera el matrimonio por ahora, pues afirma que es “palabra mayor”, luego de haber pasado un divorcio y al vivir una etapa independiente, con los “peros” que hay en la madurez. “Sí, es una decisión más complicada que la primera vez, pero nunca me cierro a esa posibilidad “, confiesa.
Dinámica, confiada y llena de energía a sus 50 años, Irene vive a plenitud. Reconoce que sus fracasos han sido su responsabilidad, al igual que los logros, y que de los enormes y pequeños errores ha aprendido y caminado segura, siempre con buen humor, humildad y una actitud positiva.
"El cuidado viene del alma"
Guapísima y delgada, no es rigurosa en la comida ni esclava del ejercicio. No se priva de nada y es antidietas. Su secreto está en equilibrar los alimentos. “El cuidado viene de adentro, del alma, de la actitud. Lo que se ve por fuera es lo que mi interior refleja”. Sin ser seguidora de la última moda, su estilo sobresale con la comodidad de los zapatos deportivos y la elegancia sobria en eventos formales.