Larissa Marangoni: la eterna artista
Esta escultora guayaquileña es la creadora de obras monumentales en la urbe.
Desde su taller, la artista Larissa Marangoni da forma a obras que luego son un hito perdurable en Guayaquil. Expresa que su relación con la urbe es muy fuerte. Es aquí donde sus proyectos escultóricos, culturales y artísticos han convocado a miles de espectadores. Y por ello piensa en sus trabajos como un legado para esta ciudad.
A sus 55 años, se sigue mostrando curiosa e inquieta por seguir lo que le apasiona. Crear y transformar parece ser la esencia de su arte, y es el viaje al que nos conduce a través de este diálogo que se da en su oficina, donde está rodeada de libros, reconocimientos y bocetos.
“Me inspiro en la gente”
Su vena artística es herencia de su familia paterna. “Los Marangoni llegaron desde Italia a Guayaquil después de la Segunda Guerra Mundial. Y mi abuelo, de hecho, hacía pinturas fuera de serie”, comenta con cariño.
Ese vínculo hizo que desde pequeña supiera que se dedicaría al arte, pero no a uno tradicional.
La difusión de sus obras en la ciudad comenzó a inicios de la década de los noventa, luego de haber estudiado y trabajado desde la cátedra de Arte en el Syracuse University de Nueva York. Empezó con instalaciones
Muchas de sus creaciones exhibidas, tanto en exposiciones individuales como grupales, son autobiográficas, pero su fama se debe a sus monumentales esculturas. El lazo que está en los exteriores del World Trade Center, las del hospital infantil Alejandro Mann, así como en el hospital Vernaza, y el mundo a la entrada de la urbanización Valle Alto son algunos proyectos suyos que engalanan la urbe.
Sus creaciones tienen como inspiración los espacios y la gente que habita o trabaja en ellos. Muchas de estas han sido trabajadas con materiales como el aluminio, acero inoxidable, hierro y madera, que a su vez generan diversas sensaciones.
Las piezas son únicas y no son repetidas porque cada persona es distinta y yo me inspiro en ellas, dice.
Un talento que se aprecia no solo en el lugar que la vio nacer, sino también en otras ciudades del país como Quito y Cuenca. Tanto en sitios públicos como privados (residencias). Con ellas logra que el paisaje o los espacios internos cobren un nuevo significado. A su manera. Y aunque siempre hay algún mensaje en su obra, la relación con el entorno es fundamental.
En pro de la ciudad
Cuando se mira a sí misma, Larissa se define como multidisciplinaria. Tras haber experimentado varias formas artísticas, su búsqueda por seguir creando parece ser una constante. Dice que es una forma de expresar su sensibilidad innata. “Esa es mi base como artista. Y la dejo fluir para que pueda cautivar al espectador”, enfatiza.
El impacto de sus creaciones ha sido tal que la han considerado para desarrollar actividades que aporten a la ciudad y el país. Fue directora cultural de Guayaquil, del Ministerio de Cultura (2015-2016), miembro del Consejo Consultivo del Ministerio de Patrimonio del Ecuador (2010), directora del proyecto ‘Música en la Metrovía’ (2011), entre otros cargos. A nivel internacional, participó en el encuentro de artistas del mundo ‘Arte para todos’ en Tegucigalpa (Honduras) y estuvo de invitada para dictar cursos en la Universidad Estatal de Santiago de Chile.
Su personalidad multifacética la obliga a no quedarse estática. Se deja llevar hacia donde pueda aportar. “Es como una metamorfosis, uno no tiene que vivir estancado en un solo sitio, sino arriesgarse a cambios que uno mismo genere. Y asimismo es el arte”, enfatiza.
Cultura y entretenimiento
Estar vinculada al ámbito cultural le ha permitido relacionarse con mucha gente, y por eso ve a Guayaquil como una gran familia. “La belleza de la vida es conocer personas diferentes todo el tiempo, y aquí he podido hacerlo”.
Guayaquil, dice, es una ciudad en la que ha crecido profesionalmente y desarrollado su lado más personal: ser madre y esposa. Tiene una maravillosa familia que comparte su faceta de animalista (tiene 7 perros) y de hacer caminatas explorativas por los cerros de diferentes lugares. Revela que en esas actividades le gusta recolectar elementos naturales como piedras y semillas, que luego transforma en joyas, otra de sus habilidades artísticas.
Larissa es una mujer agradecida con esta urbe, a la que quiere seguir aportando en la cultura. “Creo que los museos deben ser más interactivos, no solo expositivos. Necesitamos que los visitantes participen, que palpen las obras”, sugiere. Y agrega: “En Guayaquil hay que promover más la cultura y dejar de mezclarla con entretenimiento. Son dos cosas diferentes”.
Por eso anhela seguir trabajando en pro de llenar ese vacío. “Esta urbe me inspira, y mientras siga viviendo aquí siento la responsabilidad de aportar. Quiero llevar a Guayaquil a otro nivel cultural”, concluye.
PERSONAL
- Guayaquileña de 55 años
- Esposa y madre de dos mujeres
- Tiene una maestría en Arte por la Syracuse University de New York, y otra en la Salud Pública por la Universidad Católica de Guayaquil. Se graduó en el Bennington College, en Escultura y Dibujo.
- Ha hecho alrededor de 25 exposiciones individuales y 27 grupales, tanto dentro como fuera del país.