María del Carmen Maldonado: “Me tocó escuchar desde bromas hasta preguntas inadecuadas”
La Presidenta del Consejo de la Judicatura conversó con SEMANA sobre su vida familiar y el ímpetu por visibilizar a las mujeres.
María del Carmen Maldonado ha sobresalido de manera imparable en un mundo de togas masculinas desde que se graduó en la carrera de leyes.
Hoy en día es la primera mujer en ser la presidenta del Consejo de la Judicatura. Ninguna otra había ocupado ese puesto hasta ahora.
En uno de sus viajes laborales a la ciudad de Guayaquil, SEMANA pudo acceder a ella y nos atendió cordialmente durante la entrevista y producción fotográfica.
Su historia y pasión por la justicia, la visibilidad de la mujer, así como aspectos de su vida personal alejada de los expedientes son algunos de los temas que explayó mientras fluía el diálogo.
Ser mujer, una lucha
Ser la primera mujer en ocupar cargos que habitualmente han sido liderados por hombres es algo que la caracteriza.
Viene desempeñándose en varias instituciones. Fue la primera procuradora del IESS, también la primera subprocuradora del Municipio de Quito, y ahora la primera presidenta del Consejo de la Judicatura.
Sin embargo, durante los años de trayectoria, Maldonado parece consciente de que su llegada a lo más alto, como la de cualquier mujer, despierta comentarios entre hombres que creen que la selección se atribuye a otras cosas menos a los méritos. Y esa es su lucha.
“Por mi carácter fuerte he sabido frenar cualquier comentario que obstaculice la gestión. Me ha tocado escuchar desde bromas inadecuadas hasta preguntas como, ‘¿por quién estoy ahí en ese puesto?’; ‘¿quién es mi padrino?’. Un tono machista, y es porque piensan que una mujer no puede llegar por sus propios méritos sino que tiene que deberle el cargo a un hombre”.
Entre sus otras facetas también ocupó un cargo político en el Congreso (2006). Fue diputada de Pichincha entre un bloque mayoritariamente de hombres.
“En la parte política se cree que ciertos partidos son propiedad de ellos y para mí fue difícil ir rompiendo esas estructuras porque además de mujer era joven (en ese entonces tenía 35 años)”.
Su preparación académica calló los comentarios mientras iba escalando su éxito. Y hoy mantiene un ímpetu a favor de la igualdad. “Me enorgullece saber que puedo compartir espacios de poder junto con más mujeres. Siento que el esfuerzo realizado no es en vano sino para seguir abriendo más espacios para las que tienen que venir”.
Entre sus ejes de trabajo está reforzar la justicia especializada para atender la violencia sexual contra niños, niñas, adolescentes y mujeres. Y refiere que el tema de la sororidad (solidaridad) no es solo de practicarla el 25 de noviembre (Día Internacional para la Eliminación de la Violencia contra la Mujer) sino de siempre.
Brillante oratoria
Su pasión por las leyes viene en los genes. Dice que desde niña se relacionó con esa profesión viendo a su padre.
“Al ser abogado vi en él una mística por su trabajo y eso me motivó a seguir la misma carrera. Incluso cuando tenía 9 años mi primer trabajo fue asistente de abogacía en su oficina. Eso marcó mi vida pero también la presencia de mi madre”, recuerda y agrega “ella al estar muy dedicada a las artes y las letras me inculcó la afición por la escritura, lectura y oratoria”.
Es entonces que desde la escuela incursionó en concursos. Ganaba permanentemente los intercolegiales de oratoria. Posteriormente, fue campeona mundial de oratoria en Kobe-Japón, dentro del concurso internacional organizado por la Junior Chamber Internacional-JCI, en 1994. Y obtuvo también el primer lugar en el concurso continental de debate de la JCI en 2004.
Detrás de esos logros, comenta que creció con una gran biblioteca y los libros no faltan en su vida, al punto que es autora y coautora de varias obras y ha escrito artículos en revistas jurídicas. “Cada día me reinvento”, dice sobre sus facetas.
De alma familiera
Priorizar la formación fue aquello que le inculcaron sus padres.
“Mi mamá fue rectora del colegio Manuela Cañizares; ella pensó mucho en una educación integral para la mujer. Y eso me dejó la lección de que necesitamos del estudio y trabajo fuerte para tener ingresos y autonomía”, refiere.
Y así lo hizo, primero fue su preparación y luego vino el matrimonio junto con la maternidad; actualmente su único hijo tiene 12 años.
Isabel Noboa Pontón: “Estoy orgullosa de las guayaquileñas”
Leer más“Empiezo el día como toda mamá. Corro haciéndole el desayuno para que no se atrase en subir al bus”, comenta entre risas.
Sobre si es estricta como madre, al igual que lo es en lo laboral, confiesa que guarda cierta firmeza. “Con Emiliano tenemos una relación muy cercana. A pesar de que es adolescente nos entendemos muy bien. Él me revisa las redes, me mantiene al tanto, quiere aportar, ayudarme. Creo que es un bonito equipo el que tenemos en casa”.
Refiere también que este diciembre cumple 14 años de matrimonio. “Mi esposo Diego, es mi ángel. Si caigo, él me levanta. Tanto él como mi hijo son mis pilares. Hoy puedo decir que soy primero madre, esposa y luego lo demás”.
En su día a día
- Cómo sale de su zona de confort: Cuando hay oportunidad hago bailoterapia, ahí descargo estrés y me encanta reunirme con mis amigos para cantar.
- Si su vida fuese una canción: Sería una bachata.
- Un hobby: La decoración, me encanta la rosa y el cartucho,las tengo sembradas en mi jardín.
- Injusticias en su vida: La falta de confianza en que como mujer pueda hacer una gran labor. No solo de parte de los hombres sino también de las mujeres. Se necesita sororidad y que todas hagamos un solo equipo en esta sociedad.
Personal
- Quiteña de 50 años.
- Esposa y madre.
- Es presidenta del Consejo de la Judicatura.
- Es abogada y doctora en Jurisprudencia, magíster en Cooperación Internacional y en Derecho Constitucional; y Ph. D. en Derecho.
- Ha sido docente universitaria de pregrado y posgrado.