No me ama, pero no me deja
Ante relaciones turbulentas, el problema no solo está en la relación per se, sino en toda la carga que conlleva lidiar con las opiniones de terceras personas,
“Llevamos 10 años de idas y vueltas, tenemos hijos en común, me ha sido infiel muchas veces y de formas muy descaradas, pero cuando intento seguir adelante con mi vida, me persigue e insiste para volver porque no resiste verme con alguien más”.
Ante historias semejantes surge la inevitable conversación entre dos íntimas amigas…
Razón: - déjalo y ya.
Emoción: - hemos vivido muchas cosas juntos.
Razón: - pero no te valora.
Emoción: - me quiere a su manera.
Razón: - mereces algo mejor que eso.
Emoción: - los niños necesitan a sus padres juntos.
Razón: - también necesitan un buen ejemplo.
Emoción: - le daré otra oportunidad.
Razón: - sucederá lo mismo.
Emoción: - esta vez será diferente.
Razón: -…
Quienes espectamos los amores y desamores de otros, solemos actuar como expertos conocedores en materias de amor y nos apresuramos a juzgar todo lo que está mal en esa relación. Damos opiniones que no nos han pedido. Enumeramos las razones lógicas por las cuales deben ponerle punto final a la relación, pero pocas veces nos detenemos a pensar que muy probablemente todo lo anterior ya ha sido considerado por los directos involucrados.
Ante relaciones turbulentas, el problema no solo está en la relación per se, sino en toda la carga que conlleva lidiar con las opiniones de terceras personas, porque pese a que tienen razón en todo, eso tú ya lo sabías… simplemente no es tu momento.
Mientras tanto, nosotros los espectadores, podríamos empezar a ser un poco más empáticos y escuchar sin juicios ni críticas cansinas. Así con un poco de suerte, dichas conversaciones pueden volverse momentos liberadores que eventualmente, ayudarán a esa persona a encontrar sus propias respuestas y descubrir el camino a seguir.